5 de Diciembre 1828
Vicente Guerrero: Presidente de la República.
Traición y fusilamiento.
Se acercaba el fin del gobierno del
general Guadalupe Victoria, marzo 31 de 1829, y se presentaban como posibles
candidatos para la presidencia de la República, los generales Manuel Gómez
Pedraza y don Vicente Guerrero.
En aquel tiempo aún
no se conformaban los partidos políticos, eran dos grupos masónicos los que se
disputaban las supremacías políticas de la nación, por un lado estaban los del
rito escocés y por el otro el rito yorkino, y eran estos dos grupos los que se
disputaban la supremacía del Congreso de la Unión y las legislaturas de los
Estados y eran estas las que por medio de electores definían al ganador de la
Presidencia de la República; algo parecido al sistema estadounidense de elegir
presidente.
Como la elección la
hacían las legislaturas de los Estados, como se asentó anteriormente, y en
ellas dominaba el elemento moderado, Gómez Pedraza triunfó, pues por el
sufragaron once legislaturas de las dieciocho existentes, repartiéndose los
siete votos restantes entre Guerrero y Anastasio Bustamante. Entonces los partidarios del primero de ellos
(Guerrero), en vez de conformarse con el resultado de la elección, recurrieron
a las armas.
El general Antonio
López de Santa Anna, el eterno ambicioso, se pronuncia en Jalapa, Veracruz, hoy
aniversario de la guerra de independencia, proclamando la nulidad de la
elección de Gómez Pedraza por haberse
falseado, según decía, el voto público y declarando como legítimo presidente a
don Vicente Guerrero, al mismo tiempo que incitaba al pueblo contra los
españoles, a quienes acusaba de haber comprado las legislaturas.
Don Lorenzo de
Zavala, que era gobernador del Estado de México, entró a la capital el 29 de
este mes, y se apoderó del edificio de La Acordada donde había cañones y parque
en abundancia, declarándose contra Gómez Pedraza. Los yorkinos, autores del
pronunciamiento, para atraerse al populacho, le ofrecieron el saqueo del
Parián.
Era el Parián un
vasto edificio construido en la plaza principal (actual zócalo) en que, varias
tiendas llamadas cajones, se albergaba todo el comercio de lujo de la ciudad,
ropa fina, relojerías, sederías, tiradurías de oro y preciosidades venidas en
la llamada Nao de China que en realidad era de Las Filipinas; todo este
comercio estaba manejado por sus dueños españoles.
El saqueo de aquel
emporio comenzó a las diez de la mañana y terminó al anochecer. “Se rompían puertas, dice don Guillermo
Prieto en sus memorias, se regaban joyas y encajes por los suelos, se
desbarataban cajas con tesoros, se herían, se asfixiaban por arrebatarse lo que
cogían. . .Los ladrones que saqueaban, al salir del Parían, vendían a vil
precio los efectos para volver a la carga. . .y los autores de tantos crímenes
se paseaban triunfalmente entre los vítores del populacho ebrio y
desenfrenado”.
Muchos de los dueños
de aquellas fortunas entregadas al pillaje cayeron al fondo de la miseria, y el
conocimiento de lo ocurrido, hizo que numerosos comerciantes extranjeros
suspendieran sus operaciones en México, y que bajaran notablemente los bonos de
la deuda.
Gómez Pedraza
renunció al derecho que le daba la elección a ocupar la presidencia; pero el
Congreso, en vez de aceptar la renuncia, declaró nula la elección, para
congraciarse con los vencedores, y el día 12 de enero de 1829, nombra
presidente a don Vicente Guerrero y vicepresidente a don Anastasio Bustamante.
Por el origen de su
gobierno, la administración de don Vicente Guerrero estaba condenada al
fracaso. El viejo caudillo insurgente
era un hombre inculto, de modales rústicos, falto de educación y con trabajo
podía leer y escribir.
Para gobernar no tuvo
más remedio que rodearse de sus amigos los funestos yorkinos, de los que
dependía por completo dada su ignorancia en materia de administración
pública. El más importante Lorenzo de
Zavala, el futuro traidor en el asunto de Texas y hoy ministro de Hacienda, lo acercó al
intrigante embajador estadounidense Joel R. Poinsett, quien llegó a tener
importante influencia en sus decisiones; este individuo, al salir de México, se
llevó un ejemplar de la mexicanísima “Flor de Navidad” y la anduvo presumiendo
en Estados Unidos y en Europa como creador y descubridor de ella.
En las manos de
Guerrero recayó la responsabilidad de aplicar el decreto de expulsión de los
españoles y combatir el intento de reconquista, encabezado por el español
Isidro Barradas, quien al frente de sus tropas se apoderó de Tampico en 1829.
Tras el triunfo de
las armas mexicanas comandadas por el general Manuel Mier y Terán, el
vicepresidente Anastasio Bustamante se rebeló contra Guerrero, el presidente
salió a combatirlo y el Congreso, que meses antes le había entregado la
presidencia, aprovechó su ausencia y lo declaró “imposibilitado mentalmente
para gobernar”. Sin apoyo de ninguna
especie, Guerrero se refugió en sus serranías del sur.
El ministro de la
guerra del gobierno bustamantista, general José Antonio Facio, se puso en
contacto con el capitán del buque sardo (gentilicio de Cerdeña) “Colombo”
Francisco Picaluga para que, traicionando la amistad con que lo distinguía el
general Guerrero, aprehendiera a éste y lo entregara al gobierno, mediante el
pago de cincuenta mil pesos.
Picaluga convino en
tal infamia, invitó a comer al antiguo caudillo insurgente en su buque que
estaba anclado en Acapulco, y apenas terminada la comida, levó anclas, puso
prisionero a su invitado, y lo fue a entregar en Huatulco al capitán Miguel
González, que allí esperaba con tropas del gobierno.
El general Vicente
Guerrero, después de ser aprehendido y acusado falsamente del delito de
conspiración, es conducido a la ciudad Oaxaca, donde se le trató con el mayor
rigor, y después de un simulacro de proceso, fue fusilado el caudillo de la
independencia en el pueblo de Cuilapa el 14 de febrero de 1831.
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