1º de Diciembre de 1859
Tratado McLane-Ocampo
Hoy se firma el Tratado McLean-Ocampo, nombres del
plenipotenciario de los Estados Unidos y del Ministro de Relaciones del
gobierno liberal juarista, que implica una verdadera servidumbre internacional
y graves peligros para la independencia del país y desde luego Juárez admitía
con esto la total y absoluta pérdida de la soberanía y prácticamente convertía
a la nación en un protectorado de los Estados Unidos, “protectorado con otro
nombre” así lo llamó el mismo Melchor Ocampo, uno de los tres artífices de esta
aberrante traición al pueblo mexicano; los otros dos fueron Miguel Lerdo de
Tejada y Benito Juárez García.
Los
principales artículos de este infame documento son:
Artículo 1º - Se concede a los Estados Unidos el
derecho de libre tránsito a perpetuidad por el istmo de Tehuantepec desde
Salina Cruz, Oaxaca, en la costa del Océano Pacífico al puerto de
Coatzacoalcos, Veracruz, en la costa del Golfo de México.
Artículo 7º - Derecho de libre tránsito a perpetuidad
desde Camargo y Matamoros u otro punto del Río Bravo por la vía de Monterrey, y
desde Nogales, Sonora, u otro punto fronterizo cercano hasta Guaymas, Sonora,
por la vía de Magdalena y Hermosillo
Artículo 5º - Se concede autorización para que los
Estados Unidos empleen fuerzas militares para la seguridad de los bienes y
personas que transiten por esas rutas.
Artículo 8º - Fijación de los derechos aduanales en
los puertos de las tres vías citadas al arbitrio de los Estados Unidos.
Artículo 1º adicional. – Obligación para los gobiernos de
México y los Estados Unidos de recurrir el uno al otro para hacer cumplir el
tratado.
Resumiendo: Benito
Juárez gravaba con servidumbres de paso a perpetuidad el suelo nacional, lo que
equivalía a una enajenación, y prácticamente autorizaba la ocupación militar de
México por los Estados Unidos.
En otros términos,
sometía al país a la dominación directa de los yanquis angloamericanos. ¿Y todo eso porque? Por el simple, ineficaz e insustancial, reconocimiento
de su frágil gobierno por los Estados Unidos y, para culminar y completar la
humillación al pueblo mexicano, una miserable “compensación” de cuatro millones
de dólares de los que dos se quedarían en Estados Unidos para “futuras”
reclamaciones e indemnizaciones. “¡¡Honor y Gloria al Gran Benemérito!!
El diario londinense “El Times” opinó: “De ratificarse definitivamente
el tratado que se dice concluido en Veracruz, México pasará virtualmente al
dominio norteamericano”. Por su parte la
“Weekli Gazette”, una publicación del
Estado de Ohio, afirmó en tono irrespetuoso y por demás despectivo “Este extraordinario tratado coloca a México
bajo el pupilaje de los Estados Unidos y nos proporciona los beneficios de la
conquista y la anexión sin el costo, los riesgos y los perjuicios que
resultarían de anexarnos a siete millones de individuos de una raza
“afeminada”, sin dignidad y miserablemente ignorante”
La exaltación de las pasiones a consecuencia de la guerra había llegado
a tal punto que uno y otro partido, con tal de ver aniquilados a sus enemigos,
a quienes odiaban profundamente, no vacilaba en solicitar la ayuda del
extranjero.
Así los conservadores celebraban un tratado con España por el que se
hacían concesiones ruinosas por daños y perjuicios a las familias de los
súbditos españoles que habían sido despojados y hasta asesinados en el
conflicto bélico mexicano sólo con el fin de reanudar relaciones diplomáticas
con España, a fin de solicitar su ayuda para restablecer un protectorado
español en México. Por su parte el
gobierno de Juárez no retrocedía ante la celebración de otro tratado con
Estados Unidos, que implicaba una verdadera servidumbre, y el establecimiento
de otro protectorado, pero ahora con los angloamericanos.
Como es natural suponer, uno y otro partido se tacharon de traidores a
la patria y en verdad que ambos lo eran al permitirse tales aberraciones. Afortunadamente para la nación mexicana
ninguno de esos tratados llegaron a hacerse realidad, el conservador, porque por
el triunfo de la causa liberal quedó anulado y el liberal juarista, y el más
peligroso, porque en el país vecino ganó las elecciones el partido republicano
de Abraham Lincoln y éste era un político enemigo de absorber territorios
mexicanos, y más aún, de celebrar tratados que valiéndose de su poder se
aprovechaban ventajosamente de un país débil y en continuos conflictos armados;
y fue así como el Congreso dominado por su partido, rechazó la ratificación del
tratado. Si esto libró a Benito Juárez
de pasar a la historia como un vendepatrias, es una cuestión que a la fecha se
sigue discutiendo; queda como tarea al amable y culto lector.
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