Bosquejo histórico 4
DON ÁLVARO
MANRIQUE DE ZÚÑIGA 1585-1590
Don Álvaro Manrique de Zúñiga, Marqués de Villa Manrique, llega a México el 17 de octubre de 1585 pero toma posesión de su alto cargo hasta los primeros días de 1586.
Poco después del
inicio de su regencia, la Nueva España entró en un período de grave crisis que
amenazaba con desembocar en guerra civil entre las audiencias de Guadalajara y
México, debido a que el virrey no fue capaz de conciliar las posiciones
encontradas y los conflictos entre las diversas órdenes religiosa apoyadas por
buena parte de la población y la autoridad de los obispos apoyados por las
autoridades; inclusive, los partidarios de las facciones llegaron a enfrentarse
con las armas en la mano.
Estos y otros errores
políticos del virrey provocaron su caída, pues el rey Felipe II decidió
removerlo para evitar la guerra civil, tal y como lo anunciaba la mucha
correspondencia que recibía de México, en la cual se acusaba al virrey de
ineptitud, corrupción, torpeza e imprudencia.
El rey resolvió
someter al Marqués de Villa Manrique a juicio de residencia, con la ciudad de
México como prisión; además, le fueron embargados todos sus bienes, incluyendo
la ropa y los enseres personales de su esposa.
Seis largos años paso arraigado en la capital de lo que fue su virreinato
y luego regresó a España para tratar de reivindicar su honor.
DON LUIS DE VELASCO Hijo. 1590-1595
El 27 de enero de
1590 don Luis de Velasco hijo hace su entrada a México y toma posesión del
virreinato de la Nueva España; otro buen gobernante español, hijo del segundo
virrey del mismo nombre.
Dominó las correrías
de los chichimecas que asolaban por distintas partes del país; a el se debe la
creación de la alameda de la ciudad de México y el sostenimiento del Hospital
Real, promovió nuevas expediciones de conquista y descubrió diversos minerales
en San Luis Potosí.
Luis de Velasco Hijo es considerado como uno de los mejores y
más notables virreyes de la Nueva España.
Su fama trascendió no tanto por la obra material que realizó sino por el
buen tino, tacto y prudencia con que condujo los destinos del reino,
apaciguando los ánimos encendidos, abatiendo la corrupción, estableciendo la
concordia y prodigando atenciones a los problemas de los indios, a quienes
dedicó tiempo y cuidado.
Paradójicamente, el
reconocido don de gentes y espíritu conciliador del virrey tenía su contraparte
en el domicilio conyugal, donde se comportaba como un energúmeno y golpeaba y
maltrataba a su esposa.
Fue un gobernante
hábil, magnánimo y conciliador, pues llevó su administración con el beneplácito
de todos los estratos sociales, militares, clericales y comerciales. En 1595 fue removido al virreinato del Perú.
El rey premió su
lealtad y sus buenos servicios designándolo, al final de su vida, presidente
del Real y Supremo Consejo de Indias, la más alta distinción a que súbdito
español podía aspirar.
DON GASPAR ZÚÑIGA Y ACEVEDO 1595-1603.
Don Gaspar Zúñiga y Acevedo, Conde de Monterrey, tomo posesión de su cargo como virrey de la Nueva España el 5 de noviembre de 1595.
Con este virrey se
continuó con la colonización de la parte septentrional de la colonia iniciada
por su antecesor. Su apoyo fue decisivo
para que el marino Sebastián Vizcaíno recorriera la península de la Baja
California y fundara el puerto de La Paz. A la vez el virrey envió hombres al
inexplorado norte de la Nueva España, a las provincias de la Alta California,
Nuevo México y Texas, y en su honor la recién fundada capital del Nuevo Reino
de León fue llamada Monterrey.
A este virrey le toco presenciar el primer auto de fe de la
inquisición: el 8 de diciembre de 1506, don Luis Carbajal y de la Cueva,
gobernador y conquistador del Nuevo Reino de León, fue juzgado y condenado por
el tribunal de la “demoníaca” y mal llamada santa inquisición por “judaizante”. Su causa fue muy célebre en la colonia por su
trágica muerte en la hoguera.
Por otra parte, el
virrey puso especial empeño en reducir a las naciones indígenas que permanecían
en estado nómada, fundando para ellas poblaciones y dotándolas de tierras para
su sostenimiento. Prohibió, además, que
los indios pudieran vender sus parcelas privadas o las que eran propiedad de
las comunidades, a fin de evitar que fueran víctimas de abusos de españoles y
criollos que, mediante el engaño, se las compraban a precio vil.
En septiembre de 1603
y gracias a su buen desempeño, don Gaspar Zúñiga y Acevedo fue removido al
gobierno de Perú recibiendo en su partida grandes homenajes de los indios y en
general de los habitantes de la Nueva España por su honradez, su justicia y
buen gobierno.
DON JUAN DE MENDOZA Y LUNA.
1603-1607.
Octubre 13 de 1603. Recibe este día el gobierno de la Nueva
España Don Juan de Mendoza y Luna, Marqués de Montesclaros, Caballero de
Santiago y Gentil Hombre de Cámara del Rey.
Durante su gobierno
tuvo que afrontar una de las grandes inundaciones que periódicamente azotaban
la ciudad de México, iniciando obras de desagûe así como la construcción de las
calzadas de Guadalupe, San Cristóbal, San Antonio Abad y Chapultepec.
