Entradas populares

Mostrando entradas con la etiqueta pintor. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta pintor. Mostrar todas las entradas

martes, 9 de noviembre de 2021

MEMORIA FRESCA // Evaristo Corona Chávez


Ella, de baja estatura y menudita, abría los ojos sorprendida. Estaba impactada por el personaje que tenía enfrente.

Las manos, y el cuerpo completo, de Gabriela Franco temblaban visiblemente.

Mientras enfocaba la lente de la cámara fotográfica para encuadrar la imagen, sus dedos se movían como resultado de la inquietud que le provocaba los desparpajados comentarios de quien posaba.

Frente a ella estaba la figura de una persona arrogante. Altivo.

La turbación aumentó cuando, sin esperarlo, él giró para adoptar una postura que lo engalanaba y le ordenó: Que las fotos sean de este ángulo. El otro no me favorece.

La chica corrigió la toma y apretó el obturador.

Sobre la cara de la figura, caía un mechón de cabellos rubios, combinados con pelambre entrecano. Brillaban por su ausencia los bucles, porque todos eran lacios.

En la mano izquierda, él llevaba una pulsera de cuero. Era la que más movía para dar indicaciones y establecer las condiciones.

Para romper la tensión que prevalecía en el ambiente, el entrevistador lanzó el comentario:

Maestro, ¿es cierto lo que se comenta de su impacto con el sexo femenino?.

Vino la respuesta inmediata. Sin titubeos ni intervalos. Fue una reacción felina:

Dicen que soy irresistible.

Pero, en verdad, ¿es tanto su pegue?.

¿Lo duda?, fue la respuesta que más bien parecía un reto.

Sin dar tiempo a una contestación, agregó:

Tengo mucha suerte con las damas. Ellas, de las que me reservo los nombres porque suman cientos, pueden dejar constancia. Nadie mejor que las interesadas.

A manera de broma, de chascarrillo ligero para no sonar ofensivo o incomodar a la celebridad, se deslizó la interrogante:

Entonces, ¿la que no haya quedado satisfecha o complacida puede presentar una queja en la Procuraduría del Consumidor?.

Sin meditarlo, él volteó bruscamente y sentenció:

¡Nunca vuelva a repetir esa frase!.

En el momento, ahora fue el que escribe, surgió el desconcierto. Se hizo presente un vacío y el temor de que la estrella estuviera ofendida.

De aquí en adelante, puntualizó, esa frase es mía. Se la voy a plagiar. Será mi lema en las próximas batallas.

Y reforzó: Por eso no quiero que la repita. Ya es totalmente mía.

Las paredes de la estancia, donde tenía lugar la conversación, estaban saturadas de pinturas. Cuadros propios y de celebridades. Entre ellas Siqueiros, Miró, Chapa, Coronel y más, muchos más.

Sobre la mesa de centro y en otros sitios, esculturas y figuras de metal, granito, mármol, yadro, cerámica y diversos materiales más.

La casa completa era una bodega de obras pictóricas y escultóricas, además de una extensa biblioteca.

Ubicada en el corazón del suburbio de San Angel. Una construcción, que dijo él, era un diseño surgido de su ingenio. Y vaya que lo tenía de sobra.

A unas cuantas calles vivía el maestro Rufino Tamayo, el pintor oaxaqueño que revolucionó el arte mexicano. Ese artista plástico nacido el 25 de agosto de 1899, en cuya obra estaba mezclada la tradición y vanguardia.

Uno de los pintores mexicanos más reconocidos a nivel mundial, el que conjugó su herencia mexicana y el arte prehispánico con las vanguardias internacionales, en piezas marcadas por el color, la perspectiva, la armonía y la textura.

El mismo que en sus lienzos plasmó como figura central un poema de José Juan Tablada:

¡Del verano, roja y fría

Carcajada,

Rebanada,

De sandía!.

Justo el ilustre entrevistado que dio origen a este relato, también fue pintor, dibujante, escritor, grabador, escultor e ilustrador mexicano.

Conocido como el “niño terrible” (enfant terrible) de la pintura en México, y tuvo también el apodo del “Gato Macho”.

Un genio que aprendió a explotar su imagen pública como macho, seductor de mujeres y enorme exponente de la vanidad y el narcisismo que le llevó a fotografiarse día tras día hasta reunir una colección, según afirmaciones de él, de más de un millón de gráficas.

El maestro José Luis Cuevas.