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lunes, 5 de diciembre de 2022

EFEMÉRIDES MEXICANAS // Rafael Urista de Hoyos

 


5 de Diciembre 1828

Vicente Guerrero: Presidente de la República.

Traición y fusilamiento.

  Se acercaba el fin del gobierno del general Guadalupe Victoria, marzo 31 de 1829, y se presentaban como posibles candidatos para la presidencia de la República, los generales Manuel Gómez Pedraza y don Vicente Guerrero.

  En aquel tiempo aún no se conformaban los partidos políticos, eran dos grupos masónicos los que se disputaban las supremacías políticas de la nación, por un lado estaban los del rito escocés y por el otro el rito yorkino, y eran estos dos grupos los que se disputaban la supremacía del Congreso de la Unión y las legislaturas de los Estados y eran estas las que por medio de electores definían al ganador de la Presidencia de la República; algo parecido al sistema estadounidense de elegir presidente.

  Como la elección la hacían las legislaturas de los Estados, como se asentó anteriormente, y en ellas dominaba el elemento moderado, Gómez Pedraza triunfó, pues por el sufragaron once legislaturas de las dieciocho existentes, repartiéndose los siete votos restantes entre Guerrero y Anastasio Bustamante.  Entonces los partidarios del primero de ellos (Guerrero), en vez de conformarse con el resultado de la elección, recurrieron a las armas.

  El general Antonio López de Santa Anna, el eterno ambicioso, se pronuncia en Jalapa, Veracruz, hoy aniversario de la guerra de independencia, proclamando la nulidad de la elección de Gómez Pedraza  por haberse falseado, según decía, el voto público y declarando como legítimo presidente a don Vicente Guerrero, al mismo tiempo que incitaba al pueblo contra los españoles, a quienes acusaba de haber comprado las legislaturas.

  Don Lorenzo de Zavala, que era gobernador del Estado de México, entró a la capital el 29 de este mes, y se apoderó del edificio de La Acordada donde había cañones y parque en abundancia, declarándose contra Gómez Pedraza. Los yorkinos, autores del pronunciamiento, para atraerse al populacho, le ofrecieron el saqueo del Parián.

  Era el Parián un vasto edificio construido en la plaza principal (actual zócalo) en que, varias tiendas llamadas cajones, se albergaba todo el comercio de lujo de la ciudad, ropa fina, relojerías, sederías, tiradurías de oro y preciosidades venidas en la llamada Nao de China que en realidad era de Las Filipinas; todo este comercio estaba manejado por sus dueños españoles.

  El saqueo de aquel emporio comenzó a las diez de la mañana y terminó al anochecer.  “Se rompían puertas, dice don Guillermo Prieto en sus memorias, se regaban joyas y encajes por los suelos, se desbarataban cajas con tesoros, se herían, se asfixiaban por arrebatarse lo que cogían. . .Los ladrones que saqueaban, al salir del Parían, vendían a vil precio los efectos para volver a la carga. . .y los autores de tantos crímenes se paseaban triunfalmente entre los vítores del populacho ebrio y desenfrenado”.

  Muchos de los dueños de aquellas fortunas entregadas al pillaje cayeron al fondo de la miseria, y el conocimiento de lo ocurrido, hizo que numerosos comerciantes extranjeros suspendieran sus operaciones en México, y que bajaran notablemente los bonos de la deuda.

  Gómez Pedraza renunció al derecho que le daba la elección a ocupar la presidencia; pero el Congreso, en vez de aceptar la renuncia, declaró nula la elección, para congraciarse con los vencedores, y el día 12 de enero de 1829, nombra presidente a don Vicente Guerrero y vicepresidente a don Anastasio Bustamante.

  Por el origen de su gobierno, la administración de don Vicente Guerrero estaba condenada al fracaso.  El viejo caudillo insurgente era un hombre inculto, de modales rústicos, falto de educación y con trabajo podía leer y escribir.

  Para gobernar no tuvo más remedio que rodearse de sus amigos los funestos yorkinos, de los que dependía por completo dada su ignorancia en materia de administración pública.  El más importante Lorenzo de Zavala, el futuro traidor en el asunto de Texas y  hoy ministro de Hacienda, lo acercó al intrigante embajador estadounidense Joel R. Poinsett, quien llegó a tener importante influencia en sus decisiones; este individuo, al salir de México, se llevó un ejemplar de la mexicanísima “Flor de Navidad” y la anduvo presumiendo en Estados Unidos y en Europa como creador y descubridor de ella.

  En las manos de Guerrero recayó la responsabilidad de aplicar el decreto de expulsión de los españoles y combatir el intento de reconquista, encabezado por el español Isidro Barradas, quien al frente de sus tropas se apoderó de Tampico en 1829.

  Tras el triunfo de las armas mexicanas comandadas por el general Manuel Mier y Terán, el vicepresidente Anastasio Bustamante se rebeló contra Guerrero, el presidente salió a combatirlo y el Congreso, que meses antes le había entregado la presidencia, aprovechó su ausencia y lo declaró “imposibilitado mentalmente para gobernar”.  Sin apoyo de ninguna especie, Guerrero se refugió en sus serranías del sur. 

  El ministro de la guerra del gobierno bustamantista, general José Antonio Facio, se puso en contacto con el capitán del buque sardo (gentilicio de Cerdeña) “Colombo” Francisco Picaluga para que, traicionando la amistad con que lo distinguía el general Guerrero, aprehendiera a éste y lo entregara al gobierno, mediante el pago de cincuenta mil pesos.

  Picaluga convino en tal infamia, invitó a comer al antiguo caudillo insurgente en su buque que estaba anclado en Acapulco, y apenas terminada la comida, levó anclas, puso prisionero a su invitado, y lo fue a entregar en Huatulco al capitán Miguel González, que allí esperaba con tropas del gobierno.

  El general Vicente Guerrero, después de ser aprehendido y acusado falsamente del delito de conspiración, es conducido a la ciudad Oaxaca, donde se le trató con el mayor rigor, y después de un simulacro de proceso, fue fusilado el caudillo de la independencia en el pueblo de Cuilapa el 14 de febrero de 1831.

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