BOSQUEJO HISTÓRICO 13
QUINCUAGESIMO
VIRREY DE LA NUEVA ESPAÑA.
DON ALONSO NÚÑEZ
DE HARO Y PERALTA
Mayo 8 a
Agosto 16.
Como no había pliego de mortaja, al morir el anterior virrey, conde de Gálvez, continua gobernando el primer regente don Eusebio Beleño , hasta el 8 de mayo de 1787 (7 meses) en que toma posesión del virreinato de la Nueva España, el arzobispo de México Don Alonso Núñez de Haro y Peralta.
Durante 3 meses como
virrey interino el arzobispo de México, hombre recto y prudente, y como buen
sacerdote se preocupó por la situación de muchos indios que, engañados por los patrones, vivían en un estado de
esclavitud disimulada.
Para liberarlos, el
virrey reorganizó el juzgado general de indios a fin de hacer más expedita y
rápida la justicia, además, para compensar a los que perdieron trabajadores,
ordenó la compra de esclavos negros en Cuba Y Venezuela, utilizando fondos de
la real Hacienda para adquirirlos de los traficantes ingleses.
Luego de entregar el mando del virreinato, el
arzobispo Núñez de Haro permaneció en México al frente de su arquidiócesis,
hasta su muerte.
DON MANUEL ANTONIO FLORES MALDONADO-
MARTÍN DE ANGULO Y BODQUIN – 1787 – 1789
Don Manuel Antonio
Flores, conde de Calatrava, había sido ya virrey pero de la Nueva Granada en
América del Sur, en el territorio que comprende las actuales Colombia, Panamá y
Venezuela. En reconocimiento de sus
méritos fue designado virrey de la Nueva España, lo que indica claramente que
el traslado a México era considerado un ascenso en virtud de la importancia económica,
política y social de esta colonia. En
efecto: la Nueva España suministraba a la corona española dos terceras partes
de la riqueza que se recibía de América; el resto era aportado por los
virreinatos de Perú, Nueva Granada y Río de la Plata.
Durante su gobierno,
en México se dio un gran florecimiento cultural e intelectual, con notable
preponderancia de las ciencias, pues se inauguró el Jardín botánico, que
conservaba ejemplares de todas las plantas del país; y se fortaleció la obra
científica y educativa del Colegio de minería, que se convirtió en una de las
mejores instituciones del mundo, pues entre sus profesores y directivos contaba
con algunos de los sabios con mayor reconocimiento en el ámbito universal como
Fausto Elhuyar y Andrés del Río, quienes descubrieron el tungsteno y el vanadio,
elementos químicos que serían incluidos en la tabla periódica de los elementos.
Además, Manuel
Antonio Flores patrocinó una expedición para poblar la isla de Nutka, en
Alaska, que pertenecía a España y a partir de entonces dependió del virreinato
de México. Luego tuvo que enfrentar las
reclamaciones inglesas sobre ese territorio que culminarían años más tarde
cuando la isla fue cedida a los británicos.
Este gobernante era
ya de edad avanzada y con pocas dotes de mando, sin embargo, se preocupó por el
ejército virreinal y su organización llegando a formar tres batallones
llamados: Nueva España, México y Puebla.
El 4 de diciembre de 1788 muere el rey Carlos III y el virrey obligó a
los padres de familia a llevar luto por seis meses, bajo pena de cincuenta
pesos de multa.
Sintiéndose cansado y
enfermo, el virrey conde de Calatrava pidió ser substituido, solicitud que le
fue concedida pronto, pues el nuevo rey, Carlos IV, ya tenía en mente su relevo
nombrando en su lugar al segundo conde de Revillagigedo.
DON JUAN VICENTE DE GÜEMES PACHECO DE PADILLA-
HORCASITAS Y AGUAYO. 1789
a 1794.
El 17 de octubre de 1789 toma posesión del virreinato de la
Nueva España Don Juan Vicente de Güemes Pacheco de Padilla Horcasitas y Aguayo,
segundo Conde de Revillagigedo, en solemne ceremonia en la Colegiata de la
Villa de Guadalupe. Nació en La Habana,
Cuba, hizo sus estudios y carrera militar en las tropas de la Casa Real. La firmeza de su carácter y la prudencia, fueron las dotes que desplegó
durante su gobierno.
El segundo conde de
Revillagigedo fue sin duda alguna el mejor gobernante que tuvo la Nueva
España. No sólo fe honrado, prudente y
justiciero, como varios de sus antecesores, sino que contó con virtudes que
escasamente tuvieron los demás virreyes:
fue dinámico, emprendedor, visionario e incansable. Dotado de gran capacidad para el trabajo,
tenía además la pasión de realizar una obra duradera y de beneficio común,
motivado por la buena voluntad y la satisfacción del deber cumplido, sin aspirar
a mayores honores ni a enriquecerse ni simple ni desmesuradamente.