Buena parte de su
acción gubernativa tuvo que dedicarla en primer lugar a auxiliar en lo posible
a los miles de damnificados y a la limpieza y desazolve de casas y calles;
luego, a tratar de prevenir desastres de tal naturaleza construyendo diques,
conductos de desagûe, canales y atarjeas, y empedrando y adoquinando las calles
para evitar la acumulación de polvo, medidas todas muy loables, pero inútiles
para contener las aguas que, por la pésima ubicación de la ciudad, continuaron
anegándola.
El virrey quiso poner
en práctica una solución radical; cambiar de sitio la capital de la Nueva
España y llevarla a Tacubaya, un lugar alto fuera del vaso del antiguo lago en
que se asentaba la ciudad, pero se lo impidió la oposición de los vecinos, que
usaron como argumento las muchas obras arquitectónicas que se perderían si la
ciudad se trasladaba.
Durante su corta
administración de cuatro años, se preocupó por la pacificación de la colonia y
por la población india, méritos que le valieron para su traslado al virreinato de
Perú en 1607.
DON LUIS DE VELASCO hijo.
1607 – 1611
Don Luis de Velasco, hijo, había obtenido la licencia para dejar el gobierno del Perú y venir a la Nueva España a pasar sus últimos días y atender sus encomiendas de Atzcapotzalco y Tultitlán.
Estando ya en México,
y sin desearlo él, le fue conferido el nombramiento de Virrey de la Nueva
España por segunda ocasión en substitución del Marqués de Montesclaros que a su
vez fue trasladado al Perú; el clásico “enroque” político de nuestros actuales
e inefables gobiernos.
Para entonces ya
tenía 74 años y aun así aceptó gobernar por segunda ocasión a la Nueva España; no
se le podía decir que no al “divino” soberano, lo mismo que en la actualidad.
Dos veces fue virrey
de la Nueva España quien fue hijo de quien había sido el segundo representante
del rey de España en estas tierras. Dos
monarcas distintos, Felipe II y Felipe III, confiaron en él para el gobierno de
la Nueva España, y las dos veces cumplió de manera más que satisfactoria el
encargo; Además en el período intermedio entre sus dos mandatos, fue virrey de
Perú.
Su vida pública fue
siempre intachable y muy apreciada por sus contemporáneos. Su prestigio fue tan grande que no sólo ocupó
tres veces el cargo de virrey ----dos en México y una en Perú----, sino que el
rey premió su lealtad y sus buenos servicios designándolo, al final de su vida,
presidente del Real y supremo consejo de Indias, la más alta distinción a que
un súbdito español podía aspirar.
FRAY GARCÍA GUERRA – 1611-1612.
El dominico fray García Guerra llegó a México a ocupar la sede arzobispal en el año de 1607, pero el rey Felipe III para substituir al destacado virrey don Luis de Velasco, a quien era difícil encontrarle un sucesor digno de su altura y méritos.
El arzobispo los
tenía, y su fama de hombre recto, prudente y generoso lo hizo merecedor de la
confianza real, a la que correspondió dedicándose desde luego a resolver las
cuestiones pendientes de los pueblos de indios, a quienes amaba
particularmente.
Fray García Guerra en
su corta administración (8 meses), dictó severas órdenes para que les fueran
devueltas sus tierras a los indios, las que antes les habían sido quitadas.
Sin embargo, fray
García Guerra sólo pudo gobernar unos meses, pues un accidente le ocasionó la
muerte, al subir a su coche se dio un fuerte golpe en la frente ocasionándole
un tumor del que ya no pudo sanar debido a su avanzada edad, muriendo el 22 de
febrero de 1612.
El 18 de
octubre de 1612 toma posesión del virreinato de la Nueva España Don Diego
Fernández de Córdoba, Marqués de Guadalcázar. Su administración fue justa, pero
no tranquila, ya que tuvo que emprender campañas contra partidas de indios aún
no sometidas.
Estableció el
tribunal de tributos y repartimientos de azogue, fundó en 1618 la Villa de
Córdoba, tomó posesión del colegio de San Pedro y San Pablo llamado desde entonces
San Ildefonso; fundó la ciudad de Lerma y el Mineral de Guadalcázar y prestó
noble auxilio a las familias que quedaron desamparadas a consecuencia de un
terremoto ocurrido en 1619.
En ese tiempo
los sucesos más notables fueron la sequía y la hambruna que azotaron al reino y
obligaron al virrey a dictar las medidas más convenientes para mitigar el
hombre mediante el suministro gratuito de granos a los pobres, también dio gran
impulso a las obras de desagûe de la ciudad de México con la ayuda del famoso
matemático e ingeniero Enrico Martínez, quien diseñó los tajos y otras obras
necesarias para la extracción de Las aguas negras de la capital.
Un
acontecimiento notable y pintoresco de la época del virrey Fernández de
Córdoba, fue la llegada a México de los diplomáticos japoneses que pasaron por
la Nueva España rumbo a Europa, para establecer lazos comerciales en el imperio
español. El virrey recibió a los
embajadores, quienes pasearon por las calles de México luciendo su ropaje
típico y tratando de congratularse con la población, que los veía con recelo al
recordar que en el Japòn había sido martirizado y crucificado el beato mexicano
Felipe de Jesús, nacido en la ciudad de México.
El virrey
Fernández de Córdoba enfrentó la sublevación de los indios tepehuanes, así como
las violentas partidas de negros cimarrones que infestaban el camino a
Veracruz, para lo cual fundó en la sierra madre oriental una Villa que tomó el
nombre de su fundador, la actual Córdoba.
Dejó la Nueva
España en marzo de 1621 y salió rumbo al Perú a encargarse del gobierno. Mientras llegaba el nuevo virrey, la
Audiencia, bajo la presidencia del licenciado Paz de Vallecillo, dirigió los
destinos de la Nueva España.
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