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domingo, 19 de febrero de 2023

BOSQUEJO HISTÓRICO // Rafael Urista de Hoyos

Bosquejo histórico 4

 SEPTIMO VIRREY DE LA NUEVA ESPAÑA.

DON ÁLVARO MANRIQUE DE ZÚÑIGA  1585-1590

Don Álvaro Manrique de Zúñiga, Marqués de Villa Manrique, llega a México el 17 de octubre de 1585 pero toma posesión de su alto cargo hasta los primeros días de 1586.

  Poco después del inicio de su regencia, la Nueva España entró en un período de grave crisis que amenazaba con desembocar en guerra civil entre las audiencias de Guadalajara y México, debido a que el virrey no fue capaz de conciliar las posiciones encontradas y los conflictos entre las diversas órdenes religiosa apoyadas por buena parte de la población y la autoridad de los obispos apoyados por las autoridades; inclusive, los partidarios de las facciones llegaron a enfrentarse con las armas en la mano.

  Estos y otros errores políticos del virrey provocaron su caída, pues el rey Felipe II decidió removerlo para evitar la guerra civil, tal y como lo anunciaba la mucha correspondencia que recibía de México, en la cual se acusaba al virrey de ineptitud, corrupción, torpeza e imprudencia.

  El rey resolvió someter al Marqués de Villa Manrique a juicio de residencia, con la ciudad de México como prisión; además, le fueron embargados todos sus bienes, incluyendo la ropa y los enseres personales de su esposa.  Seis largos años paso arraigado en la capital de lo que fue su virreinato y luego regresó a España para tratar de reivindicar su honor.

 OCTAVO VIRREY DE LA NUEVA ESPAÑA.

DON LUIS DE VELASCO Hijo. 1590-1595

  


El 27 de enero de 1590 don Luis de Velasco hijo hace su entrada a México y toma posesión del virreinato de la Nueva España; otro buen gobernante español, hijo del segundo virrey del mismo nombre.

  Dominó las correrías de los chichimecas que asolaban por distintas partes del país; a el se debe la creación de la alameda de la ciudad de México y el sostenimiento del Hospital Real, promovió nuevas expediciones de conquista y descubrió diversos minerales en San Luis Potosí.

Luis de Velasco Hijo es considerado como uno de los mejores y más notables virreyes de la Nueva España.  Su fama trascendió no tanto por la obra material que realizó sino por el buen tino, tacto y prudencia con que condujo los destinos del reino, apaciguando los ánimos encendidos, abatiendo la corrupción, estableciendo la concordia y prodigando atenciones a los problemas de los indios, a quienes dedicó tiempo y cuidado.

  Paradójicamente, el reconocido don de gentes y espíritu conciliador del virrey tenía su contraparte en el domicilio conyugal, donde se comportaba como un energúmeno y golpeaba y maltrataba a su esposa.

  Fue un gobernante hábil, magnánimo y conciliador, pues llevó su administración con el beneplácito de todos los estratos sociales, militares, clericales y comerciales.  En 1595 fue removido al virreinato del Perú.

  El rey premió su lealtad y sus buenos servicios designándolo, al final de su vida, presidente del Real y Supremo Consejo de Indias, la más alta distinción a que súbdito español podía aspirar.

 NOVENO VIRREY DE LA NUEVA ESPAÑA.

DON GASPAR ZÚÑIGA Y ACEVEDO 1595-1603.

 


Don Gaspar Zúñiga y Acevedo, Conde de Monterrey, tomo posesión de su cargo como virrey de la Nueva España el 5 de noviembre de 1595.

  Con este virrey se continuó con la colonización de la parte septentrional de la colonia iniciada por su antecesor.  Su apoyo fue decisivo para que el marino Sebastián Vizcaíno recorriera la península de la Baja California y fundara el puerto de La Paz. A la vez el virrey envió hombres al inexplorado norte de la Nueva España, a las provincias de la Alta California, Nuevo México y Texas, y en su honor la recién fundada capital del Nuevo Reino de León fue llamada Monterrey.

