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domingo, 5 de febrero de 2023

BOSQUEJO HISTÓRICO / HERNÁN CORTÉS // Rafael Urista de Hoyos

                                           HERNÁN CORTÉS 

                         Agosto 13 de 1521 – Octubre 12 de 1524

  El día que Hernán Cortés aceptó de Cuauhtémoc, el último Tlatoani, la rendición de Tenochtitlan, se consumó la conquista de México y el traspaso de la titularidad de su soberanía al rey Carlos I de España y V de Alemania, y ahora Cortés, al derrotar a los vasallos rebeldes, confirmaba el dominio español sobre la tierra a la que el conquistador dio por nombre Nueva España.

  El día 13 de agosto de 1521 Hernán Cortés asume el mando político y militar de la naciente colonia de la Nueva España. De inmediato comenzó a ejercer el mando en el nuevo reino, con base en los cargos que le había otorgado el gobierno del municipio de la Villa Rica de la Vera Cruz.

  Sin embargo, informado el monarca español de las hazañas de Cortés decidió ratificar su mandato y premiarlo concediéndole el supremo poder político, militar y judicial de la Nueva España al nombrarlo Gobernador, Capitán General y Justicia Mayor.

  Cortés inició su gobierno con una decisión política de la mayor importancia.  Instalado en la población de Coyoacán, Cortés ordenó la reconstrucción de México-Tenochtitlan, la capital azteca que había sido arrasada por sus tropas y por los miles de indios aliados que ayudaron decisivamente a la conquista. Con gran visión política, Cortés previó que el impacto en el resto de las naciones indígenas aún no sometidas sería mayor si la nueva capital novohispana se erigía en el mismo sitio que había sido centro del poder mexica; y tuvo razón. 

  Sin embargo, el gobierno de Cortés fue marcado por los escándalos.  Primero, había gran molestia entre sus soldados, quienes lo acusaban de haber robado el oro y la plata del botín arrebatado a Cuauhtémoc; para probar que no era cierto y que el antiguo Tlatoani mantenía escondido el supuesto tesoro, Cortés autorizó que atormentaran al último gobernante azteca quemándole los pies.

  Luego, murió de manera misteriosa la esposa de Cortés, al parecer por propia mano del conquistador, de quien se dijo que la había estrangulado; los que conocieron a la pareja murmuraban que vivían entre altercados y Cortés no la soportaba.

  Por otra parte, en sus funciones como gobernante Cortés alentó el desarrollo económico de la Nueva España.  Mandó traer animales de tiro y carga, así como vacunos con que estableció las primeras ganaderías.  Además, ordenó la cría de porcinos como una alternativa alimentaria.  Fomentó también la agricultura, con la importación de cereales y caña de azúcar, y promovió la creación de pequeñas industrias como herrerías y carpinterías.

  Preocupado por la evangelización y la fe cristiana, Cortés pidió a Carlos I que enviara religiosos a la Nueva España, y en respuesta a su solicitud llegaron a México 12 franciscanos encabezados por Fray Martín de Valencia, quienes se unieron a los tres que ya estaban aquí.  Cuando Cortés fue a recibirlos, los indios se sorprendieron al ver al férreo conquistador, que lucía su brillante armadura, arrodillarse ante los misioneros, que sólo vestían un mísero sayal.

  Deseoso de castigar a unos subordinados sublevados, Cortés emprendió la desastrosa expedición a Las Hibueras (Centroamérica).  Haciendo eco de rumores esparcido por gente intrigante sobre una sublevación de los indios durante su ausencia, llevó consigo a Cuauhtémoc, a quien ahorcó en el camino, y delegó el mando de la Nueva España mientras regresaba de esta nueva expedición, en cinco nefastos personajes: Alfonso Zuazo, Alonso de Estrada, Rodrigo de Albornoz, Gonzalo de Salazar y Pedro Almíndez Chirinos, quienes comenzaron disputando entre sí y luego cometieron un sinfín de tropelías contra la población.

  El conquistador inicia su regreso a México y después de un año y siete meses de expedición por regiones desconocidas, desembarca en Veracruz, agotado y extenuado y con noticias de que urgía su presencia en la capital ante la situación anárquica en que la tenían sus substitutos.

