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domingo, 17 de marzo de 2024

BOSQUEJO HISTÓRICO / Rafael Urista de Hoyos


SEXAGESIMO SEGUNDO PRESIDENTE DE MÉXICO

LICENCIADO CARLOS SALINAS DE GORTARI

Presidente Constitucional:  Dic. 1º de 1988 a Nov. 30 de 1994

  Carlos Salinas de Gortari nació el 3 de abril de 1948 en la ciudad de México, D.F.  segundo hijo de Raúl Salinas Lozano y Margarita de Gortari.  Después de estudiar en la Escuela Nacional Preparatoria, Carlos Salinas, ingresó a la facultad de Economía de la UNAM en 1966, entre 1972 y 1974 estudio en Harvard donde obtuvo las maestrías en Administración Pública y Economía Política, en 1978 alcanzó el doctorado en Economía Política y Gobierno por la misma universidad.

  En 1971, ingresó a trabajar en la Secretaría de Hacienda y Crédito Público y allí continúo hasta 1981.  Llegado a la presidencia en 1982, Miguel de la Madrid, puso a Salinas al frente de la Secretaría de Programación y Presupuesto, fue entonces que se empezó a formar en el gobierno el grupo de “Los Tecnocratas”, jóvenes economistas educados principalmente en Estados Unidos partidarios de que el Estado disminuyera su papel rector en la economía, Salinas sin duda fue el más destacado del grupo.

  En 1987 Carlos Salinas fue designado por su partido, el PRI, candidato en las próximas elecciones presidenciales de 1987.  A pesar de los esfuerzos realizados por los “alquimistas” del PRI para engordarle la votación en las elecciones presidenciales más sucias que había presenciado el país desde 1930, en 1988 Carlos Salinas de Gortari fue declarado triunfador con un raquítico 50.7% de los votos.

  En julio de 1988, el PRI, por primera vez se enfrentó a dos candidatos de oposición fuertes, Cuauhtémoc Cárdenas del Frente Democrático Nacional y Manuel J. Clouthier del partido Acción Nacional (PAN), quienes se negaban a aceptar que Salinas hubiera ganado las elecciones.  Cuauhtémoc Cárdenas se adjudicaba el triunfo con el 38.8% de los sufragios contra el sólo 32.7% que asignó a Salinas y 25.2% A Clouthier.  Por otra parte, el candidato panista aseguró tener cifras distintas a las publicadas por sus dos rivales, es decir, tenía “otros datos”, y sólo calificó los comicios de fraudulentos y demandó la realización de nuevas elecciones.

  Durante casi 1989, Cárdenas organizó disturbios  en contra de “Salinas el usurpador” y en los años siguientes persistió en su política de confrontación sistemática, pero fue controlado cada vez con mayor facilidad.  Clouthier, si bien resignado a dejar a Salinas en la presidencia, se propuso usar su fuerza política para imponer al PRI un nuevo código electoral que impediría al gobierno seguir actuando como juez y parte en los comicios, lo que más adelante sería el Instituto Federal Electoral.

  Pero el 1º de octubre de 1989 falleció en un sospechoso accidente automovilístico registrado en la carretera de Culiacán a Mazatlán.  Los panistas nunca aceptaron la versión que declaraba el evento como un fortuito accidente y dejaron entrever entre bambalinas la funesta mano del execrable y pistolero favorito del PRI Manuel Bartlett.  Los nuevos dirigentes del PAN aceptaron sólo cambios parciales e intrascendentes al sistema electoral.

  Salinas carecía en el Congreso de la cantidad de votos necesarios para aprobar modificaciones constitucionales, pero con los sufragios de los legisladores del PAN se completaba la mayoría calificada y los panistas se dejaron ilusionar con la posibilidad de “cogobernar” al país.  Hábilmente, Salinas se apoderó de viejas banderas panistas, como la reprivatización de la banca, el reconocimiento legal de la Iglesia católica, lo que implicaría suprimir diversas restricciones jacobinas al culto, la entrega en propiedad de las tierras que usufructuaban los ejidatarios, y de esta manera los votos del PAN permitieron a Salinas sacar adelante sus proyectos.

  Para no romper con la tradición de los últimos sexenios, Salinas de Gortari ---el primer economista en la presidencia ---, inició su gobierno con el país inmerso en la crisis.  Su objetivo era consolidar el transito definitivo hacía el neoliberalismo.

