Entradas populares

domingo, 5 de marzo de 2023

BOSQUEJO HISTÓRICO // Rafael Urista de Hoyos

Bosquejo Histórico  6            

DECIMO NOVENO VIRREY DE LA NUEVA ESPAÑA

DON GARCÍA SARMIENTO DE SOTOMAYOR 1642 – 1648

 


Don García Sarmiento de Sotomayor, Conde de Salvatierra y Marqués de Sabroso inicio su mandato el 23 de noviembre de 1642 y lo ejerce hasta mayo de 1648 en que fue enviado al Perú.

  Por principio de cuentas, solicitó al rey Felipe IV que ya no se establecieran más conventos de frailes y monjas, pues había tantos que ya existía una desproporción con los habitantes de la Nueva España; también que ya no se ordenaran más sacerdotes, pues había más de cinco mil sin ninguna ocupación y, finalmente, que se disminuyeran las fiestas religiosas pues que no había semana que no se celebraran por dos o tres días.

  Tras los sucesos que conmocionaron a la Nueva España con la deposición del virrey Marqué de Villena y la terminación del gobierno provisional del obispo

 Palafox, el Conde de Salvatierra ocupó el virreinato de México en una época de bonanza económica, durante la cual la Nueva España se convirtió en la colonia que mayores recursos suministraba a la insaciable Corona española.

  Aprovechando la crisis generalizada en Europa, México se convirtió en una metrópoli que concentraba las riquezas de toda la América y las Islas Filipinas, además la producción minera nacional se incrementó de manera notable.  El gran problema que debió enfrentar el virrey García Sarmiento, fue como conseguir que el oro y la plata llegaran con bien a España, pues los corsarios ingleses, holandeses y franceses infestaban el Océano Atlántico y asaltaban las naves españolas que se atrevían a cruzarlo.

  La solución fue la creación de una gran flota mercante que navegaría en convoy ---la llamada flota de Indias--- escoltada por una poderosa flota de guerra, la llamada Armada de Barlovento, que tenía como misión repeler los constantes ataques de los piratas.  Sólo así fue posible enviar a España los valores que ésta exigía y que nunca la llenaban.

  La labor del virrey Conde de Salvatierra fue calificada de satisfactoria por el monarca, quien, en premio a su eficacia, lo promovió al virreinato del Perú.  Hasta este momento todos los virreyes que tenían buena actuación eran enviados al virreinato del Perú, de tal manera que a éste le llegaban gobernantes bien probados en su capacidad y confianza, quedando la Nueva España como una especie de laboratorio para beneficio del Perú y para los virreyes novohispanos se consideraba como un premio su traslado al virreinato hasta ese momento mas rico y valioso para España; pero a partir del año 1648 la Nueva España se convirtió en la favorita de los monarcas españoles por las incalculables riquezas que recibían de ella constituyendo así lo que se llamó el diamante de la Corona española.

 VIGESIMO VIRREY DE LA NUEVA ESPAÑA.

DON MARCOS DE TORRES Y RUEDA  1648 – 1649.

Don Marcos de Torres y Rueda, Obispo de Yucatán, llega a ocupar el gobierno de la Nueva España el 13 de mayo de 1648 con el título de Gobernador y Presidente de la Audiencia, aunque para la historia constituye el virrey número veinte para no interrumpir el ordenamiento virreinal.

  Pocos meses duró su encargo como virrey, pues estaba muy enfermo cuando tomó posesión muriendo en su puesto el 22 de abril de 1649, siendo sepultado en el templo de San Agustín.  La Audiencia (una especie de legislativo virreinal) gobernó hasta la llegada del nuevo virrey; un poco más de un año.

  Cuando el obispo de Yucatán asumió el gobierno de la Nueva España se llevó una desagradable sorpresa: encontró los aposentos del palacio virreinal vacíos, pues su antecesor, el Conde de Salvatierra, se había llevado todos los muebles (Una manía heredada por nuestros gobernantes actuales).  El nuevo virrey tuvo que dormir en una humilde y austera celda conventual.