Si algún virrey puede
calificársele de estadista, es, sin duda, el segundo conde de Revillagigedo. A efecto de separar lo que correspondía a la
Real Hacienda e incrementar la recaudación de impuestos que beneficiaran a los
novohispanos, ordenó un minucioso estudio de las rentas que producía la Nueva
España.
Además, bajo su
gobierno por primera vez se recopilaron y reunieron los papeles de las oficinas
públicas, que hasta entonces se hallaban dispersos, ordenando la creación de lo
que es hoy el archivo general de la nación.
Pero su mayor obra en cuanto utilidad práctica fue la realización del
primer censo de población de la Nueva España, que permitió conocer el tamaño
exacto de la población, su raza y su modo de vida.
Dictó beneficios para
hermosear y limpiar la ciudad de México, la que más tarde se consideró como la
ciudad más grande y bonita del nuevo mundo:
mandó asear el palacio virreinal y desalojar los puestos ambulantes de
comida
de la acera del mismo; prohibió bajo severas penas arrojar
basura en las calles; mandó recoger los cerdos y vacas que vagaban por las
calles de la ciudad; mando empedrar las principales calles, construyó atarjeas
y encauzó las grandes acequias que cruzaban la ciudad.
La ciudad de México
al llegar Revillagigedo era una urbe fea, maloliente, sucia, desordenada,
insalubre, descuidada e insegura. El
nuevo virrey, cuya primera preocupación fue la capital del virreinato, comenzó
por introducir desagüe y atarjeas en todas las calles, sin que una sola quedara
sin drenaje. Luego las empedró a todas por igual e instaló el alumbrado público
para iluminarlas de noche, instaló el servicio de limpia y recolección de
basura e hizo numerar las casas.
Ordenó el
embellecimiento de paseos, plazas y alamedas, controló el caos vial de la
ciudad, introdujo los coches de alquiler y organizó el servicio de policía y
vigilancia, tanto el diurno como el que por las noches prestaban los llamados
serenos. Persiguió sin piedad a los
ladrones y asesinos, caracterizándose su gobierno por la mano dura que usó
contra los criminales. Gracias a
Revillagigedo la ciudad de México fue llamada “Ciudad de los Palacios”.
El ejemplo de la
ciudad de México se extendió hacia las principales ciudades del reino. Así, fueron beneficiadas poblaciones como
Veracruz, Toluca, Mazatlán, Guadalajara, San Blas y Querétaro. Además, para mejorar la comunicación de las
distintas poblaciones y aumentar el tráfico comercial, ordenó Güemes el diseño
y construcción de una amplia red de caminos modernos, destacando el que corría
de México al puerto de Veracruz, el que para construirlo se realizaron grandes obras
de ingeniería para salvar ríos y barrancos.
Pidió prestados
ciento cincuenta mil pesos para continuar sus obras; pidió al sabio José de Alzáte perfeccionara el
estudio sobre la seda silvestre para favorecer al indígena, encomendándoles a
ellos el proceso de elaboración y la venta del producto, así como el usufructo
del valor recabado.
El 17 de diciembre de
1790 al estar ejecutando obras en la plaza mayor, se encontró la famosa piedra
“Tonalamatl”, el “Calendario azteca”,
ordenando el virrey fuera enviada al arqueólogo Don Antonio de León y
Gama para su estudio y descripción y traducción de los jeroglíficos ; mejoró el servicio de correos en todo el país,
aumentando las estafetas a lugares muy remotos y con diligencias que conducían
correspondencia y bultos grandes.
Por su honradez
manejó los fondos públicos y la febril actividad que desarrolló en bien de la
capital la Nueva España, se conquistó
muchos enemigos, los que se confabularon para promoverle un juicio de
residencia. El Consejo de Indias recibió
el proceso y este tribunal falló la “inculpabilidad”, condenando a los
regidores de México al pago de las costas (gastos del proceso) por haberle
formado inicua y difamatoria acusación.
Revillagigedo no
llegó a saber de su rehabilitación, pues triste y colmado de desengaños entregó
el bastón de mando el 12 de julio de 1794, muriendo el 2 de mayo de 1799. El rey Carlos IV para honrar su memoria, le
dio la recompensa del título de “Grande de España” con derecho a sus descendientes
Los mexicanos le han concedido siempre al segundo conde de
Revillagigedo un lugar destacado en la historia patria. La mayoría de los historiadores mexicanos
están de acuerdo de que él y Bucareli son los mejores gobernantes que ha tenido
México en “TODA SU HISTORIA” abarcando todos los años hasta este 2023.
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