PARECIERA UNA ECUACIÓN, pero elementos inseparables que dan vida al tiempo, son: Pasado, presente y futuro.
El tiempo es una magnitud física con que se mide la duración o separación de acontecimientos. El tiempo permite ordenar los sucesos en secuencias.
Esos eventos marcan la relación del tiempo y el espacio.
En ese marco, la longevidad se convierte en un referente de supervivencia, de perdurabilidad y de duración.
Con esas referencias, debe tenerse presente que en México el sindicalismo es una pieza fundamental para el engranaje político.
Por tanto el vínculo entre los sindicatos y el régimen, van de la mano.
Tiempo, palabra que llevó al maestro Renato Leduc a componer un soneto en el que refiere la sabía virtud de conocerlo. De sentenciar: a tiempo amar y desatarse a tiempo.
El cuándo y el cómo, se transforman en elementos que requieren sabiduría, carácter y valor para enfrentarlos.
Las tareas públicas, por ejemplo un liderazgo sindical, demandan comprender la temporalidad que aplican en la función del cargo. Aunque la mayoría de las ocasiones, se ignore.
A Francisco Hernández Juárez, perenne dirigente del Sindicato de Telefonistas de la República Mexicana (STRM), lo arrincona el tiempo.
Ya son 44 años de haber sido electo como secretario general en sustitución del diputado federal guerrerense Salustio Salgado.
Con la bandera de combatir el charrismo sindical, el entonces joven nacido en el Distrito Federal el 3 de septiembre de 1949, arribó a la dirigencia el año de 1976.
Contrario a lo pregonado, el líder sindical que en 7 meses cumplirá 71 años de edad, se eternizó.
Tras un prolongado paro de actividades, en las instalaciones de Teléfonos de México, los empleados (principalmente las operadoras de Villalongín y Victoria) dieron su apoyo y respaldo a quien presumió un nuevo sindicalismo.
Sin duda el movimiento del sindicato de telefonistas fue y es importante en la historia de las relaciones obrero-patronales en México y en la modernización del servicio telefónico nacional.
Hernández Juárez, ese enemigo de quienes se aferraron a la silla del poder, se ha reelegido en forma democrática en múltiples ocasiones.
Desfilan y cambian por el Comité Ejecutivo: Secretarios del Interior. Secretarios de Trabajo, Prosecretarios, Secretarios de Conflictos, Prosecretarios de Conflictos, Secretarios de Ajustes y Nivelaciones, Secretarios Tesoreros, Secretarios de Organización y Propaganda, Secretarios de Previsión Social, Secretarios de Instrucción y Deportes, Comités Nacionales de Vigilancia y todos los demás cargos.
Y Francisco sigue inamovible.
Pero Hernández Juárez no sólo ha visto pasar a los responsables de las diversas carteras sindicales.
Inalterable, es testigo de que por la Presidencia de la República pasaron Luis Echeverría Álvarez (1970-1976), José López Portillo (1976-1982), Miguel de la Madrid (1982-1988), Carlos Salinas de Gortari (1988-1994), Ernesto Zedillo (1994-2000), Vicente Fox Quesada (2000-2006), Felipe Calderón (2006-2012), Enrique Peña Nieto (2012-2018) y lo que va de Andrés Manuel López Obrador.
La más reciente elección le garantiza continuar en la dirigencia del Sindicato de Telefonistas de la República Mexicana (STRM), hasta el año 2024.
Es un incógnita saber si le corresponderá tratar con el sucesor de AMLO.
Obviamente en el desempeño de sus actividades, Hernández Juárez ha tenido que tratar personalmente con todos esos Jefes del Ejecutivo y negociar con sus responsables de la Secretaría del Trabajo.
Nadie podría cuestionar su enorme capacidad negociadora, ni su talento y olfato político.
Declarado militante del Partido de la Revolución Democrática (PRD), con el que incluso llegó a ser diputado federal, habría que saber si continúa con ese instituto político o piensa brincar a las filas de MORENA.
Controvertido, juzgado, satanizado, Hernández Juárez tiene el respaldo de la mayoría de los casi 60 mil trabajadores de Telmex.
Queda como incógnita saber si Hernández Juárez buscará permanecer en la dirigencia del 2024. Saber si cede la dirigencia. Entender si ha formado cuadros para un posible relevo.
Y, desde luego, esperar para conocer qué nuevos tiempos vendrán.
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