A este virrey le toco presenciar el primer auto de fe de la inquisición: el 8 de diciembre de 1506, don Luis Carbajal y de la Cueva, gobernador y conquistador del Nuevo Reino de León, fue juzgado y condenado por el tribunal de la “demoníaca” y mal llamada santa inquisición por “judaizante”.  Su causa fue muy célebre en la colonia por su trágica muerte en la hoguera.

  Por otra parte, el virrey puso especial empeño en reducir a las naciones indígenas que permanecían en estado nómada, fundando para ellas poblaciones y dotándolas de tierras para su sostenimiento.  Prohibió, además, que los indios pudieran vender sus parcelas privadas o las que eran propiedad de las comunidades, a fin de evitar que fueran víctimas de abusos de españoles y criollos que, mediante el engaño, se las compraban a precio vil.

  En septiembre de 1603 y gracias a su buen desempeño, don Gaspar Zúñiga y Acevedo fue removido al gobierno de Perú recibiendo en su partida grandes homenajes de los indios y en general de los habitantes de la Nueva España por su honradez, su justicia y buen gobierno.

 DECIMO VIRREY DE LA NUEVA ESPAÑA.

DON JUAN DE MENDOZA Y LUNA.  1603-1607.

  


Octubre 13 de 1603.  Recibe este día el gobierno de la Nueva España Don Juan de Mendoza y Luna, Marqués de Montesclaros, Caballero de Santiago y Gentil Hombre de Cámara del Rey.

  Durante su gobierno tuvo que afrontar una de las grandes inundaciones que periódicamente azotaban la ciudad de México, iniciando obras de desagûe así como la construcción de las calzadas de Guadalupe, San Cristóbal, San Antonio Abad y Chapultepec.

  Buena parte de su acción gubernativa tuvo que dedicarla en primer lugar a auxiliar en lo posible a los miles de damnificados y a la limpieza y desazolve de casas y calles; luego, a tratar de prevenir desastres de tal naturaleza construyendo diques, conductos de desagûe, canales y atarjeas, y empedrando y adoquinando las calles para evitar la acumulación de polvo, medidas todas muy loables, pero inútiles para contener las aguas que, por la pésima ubicación de la ciudad, continuaron anegándola.

  El virrey quiso poner en práctica una solución radical; cambiar de sitio la capital de la Nueva España y llevarla a Tacubaya, un lugar alto fuera del vaso del antiguo lago en que se asentaba la ciudad, pero se lo impidió la oposición de los vecinos, que usaron como argumento las muchas obras arquitectónicas que se perderían si la ciudad se trasladaba.

  Durante su corta administración de cuatro años, se preocupó por la pacificación de la colonia y por la población india, méritos que le valieron para su traslado al virreinato de Perú en 1607.

 DECIMO PRIMER VIRREY DE LA NUEVA ESPAÑA.

DON LUIS DE VELASCO hijo.  1607 – 1611

  


Don Luis de Velasco, hijo, había obtenido la licencia para dejar el gobierno del Perú y venir a la Nueva España a pasar sus últimos días y atender sus encomiendas de Atzcapotzalco y Tultitlán.

  Estando ya en México, y sin desearlo él, le fue conferido el nombramiento de Virrey de la Nueva España por segunda ocasión en substitución del Marqués de Montesclaros que a su vez fue trasladado al Perú; el clásico “enroque” político de nuestros actuales e inefables gobiernos.

  Para entonces ya tenía 74 años y aun así aceptó gobernar por segunda ocasión a la Nueva España; no se le podía decir que no al “divino” soberano, lo mismo que en la actualidad.

  Dos veces fue virrey de la Nueva España quien fue hijo de quien había sido el segundo representante del rey de España en estas tierras.  Dos monarcas distintos, Felipe II y Felipe III, confiaron en él para el gobierno de la Nueva España, y las dos veces cumplió de manera más que satisfactoria el encargo; Además en el período intermedio entre sus dos mandatos, fue virrey de Perú.