  Ese año de 1648 se significó por la gran cantidad de autos de fe que se verificaron en la plaza mayor por mandato por la demoníaca ( paradójicamente llamada “santa”) inquisición, ante la presencia de las autoridades, los oidores, los demoníacos inquisidores y miles de personas como espectadores.  107 fueron los condenados al suplicio: unos por judíos, otros por haberse fingido sacerdotes, varios acusados de sodomía, un fraile por haberse casado y una mujer por hechicera, 15 murieron quemados vivos y los demás recibieron diferentes castigos como años de incomunicación carcelaria o torturas diarias hasta la muerte del reo.

  El 11 de abril de ese fatídico año fue condenado por el “santo oficio” a ser quemado vivo por “judaizante reincidente” don Tomas Treviño de Sobre monte, sentencia que se llevó a cabo este mismo día, pues ya había antecedentes entre sus familiares, que también fueron castigados por la inquisición.  La procesión pasó por las principales calles de la ciudad, llevando el reo su “sambenito” y coraza de condenado, con una mordaza en la boca por las blasfemias que lanzaba.  Al llegar a la plaza del volador, se le amarró del garrote del suplicio y se encendió la hoguera.

  Pocos meses duró en su encargo como virrey el obispo de Yucatán, pues como ya se dijo estaba muy enfermo cuando tomó posesión.  Por ello, cuando la inquisición lo convidó a asistir a un espectacular auto de fe en el que se quemaría a 12 personas, el obispo virrey se disculpó y no asistió, siendo la primera vez que un gobernante estaba ausente en una “ceremonia” tan relevante; el terrorismo criminal que hoy padecemos es un juego de niños ante la horrenda historia de nuestra religión católica de aquel entonces.

  Murió Marcos de Torres y Rueda y fue sepultado con toda pompa en el convento de San Agustín de la ciudad de México.  Pero sus penalidades no terminaron allí:  tras el fallecimiento se ordenó el embargo de todos sus bienes, sospechándose que había realizado negocios ilícitos.  Más tarde, al comprobarse que se trataba de un infundio, la memoria del obispo de Yucatán fue reivindicada.

 VIGESIMO PRIMER VIRREY DE LA NUEVA ESPAÑA.

DON LUIS ENRÍQUEZ DE GUZMÁN 1650 – 1653.

La Real Audiencia le hace entrega del gobierno de la Nueva España al nuevo virrey don Luis Enríquez de Guzmán, Conde de Alba de Liste y Marqués de Villaflor, el 28 de junio de 1650.

  A principios de su gobierno tuvo lugar la sublevación de los indios tarahumaras, que asoló casi toda la nueva Vizcaya (el actual Estado de Durango) costando la vida de tres misioneros.  También en su época ocurrieron varios escándalos eclesiásticos que tan frecuentes eran en aquel tiempo en la Nueva España.

  También durante su gobierno se descubrieron muchas minas con lo que aumentó considerablemente el erario de la colonia, convirtiéndose la Nueva España la provincia más rica e importante de la América, y por ende de todo el imperio español.

  Favorito del rey de España Felipe IV, el Conde de Alba de Liste tenía la virtud de escribir muy bien y muy ameno.  Sus cartas eran leídas  personalmente por el monarca, quien disfrutaba enormemente con las detalladas e interesantes descripciones que su virrey en México le hacía de todos y cada uno de los asuntos del gobierno.

  Sin embargo, esta vocación de escritor en ciernes era severamente criticada por las demás autoridades, pues la administración novohispana se había vuelto exasperadamente rutinaria y burocrática porque, siguiendo el ejemplo del virrey, todos los oficinistas del gobierno pasaban el tiempo escribiendo memoriales y requisiciones en detrimento de la acción gubernativa.

