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lunes, 12 de diciembre de 2022

EFEMÉRIDES MEXICANAS // Rafael Urista de Hoyos




12
 de Diciembre de 1531

La Santísima Virgen de Guadalupe.

Apariciones.

  Según la tradición de la Iglesia Católica, el sábado 9 de diciembre de 1531 ocurre la primera aparición de la Virgen María en su advocación (en referencia al título que se les da a algunas imágenes religiosas para su culto) de Guadalupe, cuando a las seis de la mañana el indio Cuauhtlatoatzin, llamado Juan Diego por su nombre cristiano, pasaba por el cerro del Tepeyacac en su recorrido de su casa en Cuautitlán a Tlaltelolco, donde los sacerdotes enseñaban los misterios de la religión cristiana.

  Cuando pasaba por el cerro, de pronto escuchó un cantar de pájaros y una dulce voz femenina que lo llamaba por su nombre.  Extrañado subió al cerro y descubrió a una mujer que estaba rodeada por un gran resplandor.  Ella le dijo que era la Virgen María y que quería se le construyera un templo en ese lugar, para lo cual lo mandaba a él para que fuera a ver al obispo y le manifestara su deseo.

  Obedeciendo la orden dada por la aparición, Juan Diego llegó a la ciudad de México y ahí se entrevistó con Fray Juan de Zumárraga (arzobispo de México), a quien le platicó todo.  Naturalmente que el religioso no creyó la historia del indio y éste regresó muy triste como a las cinco de la tarde al Tepeyacac, donde nuevamente hizo su aparición la virgen (segunda aparición) a quien le conto todo lo sucedido e incluso le pidió que mejor se consiguiera otro mensajero que fuera más “principal”, porque a él no le iban a creer jamás.  Sin embargo, la virgen le confirmó su misión y le pidió insistir ante el obispo Zumárraga quien nuevamente dudó de sus palabras diciéndole que para creerle necesitaba presentarle una fehaciente (algo que no se puede refutar) prueba de su historia.

  Al día siguiente (domingo 10 de diciembre), como a las tres de la tarde, Juan Diego regresó a la parte más alta del cerro donde le contó a la Guadalupana (tercera aparición) que el obispo para creerle le pidió una prueba para confirmar lo que le había contado.  La Virgen le dijo que regresara al cerro al día siguiente, para que ella le diera la señal que había pedido el obispo para que presentándosela el iba a creer plenamente.

  Ayer, lunes 11 de diciembre, el indio Cuauhtlatoatzin (Juan Diego) no se presentó ante la Virgen por quedarse en su casa cuidando su tío Juan Bernardino que se encontraba muy enfermo el que se agravó tanto que al amanecer del día siguiente (martes 12 de diciembre) éste le pidió fuera a Tlaltelolco por un sacerdote para que lo confesara.

  Juan Diego se encaminó hacia Tlaltelolco, pero al llegar al cerro del Tepeyacac decidió rodearlo para evitar encontrarse con la señora del cielo, y así ahorrarse la pena de tener que explicar porque no podía cumplir su mandato.  Pero la Virgen María se le apareció de todas formas (cuarta aparición) y le dijo que no se preocupara por su tío que ya estaba sano, a la vez que le decía que Ella era la siempre Virgen María que se manifestaba con el nombre de Guadalupe.

  Volviendo al Tepeyacac, la Guadalupana le pidió a Juan Diego que subiera hasta lo alto y cortara unas rosas de Castilla que estaban en la punta del cerro, las cuales milagrosamente habían aparecido ahí, ya que en el cerro nunca se habían visto rosales y menos en ese tiempo invernal y mucho menos rosas de Castilla que sólo se dan en su lugar de origen; en España.  Sin embargo, y para asombro de Juan Diego, las rosas estaban ahí las que cuidadosamente fue cortando una por una y colocándolas en su ayate fue a presentarlas a la Virgen, quien las tomó en sus manos y tapándolas con el ayate le dijo a Juan Diego que fuera con el obispo Zumárraga y que le mostrara las rosas como la señal que le había pedido.

  Así lo hizo, y cuando destapó el ayate frente al religioso, las rosas de Castilla cayeron al suelo al tiempo que la imagen de la Virgen de Guadalupe aparecía plasmada en la burda tela.  Tres días antes, el día 9, ocurrió la primera de las cuatro apariciones, sin embargo, fue el día doce que ocurrió el milagro de las rosas quedando ese día, que era martes, instituido por la Iglesia Católica como la oficial para su conmemoración.

  El obispo Fray Juan de Zumárraga mandó construir una pequeña ermita en el lugar donde se le apareció la última vez la Virgen a Juan Diego.  A tan humilde morada fue conducida la imagen de nuestra Señora de Guadalupe, en una solemne procesión, presidida por el obispo. La Real Audiencia, los regidores y centenares de personas de todas las clases sociales.

  Los franciscanos portaban en sus hombros la imagen de la Santísima Virgen. Los indios cubrieron todo el trayecto de Catedral al cerro del Tepeyac, con enramadas y flores ejecutando danzas para solemnizar el acto.

  En 1567 el obispo Fray Alonso de Montúfar perfeccionó la ermita.  Años más tarde fue elevada a Parroquia, después a Colegiata hasta llegar a ser la Basílica de Santa María de Guadalupe.  El primer Abad de la Colegiata fue don Juan Antonio de Ocaña.  El Papa Benedicto XIV concede el oficio y misa propios de Nuestra Señora de Guadalupe y al año siguiente, fuera para todos los dominios de España.

  En cuanto a San Juan Diego, según la tradición, tenía 57 años cuando vio a la Virgen María en el cerro del Tepeyac en el año 1531, convirtiéndose en el instrumento fiel, transmisor del mensaje de la Virgen al señor obispo, Fray Juan de Zumárraga,

  Después de lo acontecido vivió de modo callado y anónimo durante 17 años al lado de la ermita de Nuestra Señora de Guadalupe, construida en el mismo año de 1531. Murió en mayo 30 de 1548 y Sus restos descansan en la capilla antigua llamada parroquia de indios, al pie del Tepeyac.

  La Iglesia Católica elevó a Juan Diego a los altares el 6 de mayo de 1990, cuando el Papa Juan Pablo II beatificó junto con Juan Diego a otros cuatro mexicanos.  El 31 de julio San Juan Diego fue canonizado como santo por el mismo Papa Juan Pablo II en su visita a México en el año 2002, quedando ese día, 31 de julio, para su conmemoración todos los años.

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