  Su vida pública fue siempre intachable y muy apreciada por sus contemporáneos.  Su prestigio fue tan grande que no sólo ocupó tres veces el cargo de virrey ----dos en México y una en Perú----, sino que el rey premió su lealtad y sus buenos servicios designándolo, al final de su vida, presidente del Real y supremo consejo de Indias, la más alta distinción a que un súbdito español podía aspirar.

 DECIMO SEGUNDO VIRREY DE LA NUEVA ESPAÑA.


FRAY GARCÍA GUERRA – 1611-1612.

El dominico fray García Guerra llegó a México a ocupar la sede arzobispal en el año de 1607, pero el rey Felipe III para substituir al destacado virrey don Luis de Velasco, a quien era difícil encontrarle un sucesor digno de su altura y méritos.

  El arzobispo los tenía, y su fama de hombre recto, prudente y generoso lo hizo merecedor de la confianza real, a la que correspondió dedicándose desde luego a resolver las cuestiones pendientes de los pueblos de indios, a quienes amaba particularmente.

  Fray García Guerra en su corta administración (8 meses), dictó severas órdenes para que les fueran devueltas sus tierras a los indios, las que antes les habían sido quitadas.

  Sin embargo, fray García Guerra sólo pudo gobernar unos meses, pues un accidente le ocasionó la muerte, al subir a su coche se dio un fuerte golpe en la frente ocasionándole un tumor del que ya no pudo sanar debido a su avanzada edad, muriendo el 22 de febrero de 1612.

 DECIMO TERCER VIRREY DE LA NUEVA ESPAÑA.


DON DIEGO FERNÁNDEZ DE CÓRDOBA, 1612 – 1621.

  El 18 de octubre de 1612 toma posesión del virreinato de la Nueva España Don Diego Fernández de Córdoba, Marqués de Guadalcázar. Su administración fue justa, pero no tranquila, ya que tuvo que emprender campañas contra partidas de indios aún no sometidas.

  Estableció el tribunal de tributos y repartimientos de azogue, fundó en 1618 la Villa de Córdoba, tomó posesión del colegio de San Pedro y San Pablo llamado desde entonces San Ildefonso; fundó la ciudad de Lerma y el Mineral de Guadalcázar y prestó noble auxilio a las familias que quedaron desamparadas a consecuencia de un terremoto ocurrido en 1619.

  En ese tiempo los sucesos más notables fueron la sequía y la hambruna que azotaron al reino y obligaron al virrey a dictar las medidas más convenientes para mitigar el hombre mediante el suministro gratuito de granos a los pobres, también dio gran impulso a las obras de desagûe de la ciudad de México con la ayuda del famoso matemático e ingeniero Enrico Martínez, quien diseñó los tajos y otras obras necesarias para la extracción de Las aguas negras de la capital.

  Un acontecimiento notable y pintoresco de la época del virrey Fernández de Córdoba, fue la llegada a México de los diplomáticos japoneses que pasaron por la Nueva España rumbo a Europa, para establecer lazos comerciales en el imperio español.  El virrey recibió a los embajadores, quienes pasearon por las calles de México luciendo su ropaje típico y tratando de congratularse con la población, que los veía con recelo al recordar que en el Japòn había sido martirizado y crucificado el beato mexicano Felipe de Jesús, nacido en la ciudad de México.

  El virrey Fernández de Córdoba enfrentó la sublevación de los indios tepehuanes, así como las violentas partidas de negros cimarrones que infestaban el camino a Veracruz, para lo cual fundó en la sierra madre oriental una Villa que tomó el nombre de su fundador, la actual Córdoba.

  Dejó la Nueva España en marzo de 1621 y salió rumbo al Perú a encargarse del gobierno.  Mientras llegaba el nuevo virrey, la Audiencia, bajo la presidencia del licenciado Paz de Vallecillo, dirigió los destinos de la Nueva España.

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