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domingo, 24 de septiembre de 2023

BOSQUEJO HISTÓRICO // Rafael Urista de Hoyos


VIGESIMO QUINTO PRESIDENTE DE MÉXICO

GENERAL IGNACIO COMONFORT

Presidente Interino:  Diciembre 11, 1855 a noviembre 30, 1857

Presidente Constitucional: Diciembre 1º a 17 de 1857.

  El gobernador de Guanajuato general Manuel Doblado y su subalterno general Miguel María Echegaray, se pronuncian contra el gobierno del general Juan Álvarez, proclamando como presidente interino al general Ignacio Comonfort, manifestando que la abolición de la ley de fueros militar y eclesiástico y otras leyes y órdenes radicales del Presidente Álvarez, eran muy perjudiciales a la nación por inoportunas.

  Ante estos y otros acontecimientos políticos, unidos a que el general Álvarez se encontraba ya viejo y achacoso, y no se sentía a sus anchas en el medio cortesano de la capital, donde era visto con poco respeto, cuando no con manifiesta antipatía, hizo que renunciara a la Presidencia de la República, ejerciendo presión sobre él todos los moderados, a fin de que el mando recayera a favor de Comonfort, como ocurrió efectivamente.

  El general Ignacio Comonfort toma posesión como Presidente de la República en su calidad de interinato el 11 de diciembre de 1855 formando su gabinete de la siguiente forma: Relaciones, don Luis de la Rosa; Justicia, Negocios Eclesiásticos e Instrucción Pública, don Ezequiel Montes; Gobernación don José María Lafragua; Hacienda, don Manuel Payno; Fomento, don Manuel Siliceo:  Guerra, general José María Yáñez.  El general don Juan Álvarez regresa a su amado sur con sus incondicionales “pintos”, y el licenciado don Benito Juárez ocupa el cargo de gobernador constitucional de Oaxaca.

  Don Ignacio Comonfort era excesivamente conciliador, vacilante al tomar partido y sin carácter para definir su posición.  Tenía cualidades para la administración de los negocios, más no para la administración de la política.  Si como militar su arrojo y valentía fueron dignos de admiración, su tibieza al llegar a la presidencia resultó de funestas consecuencias para el país.

  Álvarez y Comonfort fueron los jefes de la revolución de Ayutla que terminó definitivamente con el nefasto Santa Anna, aunque dentro del partido liberal divergían en opiniones.  Álvarez era “liberal puro”, o sea radical, mientras que Comonfort era de ascendencia política moderada, no obstante, implantó la reforma  liberal. Entre otras leyes dictó la desamortización de bienes eclesiásticos y promulgó la Constitución de 1857, redactada por el Constituyente al que convocó en su breve período el general Álvarez.

  Su interinato terminó el 30 de noviembre de 1857, y al día siguiente tomó posesión como Presidente Constitucional, como resultado de las elecciones que se efectuaron de acuerdo con la Constitución que acababa de entrar en vigor.

  Su gobierno fue el preludio de la Guerra de Reforma.  Enfrentó diversas rebeliones encabezadas por el clero y el partido conservador que se tornaron más violentas al promulgarse la ley del 25 de junio de 1856 sobre la desamortización de bienes de manos muertas, que intentaba poner en circulación las propiedades de la iglesia.  El clero, mediante el chantaje de la excomunión y la caída al infierno, se fue haciendo de infinidad de propiedades de bienes raíces que se quedaban olvidadas y sin ningún uso práctico, por eso se les llamaba “de manos muertas”.

  Con su ánimo conciliador (era católico devotísimo), Comonfort organizó un gabinete mixto de liberales y conservadores que se convirtió en una auténtica caja de pandora.  Al promulgarse la Constitución el 5 de febrero de 1857 la iglesia amenazó con excomulgar a todos aquellos individuos que juraran la nueva Carta Magna.

  El 1º de diciembre de 1857, dejó de ser Presidente Interino para convertirse en Presidente Constitucional.  Cumplía dos años en el poder y la pugna entre liberales y conservadores parecía llegar al límite.  En un momento de dudas e incertidumbre, se arrepintió de haber apoyado las medidas liberales y, respaldado por los conservadores, el 17 de diciembre desconoció la Constitución que había jurado meses atrás constituyendo con esto un auténtico “autogolpe de Estado”.

  Su carácter dubitativo (que denota dudas en todo lo que hace) reapareció semanas después: arrepentido quiso volver sobre sus pasos, pero ya era tarde, se encontraba sin apoyo alguno.  Sin salida, Comonfort dejó el poder y marchó al destierro.  Sus tibiezas e indecisiones habían significado el inicio formal de la Guerra de Reforma entre los eternos rivales: liberales y conservadores.

  Ignacio Comonfort nació en la ciudad de Puebla el 12 de marzo de 1812.  Después de abandonar la Presidencia se desterró volviendo años después para combatir la intervención francesa  acompañando a don Benito Juárez.  Murió víctima de una emboscada el 13 de noviembre de 1863 cerca de Chamacuero, Gto. En un lugar llamado Molino de Soria.    

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