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domingo, 26 de febrero de 2023

BOSQUEJO HISTÓRICO // Rafael Urista de Hoyos

BOSQUEJO HISTÓRICO 5 

 DECIMO CUARTO VIRREY DE LA NUEVA ESPAÑA.

DON DIEGO CARRILLO DE MENDOZA Y PIMENTEL  1621-1624

El 12 de septiembre de 1621 asume el poder de la Nueva España Don Diego Carrillo de Mendoza y Pimentel, Marqués de Gelvez y Conde de Priego.

  Durante el tiempo de su mandato se iniciaron las cátedras de cirugía en la Universidad. En 1622 se dedicó muy especialmente a perseguir a los bandidos, haciendo que se activasen los procesos y se ejecutasen las sentencias, cuidó con esmero la hacienda pública. En 1623 se opuso enérgicamente al monopolio del maíz granjeándose la enemistad de los acaparadores influyentes.

  Era de un carácter enérgico y violento que perseguía con severidad a los malhechores, sin embargo,  uno de ellos se acogió al amparo del arzobispo don Juan Pérez de la Serna demandando el derecho de asilo eclesiástico, que lo protegía de la autoridad civil, la cual tenía prohibido violar los recintos sagrados.

  El virrey ordenó se embargaran los bienes del clero y se aprehendiera al arzobispo provocando con esto que el pueblo se amotinara.  Tratando de calmar a la población, el virrey salió al balcón principal del Palacio virreinal pero fue apedreado por la muchedumbre, que luego asaltó el palacio, lo saqueó y le prendió fuego refugiándose el virrey en el Convento de San Francisco.

  El suceso revela una de las características esenciales del régimen virreinal heredada por el México independiente: la celosa defensa de las jurisdicciones y la inmunidad de los eclesiásticos, quienes al chocar con la autoridad civil provocaban trastornos y desórdenes que cimbraban a la pacífica y monótona sociedad colonial, acostumbrada a la vida sin sobresaltos, salvo los ocasionados por las fuerzas de la naturaleza.

  Su majestad, el rey Felipe IV, descontento con los sucesos, mostró su enojo con ambos personajes, ordenando el traslado del virrey Marqués de Gelvez a España y removiendo al arzobispo Pérez de la Serna, a quien transfirió como obispo a la ciudad de Zamora, en España.  Los dos, a juicio del rey, se habían equivocado al pelear por algo tan sin sentido como los privilegios, las inmunidades y las jurisdicciones, a riesgo de provocar el escándalo público.

  Mientras tanto la Audiencia tomó el gobierno de la colonia el tiempo que estuvo ausente el virrey y enviaban a otro para substituirlo.

 DECIMO QUINTO VIRREY DE LA NUEVA ESPAÑA

DON RODRIGO PACHECO Y OSORIO  1624 -1635

 


Llega a gobernar a la Nueva España el 3 de noviembre de 1624 don Rodrigo Pacheco y Osorio, Marqués de Cerralvo.

  La primera misión que el monarca español confió al Marqués de Cerralvo, flamante virrey de la Nueva España, fue establecer la paz después del motín que propició la caída del Marqués de Gelvez.  El carácter conciliador y justiciero de don Rodrigo le permitió llevar a buen término la tarea, y aunque habían sido cientos los participantes de la asonada, se conformó con aplicar el rigor de las leyes en unos cuantos culpables del saqueo y del incendio del palacio, a los que hizo colgar como escarmiento.

  En 1629 se desbordó el río Acolhuacán, lo que provocó una severa inundación que costó la vida a varios miles de indígenas que murieron ahogados.  La mayor parte de las familias españolas se vieron obligadas a emigrara a Puebla.  Tuvo varios disgustos con el arzobispo Manzo porque éste se oponía a que la virreina visitara los conventos de las monjas, reviviendo nuevamente los privilegios y las inmunidades de la clase eclesiástica.

