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domingo, 29 de octubre de 2023

BOSQUEJO HISTÓRICO // Rafael Urista de Hoyos


TRIGESIMO TERCER PRESIDENTE DE MÉXICO

SEBASTIÁN LERDO DE TEJADA.

Presidente Interino, julio 18 a noviembre 30 de 1872.

Presidente Constitucional, Diciembre 1º, 1872 a nov. 30, 1876.

  Los gobiernos conservador y monárquico, establecidos frente al gobierno constitucional de Juárez, acabaron al ser fusilado Maximiliano.

  Juárez se reinstaló en la capital de la República, después del glorioso peregrinar con que mantuvo el decoro de la patria y la continuidad del gobierno legal.  Desde luego reimplanta el orden constitucional interrumpido en algunas partes del país por las actividades de las guerrillas conservadoras y algunas sublevaciones, de las cuales la más importante es la del general Porfirio Díaz, conocida como la del Plan de la Noria del 8 de noviembre de 1871 y que estaba en pleno desarrollo a la muerte del benemérito.

  El licenciado Lerdo de Tejada se hizo cargo de la presidencia por ministerio de ley, por ser Presidente de la Suprema Corte de Justicia de la nación.  Convocó a elecciones, en las que figuraron como candidatos el general Díaz y el mismo; triunfó y asumió el cargo de Presidente Constitucional, el 1º de diciembre de 1872.

  Nuevas insurrecciones perturbaron su gobierno; la más grave fue la tuxtepecana acaudillada por el general Porfirio Díaz, cuando Lerdo convocó a elecciones reeligiéndose para un nuevo período; pero el Presidente de la Suprema Corte de Justicia, licenciado José María Iglesias, declaró fraudulenta la elección, y ello sirvió de base a Porfirio Díaz para lanzar su Plan de Tuxtepec. Las fuerzas federales fueron derrotadas en la Hacienda de Tecoac, Estado de México, y Lerdo huyó a los Estados Unidos; mientras tanto el licenciado Iglesias asumía el cargo de presidente con el título de Presidente Legalista ordenado por la Suprema Corte de Justicia de la cual era su presidente.

  El licenciado Sebastián Lerdo de Tejada era poseedor de una muy clara inteligencia y muy vasta su formación intelectual, era un acérrimo liberal y fue el ministro y consejero más brillante del Presidente Juárez cuando enfrentó la intervención francesa y el imperio de Maximiliano (1862 – 1867).

  Abogado con un claro espíritu antirreligioso pues era un consumado ateo.  Fue presidente de la Suprema Corte de Justicia de la nación en 1871, pero la repentina muerte de Juárez (18 de julio de 1872) lo llevó de inmediato a la presidencia del país.  Bajo su gestión, el gobierno el gobierno acabó con el cacique indígena rebelde de Nayarit, Manuel Lozada: “El Tigre de la Sierra  de Álica”, además estableció la Cámara de Senadores e inauguró el ferrocarril a Veracruz.

  Pero la soberbia nubló su inteligencia y buen juicio.  Durante su gobierno revivió el espíritu antirreligioso y se desataron las pasiones que parecían enterradas desde la caída del imperio (1867).  Elevó a rango constitucional las Leyes de Reforma (1873), suprimió la orden de las Hermanas de la Caridad y expulso a varios jesuitas debido a su acendrado jacobinismo (sinónimo de enemigo de la iglesia).

  Sus medidas radicales antirreligiosas pusieron a gran parte de la sociedad en su contra y su fraudulenta reelección en 1876 terminó en un golpe de Estado. Frente a la rebelión de Porfirio Díaz, Lerdo abandonó la presidencia y permaneció en la ciudad de Nueva York, USA, hasta su muerte.

  Sebastián Lerdo de Tejada nació en Jalapa, Veracruz, el 24 de abril de 1823.  Hombre de gran talento y vasta preparación cultural, se le considera uno de lo grandes oradores de la historia en México.  Fue secretario de Relaciones Exteriores y notable internacionalista.  Murió en la ciudad de Nueva York, el 21 de abril de 1889.

 


 TRIGESIMO CUARTO PRESIDENTE DE MÉXICO

JOSÉ MARÍA IGLESIAS

Presidente legalista:  dic. 28, 1876 a marzo 15, 1877.

  Ocupó la presidencia por un estricto respeto a la legalidad y no por el deseo personal de ejercer el poder.  Como presidente de la Suprema Corte de Justicia de la nación, Iglesias se había negado a reconocer la reelección de Lerdo de Tejada ---producto de un fraude escandaloso--- y mucho menos sumarse a la rebelión de Porfirio Díaz.

  Por mandato de ley, y en su calidad de vicepresidente ---así lo tenía previsto la Constitución de 1857, el presidente de la corte también ejercía la vicepresidencia de la República--- Iglesias debía asumir el poder ejecutivo interinamente, convocar a nuevas elecciones y sofocar el levantamiento del caudillo oaxaqueño.  Era el único camino para mantener el orden constitucional.

  Mediante un manifiesto expedido en Guanajuato, donde estableció su gobierno, justificó jurídicamente su proceder y asumió legalmente la presidencia de la República.  Pero ni Lerdo, que seguía considerándose presidente, ni Díaz, el rebelde, le dieron importancia al notable jurista cuya trayectoria profesional era admirable: abogado, profesor de física y derecho, periodista, escritor, diputado, ministro y magistrado de la Corte.  Había acompañado a Juárez cuando su gobierno tuvo que peregrinar por el norte del país durante el imperio de Maximiliano.