  Salinas no legitimó su gobierno con el poder de los votos ---pesaba mucho el fraude electoral de 1988---, lo hizo ejerciendo la autoridad presidencial.  En enero de 1989 encarceló a Joaquín Hernández Galicia, la “Quina”, cacique del sindicato petrolero.  Con ese golpe, y el funcionamiento de las primeras medidas económicas, comenzó a ganarse el respeto de la opinión pública.

  Con aires modificadores, el presidente reformó dos artículos que parecían históricamente intocables.  El artículo 27, para lograr que los campesinos adquirieran la propiedad sobre la tierra que trabajaban.  Y el artículo 130, con el que se reconoció la personalidad jurídica de las iglesias.  Los ministro de culto (los sacerdotes en general y todos los militantes de las religiones evangélicas) pudieron ejercer su derecho al voto nuevamente y expresar opiniones de índole política.  En noviembre de 1992 se restablecieron las relaciones diplomáticas con el Vaticano.

  Su gobierno convenció a los mexicanos de la solidez de la economía y anuncio a los cuatro vientos con un triunfalismo prematuro y utópico, que México pertenecía ya al primer mundo resucitando el error en que incurriera anteriormente el funesto López Portillo. Lo cierto era que, con sus medidas económicas, parte de la sociedad comenzó a beneficiarse.  Sin embargo, los índices de pobreza también se incrementaron drásticamente.

  Pero si la economía iba para arriba, Salinas tuvo que enfrentar algunos disturbios dentro de su partido, pues abundaban algunos priistas que habían sostenido la candidatura de Cuauhtémoc Cárdenas. Para controlarlos puso en la presidencia del PRI a Luis Donaldo Colosio, un hombre convencido de que el monopolio político del partido era ya insostenible e inició su labor adoptando una medida calificada de sacrilegio por la mayoría de sus correligionarios: ceder por primera vez en la historia un gobierno estatal reconociendo la victoria del panista Ernesto Ruffo en las elecciones para gobernador de Baja California.

  A continuación encaró la irritación popular en San Luis Potosí y Guanajuato, donde el PRI, al estilo antiguo, proclamó vencedores a sus candidatos, que según la voz pública habían perdido.  De acuerdo con Salinas, Colosio presionó a los candidatos priistas para que renunciaran y se instalase en la gubernatura potosina a un hombre aceptable tanto para el PRI como para la oposición, mientras que en Guanajuato fue designado gobernados provisional un destacado miembro del PAN: Medina Plascencia.

  En 1992 el panista Francisco Barrio obtuvo la gubernatura de Chihuahua sin que otra vez se intentara escamotearle el triunfo como había pasado en el sexenio de De la Madrid.  Tal actitud fue bien recibida por la opinión pública, como parece indicarlo el hecho de que en las elecciones legislativas de 1991 el PRI recuperara la mayoría calificada en el Congreso, lo que equivalía a ya no necesitar la ayuda del PAN y de ningún otro partido para modificar la Constitución.

  El proyecto social más importante de Salinas de Gortari fue el Programa nacional de solidaridad (Pronasol), cuyo objetivo era atacar la extrema pobreza padecida por las comunidades marginadas.  No se trataba sólo de integrar sociedad y gobierno para que juntos construyeran la infraestructura de las comunidades; era en realidad un mecanismo de control político para favorecer al sistema y al Partido Revolucionario Institucional.

  Desde el asesinato del cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo, ocurrido en el aeropuerto de Guadalajara el 24 de mayo de 1993, la opinión pública empezó a inquietarse.  El resultado de las investigaciones oficiales: que el prelado falleció en el fuego cruzado que se dispararon dos bandas de narcotraficantes fue tomado por la gente como un engaño para ocultar que el asesinato fue ordenado desde dentro del partido oficial.  El malestar se acentuó el 28 de noviembre al ser destapado Colosio como candidato presidencial del PRI para las elecciones de agosto siguiente.

  Colosio resultaba antipático para el priismo tradicional que lo consideraba un mandadero de Salinas, y de ribete nombró como jefe de campaña electoral a Ernesto Zedillo, un tecnócrata que no ocultaba el desprecio que le inspiraban los políticos.  El favorito de los tradicionalistas era el jefe del Departamento del Distrito Federal Manuel Camacho Solís, quien hasta el último momento creyó que el tapado iba a ser él y al verse desplazado tuvo un pasional arranque de despecho.  Por breves días se contempló la posibilidad de que Camacho lanzara su candidatura independiente, pero el hombre prefirió quedarse al lado de Salinas como secretario de Relaciones Exteriores.