  Cortés, con sus tropas exhaustas y diezmadas, tuvo que regresar sin haber cumplido su cometido, pero se encontró con la noticia de que Carlos I, el monarca español, lo había destituido para someterlo a juicio de residencia.

  El emperador nombra al Corregidor de Toledo, licenciado Luis Ponce de León, gobernador de la Nueva España destituyendo a Hernán Cortés al dar crédito a los falsos acusadores de éste y responsabilizarlo por graves anomalías.  Sin embargo, tiempo después y al aclararse las difamaciones contra Cortés, fue exonerado de todo cargo y restituido su honor como caballero español.  Sin embargo, Cortés nunca más volvería a gobernar la Nueva España, el reino que conquistó para España.  Como compensación el monarca le concedió un título nobiliario: Marqués del Valle de Oaxaca con grandes extensiones territoriales y veintitrés mil vasallos; el marquesado comprendía gran parte de los hoy Estados de Morelos, México y casi todo el Estado de Oaxaca.

  Don Hernán Cortés regresó a México en 1530 y su ambición de aventuras lo hizo organizar expediciones marítimas: primeramente a las islas de la especieria Las Molucas,  después, en 1533, dirigiría personalmente una expedición a la Baja California descubriendo el hoy Golfo de California llamado también Mar de Cortés por su descubridor.  Finalmente participa en la expedición de Carlos V a Argel en África del norte. Posteriormente, y tratando de restablecer sus títulos en la Nueva España, dejó pasar los últimos años de su vida en inútiles gestiones ante la Corte y falleció cuando se disponía volver a México.

  Don Hernando Cortés muere en Castilleja de la Cuesta, España, el 8 de diciembre de 1547.  Su cadáver, de acuerdo con su última voluntad, fue llevado a México y sepultado en el Hospital de Jesús fundado por él al inicio de la colonia, donde sus restos, ocultados en 1823, fueron descubiertos hasta 1946.

  Sus cuatro Cartas de Relación a Carlos V (1520, 1522, 1524 y 1526) constituyen uno de los grandes documentos de la Historiografía de México.

 GOBIERNO DE LAS AUDIENCIAS.

El 4 de julio de 1526 el rey Carlos V nombra al Corregidor de Toledo, licenciado Luis Ponce de León, Gobernador de la Nueva España destituyendo a Hernán Cortés al dar crédito a los acusadores de éste y responsabilizarlo de grandes anomalías, sin embargo, el licenciado Ponce de León enfermó gravemente y murió 15 días después.

 En agosto 1º el licenciado Marcos Aguilar, enviado de España como inquisidor, toma el cargo que dejó vacante el licenciado Ponce de León al ser nombrado Gobernador con amplias facultades.  En marzo de 1527 Alonso de Estrada es designado Gobernador de la Nueva España al fallecer el licenciado Marcos Aguilar.

  El 13 de diciembre de 1527 por cedula real firmada en Burgos, España, el emperador Carlos V nombró una Audiencia para gobernar a la Nueva España compuesta por un presidente, Beltrán Nuño de Guzmán y cuatro oidores: Juan Ortiz de Matienzo, Alonso de Parada, Diego Delgadillo y Francisco Maldonado.

  Nuño de Guzmán era un hombre sanguinario y sin escrúpulos.  Esta Primera Audiencia para la colonia fue funesta, pues la rapiña, los atropellos, los asesinatos, las vejaciones y el enriquecerse fueron sus propósitos.

  El emperador Carlos V, ante el fracaso de la Primera Audiencia debido a la corrupción de sus magistrados quienes son conducidos a España y presentados ante las Cortes, designa provisionalmente una Segunda Audiencia mientras se nombra a la persona apropiada para representar el alto cargo de Virrey.

  Esta Segunda Audiencia la preside el obispo de Santo Domingo Don Sebastián Ramírez de Fuenleal y como oidores Don Vasco de Quiroga, Don Juan Salmerón, Don Alonso Maldonado y Don Francisco Ceinos.  Esta Audiencia gobernó con el beneplácito de toda la colonia hasta el año 1535 en que llegó al primer Virrey Don Antonio de Mendoza.

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