  Al renunciar a la presidencia el licenciado Lerdo de Tejada, el licenciado José María Iglesias, como Presidente de la Suprema Corte de Justicia de la nación, se proclamó presidente de la República y abandonó la capital para refugiarse en el interior del país.

  Infructuosas negociaciones de paz se llevaron a cabo entre Díaz e Iglesias, y una vez rotas se apeló a las armas, dando por resultado la derrota de Iglesias, quien fue batido en la Hacienda de La Capilla, en Querétaro. El derrotado se dirigió a Guadalajara, de ahí a Mazatlán, donde un buque lo llevó al exilio en los Estados Unidos.

  Su vasta experiencia y calidad moral fueron insuficientes para detener el avance de las tropas porfiristas, y el orden constitucional se rompió cuando se vió obligado a dejar el país y el gobierno en manos de Porfirio Díaz.

 


TRIGESIMO QUINTO PRESIDENTE DE MÉXICO

GENERAL JUAN N. MÉNDEZ

Presidente Interino:  dic. 6, 1876 a feb. 17, 1877.

  Llegó a la presidencia con una sola consigna:  custodiar la silla presidencial mientras Porfirio Díaz sometía a las últimas fuerzas de Lerdo de Tejada y José María Iglesias.  Era liberal por convicción, había hecho de la carrera de las armas una forma de vida y se había batido con bizarría en casi todas las guerras de la mitad del siglo XIX, se convirtió en uno de los hombres de confianza del general Díaz tras secundarlo en sus rebeliones de 1871 y 1876.

  Al ocupar la ciudad de México, Días quiso guardar las formas legales y nombró a Méndez presidente interino.  A su vez, El nuevo jefe del ejecutivo nombró a Porfirio Díaz, general en jefe del ejército de operaciones, con la encomienda de reducir al enemigo que aún permanecía en pie de guerra.

  Méndez fue definido por la prensa como un hombre mediocre e inepto, pero cumplió su misión sin problemas:  durante poco más de un mes cuido la banda presidencial a Díaz y le allanó el camino al Palacio Nacional.

  Hombre afable, educado y de buenas costumbres, en unos días se ganó la confianza de los capitalinos.  Era atento, obsequioso y galante, y en su breve período (73 días) demostró ser un hombre refinado y de trato exquisito.  Satisfecho por sus servicios a la patria, al dejar el poder ocupó la Suprema Corte de Justicia Militar.

  Juan N. Méndez nació en Tetela de Ocampo, Puebla, el 2 de julio de 1824.  Legó a general de división; dos veces fue gobernador de Puebla.  Murió siendo Presidente de la Suprema Corte de Justicia Militar, el 29 de noviembre de 1894.

 


 TRIGESIMO SEXTO PRESIDENTE DE MÉXICO

GENERAL MANUEL GONZÁLEZ

Presidente Constitucional   Dic. 18, 1880 a 30 de nov. De 1884.

  Se inició en las armas en 1847 en los combates contra los invasores angloamericanos.  Llega a ser general de división y lucha indistintamente al lado de conservadores y liberales.  Jefe del Estado Mayor del general Díaz, combatió junto con éste en las campañas triunfales de 1866 y 1867 contra el imperio de Maximiliano.  Se adhirió a los planes rebeldes de su jefe de La Noria y Tuxtepec.

  En 1877 fue gobernador del Estado de Guajajuato (pese a que era tamaulipeco); posteriormente secretario de guerra y marina, hasta que, hombre de las confianzas y compadre del general Díaz, fue elegido e impuesto por los movimientos electorales de oaxaqueño, presidente de la República para el período de 1880 a 1884.

  Sin embargo, Manuel González era un guerrero no un político y menos un administrador.  La silla presidencial fue la forma en que Díaz agradeció a su compadre el apoyo militar prestado durante la rebelión de Tuxtepec.  Pero de nada le valieron sus cualidades militares.  Su inexperiencia en la política y en la administración pública, eran evidentes.

  El impulso a la construcción de los ferrocarriles, el crecimiento de la red telegráfica y la fundación del importante Banco Nacional de México, logros muy importantes para el crecimiento del país, palidecieron ante los escándalos sexuales y de corrupción que envolvieron a su gobierno.

  La emisión de moneda de níquel que intentaba substituir a la plata originó un violento motín en la ciudad de México y el reconocimiento de la deuda inglesa desencadenó una serie de rumores que involucraban al presidente en negocios turbios.

  Los escándalos ---como la reforma al código civil para favorecer a su esposa—acabaron con su reputación  y aunque detrás de los ataques se encontraba su compadre Díaz, al concluir su período, González demostró su lealtad y le devolvió la presidencia de la República.

Manuel González nació en Matamoros, Tamaulipas, el 17 de junio de 1832.  Luchó contra las invasiones angloamericanas y francesas y al lado de los liberales en la Guerra de Reforma. Fue gobernador de Guanajuato, aún siendo presidente y es el único caso en la historia de México que un presidente en funciones sea al mismo tiempo gobernador de un Estado; la legislatura de Guanajuato nombró y el acepto ser gobernador del Estado el 26 de septiembre de 1884  aún cuando su período presidencial terminaba el 30 de noviembre del mismo año.  ¡¡clásicos diputados mexicanos!!

  Murió en la Hacienda de Chapingo, Estado de México, que era de su propiedad, el 8 de mayo de 1893.  Se le inhumó en la Rotonda de las personas ilustre para vergüenza de los ahí sepultados.

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