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domingo, 24 de diciembre de 2023

BOSQUEJO HISTÓRICO / Rafael Urista de Hoyos


CUADRAGESIMO OCTAVO PRESIDENTE DE MÉXICO.

GENERAL ÁLVARO OBREGÓN SALIDO

Presidente Constitucional: Diciembre 1º de 1920 a Noviembre 30 de 1924.

  Álvaro Obregón no participó en el inicio de la revolución en noviembre de 1910 pues era partidario del vicepresidente porfirista Ramón Corral y por lo mismo enemigo del maderismo, aunque después ya eliminados Porfirio Díaz y Ramón Corral, ofreció sus servicios para combatir la rebelión de Pascual Orozco recibiendo graciosamente el grado de teniente coronel por la legislación del Estado de Sonora.

  A la muerte de Madero se le nombró comandante militar de Hermosillo y ya desconocido Huerta por las autoridades sonorenses, se le nombra jefe de la sección de guerra de la Secretaría de Gobierno.  Inicia una campaña victoriosa en la que toma Nogales, rindió la guarnición de Cananea derrotando posteriormente al general porfirista Pedro Ojeda en Naco, Sonora.  Más tarde, después de ganar la batalla de Santa Rosa el 13 de mayo de 1913, sitió el puerto de Guaymas y al no lograr tomarlo, siguió su avance hacia el sur constituyendo Guaymas su única derrota en toda su carrera militar.  Más adelante y al nombrarlo Carranza jefe del ejército del noroeste, y con la valiosa ayuda del general Lucio Blanco, gana la batalla de Orendain y ocupa la ciudad de Guadalajara.

  Gracias a las dificultades que Carranza provocó en contra del general Villa al detenerlo después de la batalla de Zacatecas que derrocó al huertismo, Obregón pudo sin dificultad alguna avanzar hasta la ciudad de México ya que la División del Norte villista había acabado ya con el ejército huertista y obligado al chacal Victoriano Huerta huir al extranjero.

  En agosto de 1914 Obregón recibe la rendición del huertismo y ocupa la ciudad de México a la que días más tarde llega con ínfulas de triunfador Venustiano Carranza.  Al iniciarse el rompimiento entre Villa y Carranza, Obregón se adhirió, por supuesto, al partido del segundo, su cómplice y protector.  Más tarde se dirigió a Chihuahua en plan de espionaje y estuvo a punto de ser fusilado debido a su activismo intrigante, y sólo la magnanimidad del general Villa lo salvó del paredón.

  Participó como delegado del carrancismo en la Convención de Aguascalientes donde continuó su labor de espionaje en favor de Carranza quien lo premia otorgándole el grado de General de División.  Más tarde, en abril de 1915, y aprovechando que el ejército villista se encontraba fraccionado en distintas partes de la República y ayudado por la inaccíon traicionera de Emiliano Zapata, y la extraordinaria labor de sus generales Francisco Murguía, Manuel M. Diéguez y Cesáreo Castro, derrota a una fracción de la División del Norte en las batallas del Bajío (Celaya, León, Trinidad y Aguascalientes).

  Restablecida la paz, ocupó por poco tiempo la Secretaría de Guerra en el gobierno constitucional de Carranza para después dedicarse a la agricultura en su natal Sonora. Esto también no duro mucho tiempo pues al acercarse el término del mandato de Carranza y recordando que éste le había prometido que el sería su sucesor en la presidencia, se aprestó para volver a la ciudad de México con la finalidad de iniciar su campaña para su candidatura.

  Pero Carranza no cumplió su palabra al escoger como candidato al licenciado Ignacio Bonillas, y para eliminar la pretensión de Obregón los elementos adictos a Carranza promovieron un proceso contra él que ya se presentaba como candidato presidencial, obligándolo a escapar de la capital para refugiarse en Chilpancingo bajo la protección del general Fortunato Maycotte, quien todavía le era leal, y donde firmó un manifiesto en contra del gobierno.