  Por la época en que el Conde de Alba de Liste fue virrey de México, la Nueva España se estremeció con dos sucesos que alimentaron la imaginación de su tiempo y que hasta nuestros días siguen despertando interés.  Existió en territorio novohispano la famosa monja alférez, una mujer de nombre Catalina de Erasú que anteriormente siendo monja en España se escapó de su convento y se traslado a América donde vestida de hombre, ingresó a las filas de los conquistadores; sostuvo riñas, pleitos en los juegos de apuestas, sostuvo amores, acompañó al capitán Francisco Pizarro en la conquista de Chile, ya en la Nueva España mató a su propio hermano en un desafío y tuvo miles de aventuras en territorio novohispano; regresó a España y por sus servicios el gobierno le otorgó una pensión y el Papa la autorizó para usar vestimenta de hombre.  Finalmente regresó a la Nueva España donde se dedicó a la arriería muriendo tiempo después, siempre vestida de hombre.

  El aventurero holandés Guillén de Lampart quien llegó a la Nueva España tomando el nombre castellano de don Guillermo Lombardo de Guzmán en el año 1659, concibió un audaz plan para hacer independiente a la Nueva España.  Falsifico sellos, documentos y firmas con las cuales se nombraba virrey y Capitán General. Después, al quedar amo de la situación, solicitaría el apoyo del Duque de Braganza de Portugal y con ayuda de los indios aprehendería al virrey y a los oidores.

  Ese era el plan ideado por él y un grupo de conspiradores involucrados en la conspiración.  Sin embargo, y como sucede en todos estos casos de conspiración, alguno de los asociados se acobardó y denunció a don Guillermo al santo oficio de la inquisición. 

  Estuvo 17 años recibiendo terribles tormentos, hasta que en el mes de noviembre de 1659 fue quemado vivo.  El rey Felipe IV ordenó se suspendiera la ejecución, pero la orden llegó demasiado tarde.

 El virrey Enríquez de Guzmán siempre gozó de la confianza del rey tanto que éste lo premió trasladándolo al virreinato de Perú, donde siguió gozando de las sabrosas misivas de su favorito.

 VIGESIMO SEGUNDO VIRREY DE LA NUEVA ESPAÑA.

DON FRANCISCO FERNÁNDEZ DE LA CUEVA  1653 – 1660

  


Don Francisco Fernández de la Cueva, Duque de Alburquerque y Grande de España de Primera Clase, asumió el cargo de virrey de la Nueva España el 15 de agosto de 1653.

  A los 34 años fue el virrey más joven que gobernaba la Nueva España.  Durante su mandato se enviaron expediciones y colonos al norte de la Nueva España, a la provincia llamada Nuevo México, donde fue fundada la población de Alburquerque en honor al virrey que patrocinó la empresa.

  Francisco Fernández de la Cueva también resolvió enviar tropas novohispanas para auxiliar a la isla de Jamaica, capturada por corsarios ingleses; fue la primera vez que los mexicanos pelearon fuera del suelo patrio.

  Era de carácter débil y pacífico y muy entusiasta de las ciencias, artes y letras.  Fue protector de literatos y artistas, muy religioso y magnánimo.  Dio gran impulso a las misiones del norte.  En su época se multiplicaron los salteadores y por ello, a fines de su gobierno, se vio obligado a ordenar muchas ejecuciones, la gran mayoría contra su voluntad.

  El Duque de Alburquerque fue también el primer gobernante que en México sufrió un atentado.  Sucedió que hallándose arrodillado, orando en una de las capillas de la catedral, se le acerca un soldado español de nombre Miguel Ledezma el que espada en mano le grita que iba a matarlo pero el virrey, incorporándose, lo enfrenta dando tiempo a que los acompañantes del virrey se arrojan sobre el agresor y lo detienen.

  A pesar de que se comprobó que el soldado sufría trastorno mental, aún así al día siguiente fue ahorcado, acusado de los delitos de traición de lesa majestad al atentar contra la vida del virrey y ofender al Santísimo Sacramento, en cuya presencia pretendió cometer el crimen.

  Igual que su antecesor, tuvo que arreglar varios escándalos eclesiásticos además de reformar los trajes de algunos frailes, que se juzgaban indecorosos y casi inmorales.  Entregó el virreinato el 16 de septiembre de 1660 y salió rumbo a España.

0 comentarios:

Publicar un comentario