  Pero la gran apuesta personal del presidente fue la negociación de un tratado de libre comercio con Canadá y Estados Unidos. No importaba la disparidad de las economías ni la incipiente planta industrial mexicana y mucho menos la deuda externa.  A pesar de los inconvenientes, el congreso mexicano dio su voto favorable al tratado.

  El 1º de enero de 1994 irrumpió en Chiapas el EZLN (Ejército zapatista de liberación nacional) con el subcomandante Marcos al frente.  En su primera proclama se mostró indistinguible de los grupos guerrilleros que habían emergido en América latina durante los últimos decenios: anunció su propósito de deponer al gobierno y formar uno nuevo, así como “avanzar hacia la capital del país venciendo al ejército federal mexicano. . . nuestro enemigo de clase”-

  Salinas se quedó ante la disyuntiva de mandar aniquilar a los guerrilleros o negociar la paz.  También pudo haber mandado investigar quien financió el ejército de Marcos y seguía proporcionándoles fondos para pagar, alimentar y armar a los miles de indígenas que lo seguían.  Resolvió que el ejército se desprestigiaría si le ordenaba una represión violenta, optó por negociar y para tal efecto escogió nada menos que a Manuel Camacho Solís.

  Aunque en el terreno militar el EZLN seguía siendo insignificante, en el de la propaganda hizo progresos espectaculares.  En los días siguientes a ese 2 de enero Marcos emitió otra proclama que tendría un éxito inusitado: olvidando sus amenazas de derrocar al gobierno y vencer al ejército, anunció que su verdadero propósito consistía en apoyar las seculares reivindicaciones de los indígenas.

  Entre enero y la tercera semana de marzo, la atención del país estuvo enfocada en las negociaciones de Chiapas y nadie parecía tomar en cuenta al candidato priista.  Colosio solicitó varias veces a Salinas que le quitara de encima la interferencia del negociador, sólo el 22 de marzo Camacho emitió una declaración en la que dijo que no aspiraba a ninguna candidatura y que concentraría sus esfuerzos en el proceso de paz.  Al día siguiente, en Tijuana, Colosio fue asesinado.

  Según Salinas, la noche misma del asesinato recibió sorpresivamente la visita del expresidente Luis Echeverría, quien le solicitó designar como nuevo candidato al nomenklaturista Emilio Gamboa Patrón.  Al día siguiente, desde la propia sede del PRI, alguien transmitió faxes a toda la república recomendando el envío de mensajes de apoyo para la candidatura presidencial del jefe del partido, Fernando Ortiz Arana.  Presionado por Salinas, Ortiz Arana rechazó aspirar a la candidatura, y sólo entonces se procedió al destape de Ernesto Zedillo Ponce de León.

  A principios del año 1994, la reserva de divisas  había estado en situación boyante alcanzando la cifra de 24,538 millones de dólares.  Luego, el asesinato de Colosio provocó la salida de 8,000 millones y los sucesos posteriores determinaron nuevas fugas ---5,000 millones por el asesinato de Francisco Ruiz Massieu--- pero gracias a oportunas maniobras financieras de Salinas pudo entregar la presidencia en condiciones relativamente buenas el 1º de diciembre de 1994.

  Una vez fuera de Los Pinos, Salinas se marchó a Canadá, luego a Estados Unidos y Cuba, para recalar finalmente en Irlanda.  Pensó que en ese aislado y bello país encontraría la calma, pero hasta allá se le persiguió:  en Dublin aparecieron unos carteles  con su foto colocada bajo un grueso letrero que decía “Wanted” (se busca) y al pie una larga lista de delitos y crímenes que se le atribuían.  En la portada del suplemento a colores del principal periódico de Dublin se publicó la foto de él con su nueva esposa, Ana Paula Gerard ---se había vuelto a casar tras divorciarse de doña Cecilia Occelli--- y en el interior un reportaje en el cual el personaje fue presentado como un mafioso indeseable.

  Después de eso, el refugio de Irlanda perdió sus atractivos y Salinas tuvo que vivir semioculto en varias ciudades del extranjero.  Tras el desplome del PRI después de las elecciones del año 2000 pudo finalmente instalarse en México.

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