  Ya en Sonora y apoyado por sus paisanos Adolfo de la Huerta y Plutarco Elías Calles, y decidido a derrocar al Presidente Carranza, se levanta en armas orquestando un golpe de estado mediante el Plan de Agua Prieta al que se adhieren la mayoría de los generales carrancistas y dejando prácticamente sólo a Carranza quien en su huida rumbo al estado de Veracruz, es asesinado en el villorrio de Tlaxcalantongo en la sierra de Puebla por la traición de Rodolfo Herrero quien obedecía órdenes de Obregón.

  Tras el movimiento armado del Plan de Agua Prieta en 1920 que logró eliminar al carrancismo con el asesinato de Venustiano Carranza, Obregón fue electo Presidente de la República para el período 1920-1924.  Para lograr el reconocimiento de su gobierno por los Estados Unidos firmó los Tratados de Bucareli otorgando ilimitados privilegios a los angloamericanos como la no aplicación del artículo 27constitucional que prácticamente les daba a los yanquis la posesión de los yacimientos petrolíferos.

  Bajo su administración comenzó la reconstrucción del país luego de 10 años de violencia revolucionaria.  Su mayor éxito fue el impulso al renacimiento de la cultura mexicana contando para ello el gran trabajo de su ministro de educación José Vasconcelos quien creo la Secretaría de educación pública.  Desde ese ministerio Vasconcelos, el más notable de sus ministros, emprendió una gran cruzada educativa.

  La gran obra vasconcelista se materializó en campañas de alfabetización; creación de escuelas y bibliotecas; desayunos escolares; facilidades para los pintores mexicanos, especialmente los muralistas; para apoyar la cruzada se invitó a escritores, poetas e intelectuales mexicanos y latinoamericanos; se llevaron a cabo misiones culturales para llevar la palabra, la letra y el libro a todos los confines del territorio nacional.  En esos cuatro años México se convirtió en la capital cultural de la América latina.

  La reconstrucción contempló la negociación de acuerdos internacionales en materia bancaria para solucionar la deuda mexicana gracias a otro de sus brillantes ministros Adolfo de la Huerta; la reparación de vías férreas y caminos dañados por la guerra; la creación de leyes para iniciar formalmente el reparto agrario.

  En la administración obregonista, sin embargo, la violencia se presentó recurrentemente para dirimir los conflictos políticos mediante el asesinato y el destierro.  El jacobinismo del régimen se manifestó y los antecedentes directos de lo que sería la guerra cristera se incubaron directamente en su cuatrienio: un atentado perpetrado en la Basílica de Guadalupe, el bombardeo en el monumento a Cristo Rey en el Cerro del Cubilete y la expulsión de varios miembros de la jerarquía católica, especialmente el embajador apostólico de la Santa Sede monseñor Filippi.

  Casi al finalizar su gobierno don Adolfo de la Huerta se rebeló ante la imposición de Calles a la presidencia de la República, movimiento que fue sofocado debido a la desorganización y falta de liderazgo en el campo rebelde.

Entre 1923 y 1924, la vieja guardia de la revolución sucumbió frente al obregonismo, durante la revolución delahuertista los viejos generales fueron víctimas del rencor de Obregón mediante la traición, el asesinato o el paredón de fusilamiento.

Terminado su gobierno y con Calles como presidente se dedica nuevamente a la agricultura y al acercarse el cambio de régimen regresa a la política con las ansias de ostentar de nueva cuenta el poder. Para eso logró que su obsequioso presidente Calles obligara a un Congreso cómplice a reformar los artículos constitucionales 13 y 82 para permitirle reelegirse y participar como candidato.

  Los candidatos opositores a Obregón, generales Francisco R. Serrano y Arnulfo R. Gómez fueron eliminados mediante el asesinato (recuérdese la masacre de Hutzilac) y ya sin ninguna oposición y como candidato único resultó electo para la presidencia en julio de 1928.  Sin embargo, en un banquete en el restaurant “La Bombilla”, en San Ángel, Distrito Federal, ofrecido por los diputados guanajuatenses para celebrarle el triunfo, el general Álvaro Obregón fue asesinado el día 17 del mes de julio de 1928 por José de León Toral, un fanático religioso.

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