  Hizo construir un fuerte en la provincia de Nuevo León  del que aún se conserva la construcción con el nombre del virrey.  Aceleró las obras del deasagûe que en Huehuetoca constuía el ingeniero Enrico Martínez, a quien tuvo que poner preso unos días en virtud de ciertos conflictos en el pago de sus honorarios. Para evitar inundaciones, Pacheco y Osorio impulsó el desarrollo de grandes obras de ingeniería que costaron muy caras al erario, pues, se murmuraba, el virrey recibía un elevado porcentaje de los contratistas a quienes encomendaba los proyectos.

  Pese a que el Marqués de Cerralvo tenía fama de corrupto, el rey de España, Felipe IV, lo mantuvo en el gobierno más de diez años, lo cual se explica debido a las excelentes relaciones del virrey con el favorito del monarca, el Conde de Olivares, a quien seguramente remitía parte de las ganancias ilícitas obtenidas de los contratos de obras públicas.

  En 1635 regresó a España al presentar su renuncia por motivos de salud, sin embargo, quedó la certera impresión entre el pueblo de que llegó pobre y se fue rico; se sabe que regresó a España inmensamente rico; un pobre millonario a la usanza de los políticos mexicanos actuales.

 DECIMO SEXTO VIRREY DE LA NUEVA ESPAÑA.

DON DIEGO LOPE DÍEZ DE ARMENDÁRIZ  1635 – 1640.

 


Don Diego Lope Díez, Marqués de Cadereyta llega a la ciudad de México el 16 de septiembre de 1635 a encargarse del gobierno de la Nueva España.  Fue el primer criollo que gobernó la Nueva España, lo que despertó el entusiasmo de la población mexicana que veía en el nuevo virrey a un representante no sólo del monarca sino también de sus propios sentimientos y aspiraciones. Fue un gobernante recto y moderado; se empeñó en remediar los males causados por las inundaciones y procuró adelantar las obras del desagûe.

  Durante su gobierno, en el año 1637, varios sismos de gran intensidad sacudieron a la ciudad de México, destruyendo parte importante de las obras del desagûe que fue necesario volver a edificar con gran costo para la hacienda pública.

  Por otra parte, el virrey se preocupo especialmente de los indios, ratificó la abolición de la esclavitud y envió a la cárcel a quienes se atrevieran a comprar o vender indígenas, además, deseando  fortalecer la presencia novohispana en el norte del territorio fundó la villa que lleva su nombre en el reino de Nuevo León; fue muy querido por el pueblo.

  El Marqués de Cadereyta tuvo serios problemas con el rey y con las autoridades de Madrid, debido a que se le exigió obtener de los mexicanos grandes cantidades de dinero, supuestamente necesarios para sufragar las guerras de la Corona española en Europa, pero en realidad destinadas a los gastos de la casa real. 

  El rey de España. Felipe IV, tuvo el descaro de recordar a sus súbditos de la Nueva España “la obligación en que estaban de darle la mayor cantidad posible de dinero, compensando así el amor que les profesaba”.  El virrey trató de oponerse y dio a conocer a la Corte algunas reflexiones que fueron muy mal recibidas.

  Sin mediar ninguna explicación, el virrey don Lope Díez de Armendáriz, Marqués de Cadereyta, fue destituido por el rey  en agosto de 1640 y sometido a juicio de residencia.

 DECIMO SEPTIMO VIRREY DE LA NUEVA ESPAÑA

DIEGO LÓPEZ PACHECO CABRERA Y BOBADILLA 1640 – 1642.

  


Recibe el poder de la Nueva España el 28 de agosto de 1640 don Diego López Pacheco Cabrera y Bobadilla, Marqués de Villena y Duque de Escalona, Grande de España de Primera Clase; llegó a México acompañado por el obispo de Puebla don Juan de Palafox y Mendoza, que venía a residenciar a los dos últimos virreyes. Cerralvo y Cadereyta; el juicio de residencia en aquel entonces viene a ser lo que ahora sería el arraigo judicial.

  Perteneciente a la más rancia aristocracia española, el Marqués de Villena llegó a la Nueva España con aires de gran señor y comenzó a gobernar con mucha prepotencia.  Vivía con esplendidez en el Palacio virreinal, donde, se rumoreaba, los abusos y la corrupción eran cosa común y corriente. No fue un gobernante distinguido, le gustaba mucho la bohemia, las fiestas y la ostentación, procuró sacar dinero de donde lo hubiera para mandarlo a España para enriquecer sus caudales.

