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jueves, 1 de diciembre de 2022

EFEMÉRIDES MEXICANAS // Rafael Urista de Hoyos


 de Diciembre de  1819

El Imperio Español se desmorona.

  La crisis económica se recrudece en España; el vandalismo y la fiebre amarilla asuelan a la población y una cruenta persecución se lleva a cabo contra todos aquellos sospechosos de conspirar contra la Corona para restablecer la Constitución de 1812.

  La situación es España es insostenible.  Por un lado la economía está prácticamente estancada desde el regreso del rey Fernando VII al trono y, a pesar de los esfuerzos del antiguo ministro de Hacienda, Don Martín de Garay, quien sostuvo una negociación con el Papa Pio VII para aplicar la exención de la deuda pública española por dos años, las arcas españolas están completamente disminuidas.

  La población sufre la miseria debido a la prohibición de extracción de frutos y la tremenda inseguridad en los caminos donde campean sin freno alguno las gavillas organizadas de criminales, vándalos y salteadores que han detenido prácticamente el comercio.  Además, el despotismo y la tiranía de Fernando VII hicieron crecer el descontento general en la nación que añora los ideales de la Constitución de 1812 y las Cortes de Cádiz.

  Esto ha motivado que muchos inconformes se agrupen en sociedades secretas de francmasones y, desde 1816, han sido múltiples las conspiraciones que intentan derrocar al rey, aunque en su mayoría fueron rápidamente aplacadas por el ministro de gracia y justicia don Bernardo Mozo Rosales, Marqués de Mata Florida.  El ministro ha declarado nula tolerancia y brutal persecución a aquellos sospechosos de sedición contra la Corona, lo cual ha provocado persecuciones injustas y un inmenso derramamiento de sangre en todo el territorio español.

  Aún así, se dice que las reuniones secretas no han dejado de celebrarse y que circulan papeles de manera clandestina para incitar a la población a un levantamiento; como sea, la situación en la península es desastrosa.  Los corresponsales informan que se vive un clima enrarecido.  ¿Cómo pretende el rey mantener el poder sobre sus colonias si en la propia metrópoli tiene tantos problemas?

  El día 15 de diciembre de 1819 se rompió el luto en la Nueva España.  A pesar de las muertes de la Reina Doña María Isabel de Braganza y los padres de Fernando VII, Carlos IV y María Luisa de Parma, el rey de España celebró sus terceras nupcias con la princesa María Josefa de Sajonia.

  A finales del año pasado falleció la reina Doña María Isabel de Braganza, esposa del rey Fernando VII, a causa de complicaciones en el parto.  Se trataba, según los médicos, de un embarazo difícil que, lamentablemente cobró dos vidas.  El momento del alumbramiento fue tan doloroso que la joven reina perdió el conocimiento y los “brillantes médicos reales” la creyeron muerta.  Estos matarifes, sin efectuar ninguna prueba post-mortem, decidieron practicar una cirugía para extraerle el bebé.  Así, cuando lograron sacar a la niña, notaron que estaba muerta (la niña) y fue cuando se oyó un grito desgarrador; la reina había recuperado el conocimiento, ¡no había fallecido todavía! Y se encontró con su bebé muerto y los órganos al aire en plena cirugía.  Los médicos “carniceros” no pudieron controlar la situación y finalmente la reina murió. Sus restos fueron sepultados en el panteón de infantes del Escorial. 

  La pena del rey fue mayor cuando unos días después, en enero de este año 1819, fallecieron sus padres: Don Carlos IV y Doña María Luisa de Parma, con apenas unos pocos días de diferencia.

  Sin embargo, unos meses después, el rey contrajo terceras nupcias con la princesa María Josefa Amalia, hija del príncipe Maximilano de Sajonia y la duquesa Carolina de Borbón.  Las bodas se celebraron con gran pompa el pasado mes de octubre en Madrid.  La nueva reina, quien ha pasado prácticamente toda su vida recluida en un convento, tiene 16 años y el rey espera finalmente con ella poder tener descendencia que asegure el trono español; aunque finalmente esa descendencia se cristalizó en una niña, la futura reina de España Isabel II.  Pero esa es otra historia.

  Cuando llegaron estas noticias a la Nueva España, el luto se terminó, el Tribunal del Santo Oficio (nombre que significa una diabólica paradoja), ordenó la celebración de exequias solemnes que se llevaron a cabo el 17 de Julio de 1820, el virrey Apodaca ordeno romper el luto en toda la Nueva España y celebrar la noticia de la boda del rey con tres días de fiestas.

  Ya para terminar el año de 1820, concretamente el día 20 de diciembre, se firma el Tratado Adams-Onís que redefine el territorio de los Estados Unidos que siguen extendiéndose a costa de otros países. La causa de esta negociación es el levantamiento que pobladores de La Florida, que poco a poco fueron enviados por los yanquis, han llevado a cabo contra España y la invasión que hiciera el ejército del presidente James Monroe en aquella provincia, aprovechando la situación; 16 años después la misma pérfida acción de los angloamericanos se repetiría ahora contra México con la provincia mexicana de Texas.

  Ante los hechos consumados España, cediendo al chantaje de los angloamericanos, tuvo que firmar un tratado por los que España cede los territorios de la península de La Florida a cambio de que los agresores respeten los territorios de la provincia de Texas y de la isla de Cuba. Los firmantes de este acuerdo fueron Don Luis de Onís, representante del rey de España Fernando VII, y Mr. John Quincy Adams secretario de Estado de los Estados Unidos de América. Y como siempre, los miserables gringos no respetaron el tratado ni su palabra empeñada, pues finalmente se apropiaron tanto de Texas como de Cuba.

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