Para un detective como el fabuloso Sherlock Holmes, que utiliza el razonamiento deductivo en la solución de sus intrigantes casos, la relación entre el saber jugar ajedrez, en ese entonces, calificado como juego muy complejo y difícil, y los comportamientos criminales que requerían mucha astucia no podría pasar desapercibida. Encontré algunos curiosos artículos al respecto que les resumo.
Las referencias al ajedrez en las aventuras del personaje de Conan Doyle se circunscriben a un pequeño párrafo, pero muy significativo, de la aventura denominada “El fabricante de colores retirado”. Este episodio fue escrito hacia 1900 y, resumiendo, trata acerca del despiadado y cruel asesinato de una mujer y de su amante a manos del anciano marido de la primera. El asesino, al igual que el amante asesinado, jugaban a menudo al ajedrez entre ellos. De hecho, el primero era un ajedrecista consumado.
Una vez solucionado el caso, y como era habitual, Sherlock procede a explicarle a su asombrado amigo y colega el doctor Watson los medios a través de los cuales llegó a resolver el misterio. Y una de las pistas que le llevó a sospechar del asesino es, sorprendentemente, que jugaba al ajedrez con destreza. Dice Sherlock lo siguiente: “Amberley (el fabricante de colores) amigo Watson, sobresalía en el juego del ajedrez. Fíjese, Watson, que éste es un indicio de una inteligencia maquinadora”.
Disfrutemos de esta parte del relato:
“—Pero ¿cómo lo sabe y cómo lo hizo?
—Le expondré primero cómo lo hizo, y luego le daré todas las explicaciones que le debo, y más aún a mi sufrido amigo aquí presente, cuya ayuda ha sido incalculable de principio a fin. Pero, para empezar, le haré un esbozo de la mentalidad de este hombre. Es sumamente insólita, tanto que creo que su destino probablemente se encuentre más en el hospital de Broadmoor que en el patíbulo. Tiene, en gran medida, la clase de mente que uno relacionaría más con el carácter italiano de la Edad Media que con el británico moderno. Era un miserable tacaño que hacía tan infeliz a su esposa con sus cicaterías que esta se volvió una presa fácil para cualquier desaprensivo. Esta figura entró en escena bajo la apariencia de un médico que jugaba al ajedrez. Amberley destacaba como ajedrecista —una señal, Watson, de una mente intrigante—. Como todos los tacaños, era celoso y sus celos se convirtieron en un delirio. Con razón o sin ella, se maliciaba una confabulación. Decidió vengarse y lo planeó con diabólica inteligencia.”
Lamentablemente para nosotros, no parece que Doyle pensara en los ajedrecistas como seres angelicales de mentes limpias y cándidas. Y se sabe que Doyle jugaba al ajedrez y que conocía a buenos ajedrecistas. Por tanto conocimiento al respecto, lo tenía. Su razonador e hiperlógico detective Sherlock Holmes tiene claro que existe una relación de causa-efecto entre ser buen ajedrecista y poseer una dosis más que elevada de maquiavelismo.
Para Doyle, por tanto, en el accionar de un ajedrecista no deja de estar presente una dosis del modo de proceder de Maquiavelo que se caracteriza por la astucia y el engaño para conseguir lo que se desea. O dicho de forma mas deportiva, un ajedrecista intenta engañar a su rival mediante celadas, trampas, tácticas, estrategias, induciéndole a caer en el error. También se ha traducido esta percepción holmesiana como: “El sobresalir en ajedrez es signo de una mente intrigante”. ¿Qué les parece esta percepción?
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