-Un llamado a la conciencia social en tiempos de fiesta
Las fechas decembrinas
suelen estar cargadas de luces, regalos y celebraciones. Sin embargo, más allá
del brillo de los pinos y adornos alusivos, y el bullicio de los comercios y espacios
públicos, estas jornadas deberían invitarnos a la reflexión profunda sobre nuestra
vida en sociedad.
El cierre de
año es el momento propicio para dejar atrás lo malo, reconciliarnos con
nosotros mismos y con los demás, y proyectar un futuro más humano y solidario.
Los pecados
de la era moderna.
La
modernidad nos ha traído avances tecnológicos y comodidades impensables en
estos años. Pero también han normalizado pláticas que erosionan los valores
morales y éticos:
-La adicción
a lo inmediato: vivimos pendientes de pantallas, likes y viralizaciones
digitales, olvidando el valor de la conversación cara a cara.
-El culto al
dinero fácil: la obsesión por el enriquecimiento rápido ha desplazado la importancia
del esfuerzo, la honestidad y la dignidad laboral.
-El consumismo
desmedido: se confunde felicidad con acumulación de objetos, relegando la
salud, la integridad física y la estabilidad emocional.
-La prisa
constante: la vida acelerada nos roba tiempo para la familia, la reflexión y el
cuidado personal.
Recuperar lo
esencial.
La Navidad y
el Año Nuevo no deberían ser únicamente temporadas de fiestas, gastos y excesos
sino espacios de encuentro y renovación espiritual. Es momento de rescatar
valores como:
-La
solidaridad, recordando que muchos atraviesan carencias y necesitan apoyo.
-La empatía,
para comprender las realidades ajenas y tender la mano.
-La responsabilidad,
tanto social como ambiental, en un mundo que clama y un crecimiento más ordenado,
sin destrucción y duradero.
-La paz
interior, que se logra al priorizar la salud mental y física sobre lo material.
Una
invitación al cambio.
El verdadero
sentido de estas fechas no está en el tamaño del regalo ni en la abundancia de
la mesa, sino en la capacidad de replantearnos quiénes somos y hacia dónde
vamos como sociedad. Si logramos dejar atrás la indiferencia, el egoísmo y la
obsesión por lo material, podremos construir un entorno más justo, humano y
equilibrado.
En este
diciembre, vísperas del año nuevo, la invitación debería ser: reflexionar,
reconciliarnos y comprometernos a ser mejores. Porque las luces que adornan las
plazas, edificios públicos y hogares, deberían también ser un símbolo de iluminación
a nuestra conciencia que todos necesitamos.







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