  Sin embargo, no fue la frívola conducta del virrey lo que propició su caída, sino las sospechas en su contra en razón de su parentesco con el Duque de Braganza (eran primos hermanos),  noble portugués que encabezó la revuelta de su tierra natal, Portugal, contra la dominación española lo que finalmente consiguió (Portugal era posesión de la Corona española desde el reinado de Felipe II). Ese parentesco generó rumores de que quería desconocer al rey español, separar a la Nueva España de la Corona española y unirla al naciente reino de Portugal.

  El virrey perdió la confianza del monarca, quien encomendó al obispo de Puebla don Juan de Palafox y Mendoza y quien además era Visitador General de la Nueva España, que armara una acusación contra él, lo arrestara y lo sometiera a juicio de residencia. El obispo se presentó en el palacio y sin resistencia alguna puso preso al Marqués de Villena y le embargó todos sus bienes y el mismo obispo se encargó de juzgarlo y enviarlo a España.

  Al final el Marqués de Villena fue declarado inocente.  Aclaradas las cosas, el rey ofreció reinstalarlo en el virreinato de la Nueva España, pero Villena no aceptó prefiriendo ir a gobernar Sicilia.

 DECIMO OCTAVO VIRREY DE LA NUEVA ESPAÑA

DON JUAN DE PALAFOX Y MENDOZA  1642

 


El primero de junio de 1642 inició su mandato Don Juan de Palafox y Mendoza y lo termino cinco meses después ya que el rey lo nombró virrey interino en tanto llegaba a México la persona que substituiría al depuesto Marqués de Villena.

  Obispo de Puebla y arzobispo electo de México, fue nombrado virrey provisional por algunos meses.  Era intolerante y de mal carácter, aunque en sus cinco meses de gobierno hizo más por los indios que muchos virreyes en años de gobernantes.

  En su corta administración depuso a dos Oidores que faltaron a sus deberes hechos sin precedentes ya que los Oidores eran personajes nombrados directamente por el rey y actuaban como fiscalizadores de las funciones del virrey en turno.  Manejo la hacienda real con absoluta honradez habiendo dejado las arcas llenas al dejar el poder.  

  En el aspecto intelectual, el arzobispo Palafox fue uno de los hombres más notables de su tiempo y al final dejó escritos numerosos libros que posteriormente se han publicado.  Actualmente es famosa y tradicional la biblioteca Palafoxiana en donde se encuentran todas sus obras.

  Personaje de muchos conocimientos y de gran influencia política, Palafox gozaba de la confianza del monarca, quien no dudó en encomendarle, además, que juzgara a los tres virreyes anteriores a quienes se les mantenía en México en juicio de residencia; sin embargo, en los pocos meses en que ejerció el mando supremo de la Nueva España, poco fue lo que pudo hacer.

  Llevado por su espíritu modernizador, enemigo de todo lo que hacía referencia al pasado, el virrey Palafox ordenó cambiar el escudo mexicano, que mostraba a un águila sobre un nopal devorando una serpiente, y lo substituyó por la imagen de un pegaso, caballo alado que, según él, representaría el anhelo de los novohispanos para llegar al cielo.  Por supuesto, a los pocos años, se regresó al viejo y tradicional escudo de armas de México.

  La fama de Palafox no proviene de su breve encargo como virrey, sino de su carácter dinámico y a la vez conflictivo que en Puebla estalló varias veces, sobre todo cuando se enfrentó a los sacerdotes de la Compañía de Jesús.  Celoso defensor de las prerrogativas del rey por encima de las de la Iglesia, pese a ser él mismo un eclesiástico, sus controversias y disputas tuvieron resonancia mundial e involucraron no solamente al rey de España sino también al Papa.

  Al término de su mandato renunció al arzobispado de México y volvió al obispado de Puebla de donde fue removido y enviado a Osma, el obispado más pobre de España, donde años más tarde murió.

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