QUINCUAGESIMO QUINTO PRESIDENTE DE MÉXICO
LICENCIADO
MIGUEL ALEMÁN VALDÉS
Dic. 1º de
1946 a Nov. 30 de 1952
Presidente nacido en Sayula,
Veracruz. Se recibió de abogado en la
Universidad Nacional Autónoma de México en 1929. En 1935 fue magistrado del Tribunal Superior
de Justicia del Distrito Federal. En
1936 fue senador y posteriormente gobernador del Estado de Veracruz. Fue director de la campaña del candidato
Manuel Ávila Camacho en 1939. De 1940 a
1945 fue secretario de gobernación del presidente Ávila Camacho. Ganó las elecciones presidenciales y tomo
posesión el 1º de diciembre de 1946.
Su aspecto juvenil y
su sonrisa se convirtieron en símbolo de su sexenio. Hombre de trato agradable, con cierto aire
seductor, abogado y empresario, se ganó de inmediato la voluntad de los
mexicanos y desde la silla presidencial aprovechó la estructura política de su
partido, el PRI, para ejercer el poder y la autoridad hasta sus últimas
consecuencias, sin límites.
Miguel Alemán llegó
al poder con aires modernizadores ausentes en México desde el régimen
porfirista. Presidente civil, egresado
de la Universidad Nacional Autónoma de México, invitó a sus amigos ---también
universitarios--- a participar en su gobierno y a beneficiarse de él por medio
de corruptelas. Su gobierno fue de dos facetas:
la del crecimiento y la de la corrupción.
A partir de entonces los gobiernos emanados del PRI institucionalizaron
la corrupción como su máxima prioridad situación que prevalece hasta la
actualidad, aunque ahora la ejerce otro grupo político que resultó más voraz
que los anteriores.
Durante su
administración hubo un gran impulso a las obras de infraestructura, en especial
presas y carreteras. La red eléctrica se
amplió considerablemente y el Instituto Mexicano del Seguro Social recibió un
decidido apoyo. La política económica se
caracterizó por su libertad, lo que atrajo gran cantidad de capital extranjero.
Baja California Norte
se convirtió en Estado. Se construyó la
Ciudad Universitaria, la Escuela Nacional de Maestros, la Naval de Veracruz, la
Ciudad Politécnica y la Aviación Militar de Zapopan, Jalisco. Negoció nuevos empréstitos con diferentes países,
y rehabilitó las redes nacionales de ferrocarriles. Emitió Bonos del Ahorro Nacional y
Certificados de Nacional Financiera. Se
fundó la Compañía Exportadora e Importadora Mexicana y se crearon la Comisión
Nacional de Cinematografía, el Instituto Nacional de Bellas Artes, el Instituto
Nacional de la Juventud Mexicana y la Subsecretaría de Recursos Forestales y de
Caza.
Alemán cambió el
rostro del país. El viejo México rural
se perdió ante el avance del mundo moderno y urbano.
Las viejas redes ferroviarias fueron substituidas por carreteras; al
teléfono se sumaron la radio y la televisión para mejorar la comunicación de
los mexicanos; la tradición del campo fue devorada por el universo citadino y
la industrialización; el turismo nacional abrió sus puertas a los extranjeros
en modernos centros como Acapulco; y grandes obras públicas rubricaron el
sexenio: el multifamiliar Miguel Alemán en 1949, el Viaducto de La Piedad en
1950, la Ciudad Universitaria en 1952 y el Auditorio Nacional en 1950.
Ese impulso
constructor se reflejó sobre todo en la capital del país. Entre 1946 y 1952, la ciudad vivió la más
importante transformación de su paisaje en el siglo XX. Se proyectaron importantes avenidas como
División del Norte (en honor del inconmensurable y legendario caudillo
Francisco Villa), y se ampliaron otras como la de Insurgentes, se inició la
construcción de la Torre Latinoamericana, primer rascacielos citadino y se
desarrollaron nuevos fraccionamientos como el lujoso Pedregal. Durante su administración se inició el
llamado “milagro mexicano”, período durante el cual México progresó
económicamente aprovechando el mundo de la posguerra y la estabilidad del
régimen.
Con el progreso,
llegó la corrupción. El sexenio
alemanista se convirtió en un uno de los más corruptos de la historia mexicana,
hasta entonces. El presidente generó una
cascada de riqueza que se derramaba desde la silla presidencial y alcanzaba
todas las estructuras del gobierno, amigos, compadres, familiares y grupos
cercanos al régimen. Fue una época de
ostentación, años en que funcionarios del gobierno mezclaban, sin pudor alguno
sus negocios particulares con los negocios públicos, empezando con el mismo
presidente. El propio Alemán se
beneficio del éxito que alcanzaron muy
pronto el desarrollo turístico de Acapulco y el surgimiento de la televisión
mexicana.
Para el proyecto
alemanista fue fundamental continuar en buenos términos con los Estados
Unidos. En 1947 ---centenario de la
guerra con México--- el presidente Harry S. Truman visitó la capital de la
República. Poco después Alemán devolvió
la visita al viajar a Washington. Como
un homenaje a los héroes mexicanos de esa guerra, el gobierno urdió un engaño a
fin de exacerbar el nacionalismo, se
anunció con bombo y platillo que al pie del cerro de Chapultepec habían sido
halladas seis osamentas. A pesar de la pasiva
oposición de peritos e historiadores, que no se atrevieron a contradecir al
presidente, Alemán declaró, mediante el decreto respectivo, que los restos
pertenecían “indudablemente” a los llamados Niños Héroes; los homenajes al
señor presidente no se hicieron esperar por ese monstruoso engaño a todos los
mexicanos.
Miguel Alemán
convirtió la investidura presidencial en algo intocable. Hizo del informe de gobierno de cada 1º de
septiembre el “día del presidente”, el día en que los funcionarios, los
políticos y en general todos los mexicanos debían rendir culto a su
personalidad. Alemán se retiró del poder
dejando una estela de corrupción y despilfarro; muchos se enriquecieron en su
régimen y él el primero, pero el dinero no llegó a los bolsillos de la
población.
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