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jueves, 1 de diciembre de 2022

EFEMÉRIDES MEXICANAS // Rafael Urista de Hoyos

 


1º  de Diciembre de 1940

General Manuel Ávila Camacho

Último militar presidente.

  El edificio de la Cámara de diputados, la antigua antes de San Lázaro, desde que el general Álvaro Obregón protestó como Presidente Constitucional de la República Mexicana la noche del 30 de noviembre de 1920, no había tenido otra ceremonia igual, porque los jefes de Estado que sucedieron a Obregón habían verificado este acto tan solemne en el Estadio Nacional.

  Veinte años después, el recinto parlamentario vuelve a ser el escenario de la ceremonia de protesta del Jefe de la Nación, a las 10 horas con 55 minutos de la mañana de este día, cuando los presidentes, entrante y saliente, generales Manuel Ávila Camacho y Lázaro Cárdenas del Rio, respectivamente, hacen su entrada al salón de sesiones de la Cámara de Diputados, en medio de vivas y estruendosas aclamaciones de los presentes.

  Acalladas las interminables ovaciones, el secretario de la Cámara de Diputados anuncia que el general Ávila Camacho va a rendir la protesta de ley como Presidente Constitucional de la República, e invita a todas las personas a ponerse de pie, lo que hacen desde luego, o sea inmediatamente.  Entonces el divisionario, que nunca participó en acciones de guerra, extiende la diestra y en medio de un solemne silencio pronuncia las frases de rigor:  “Protesto guardar y hacer guardar la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos y las leyes que de ella emanen,. . .bla,bla,bla, el resto ya lo saben ustedes como también saben que las palabras se las lleva el viento, y más tratándose de políticos mexicanos serviles y obsequiosos.

  Al concluir las palabras de la protesta, el general Lázaro Cárdenas se despojó de la banda presidencial con el águila bordada en oro y la entrega al general Ávila Camacho en un acto políticamente incorrecto ya que la banda debe entregársela al Presidente de la Cámara como titular que es de la “representación” del pueblo mexicano que es el que designa a su mandatario y éste la entrega al nuevo mandatario (o más bien “mandante”).

  Enseguida, y siguiendo con la comedia, los dos presidentes, entrante y saliente, se abrazaron efusiva y amorosamente en medio de las ovaciones de las focas aplaudidoras; todos aplauden entusiasmados, diputados, senadores, diplomáticos y concurrentes.

  Al concluir el acostumbrado y repetitivo mensaje al pueblo que el ya Presidente Constitucional, general Manuel Ávila Camacho, dio lectura, se da por terminada la solemne ceremonia, y el nuevo mandatario y el general Lázaro Cárdenas, ya ex presidente de México, abandonan la Cámara en medio de ovaciones (otra vez las focas) cuya magnitud apenas dejaba oír los honores militares que desde la entrada principal del Palacio Legislativo les rendían clarines y tambores mezclados con los acordes del Himno Patrio.

  Como colofón a esta puesta en escena, el embajador yanqui, Mr. Downey, también aplaude la intención expresada por el nuevo mandante de que se establezcan en México bases navales que sirvan para proteger a todo el continente contra una invasión totalitaria, ya que la segunda guerra mundial ya está en marcha.

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