1º de Diciembre de 1915
La masacre de San Pedro de la Cueva
Después de la
fracasada expedición de la División del Norte al Estado de Sonora, Pancho Villa
iniciaba el camino de regreso a Chihuahua.
Los movimientos de Obregón, apoyado y reforzado con hombres y armas
llegados por territorio norteamericano, lo obligaron a tomar directamente el
camino de la sierra madre occidental, donde ocurrió uno de los eventos más
atroces de la guerra civil que terminaba y que anunciaba la inaudita violencia
de la etapa que se abriría después.
El 1º de diciembre de 1915 un núcleo de villistas avista el pueblo de
San Pedro de la Cueva y se dirigen a el con la intención de proveerse de
víveres. Unos 90 vecinos, azuzados por
el párroco y algunos activistas que previamente esparcieron la versión falsa de
que los villistas venían a saquear a la población, se parapetaron en el camino
con la intención de emboscar a los villistas que venían totalmente ajenos a lo
que estaba ocurriendo.
Los villistas fueron acribillados
muriendo 16 de ellos y heridos otros tantos, pero como los agredidos eran
muchos y al responder a la agresión los agresores fueron desalojados de sus
escondrijos y corriendo fueron a esconderse a sus casas dentro de la población.
Varias horas después se dio aviso de
lo ocurrido al general Villa, quien marchó a San Pedro, donde ordenó que
catearan todas las casas en busca de los que los habían tiroteado, pero como
todavía de algunas de las casas hacían fuego contra los villistas matando a un
sobrino de Villa, Manuel Martínez, Villa, enfurecido, reaccionó violentamente y
ordenó ejecutar a todos los que tomaron parte en la refriega.
A las siete de la mañana del día 2 se produjo el fusilamiento de 77
hombres. Antes de irse el general Villa,
se ordenó el saqueo y el incendio de las
casas de los responsables de la matazón de villistas del día anterior, que los
mismos vecinos del pueblo los denunciaron.
Luego se contará que un hombre escapó de la furia de Villa vestido de
mujer, que otro habló con Villa y éste lo dejó ir, varios de ellos y sus
mujeres le explicaron que acababan de llegar de los Estados Unidos y que eran
ajenos a todo el acontecimiento, y también los dejó en libertad y otro más al
que reconoció como antiguo soldado de la División del Norte.
El párroco intercedió tres veces por uno de los que iban a ser fusilados
y a la tercera, el general, al que le habían contado como el cura había azuzado
a los emboscados, le descerrajó un tiro dejándolo bien muerto; Al irse el
general Villa, algunos villistas se dedicaron a violar a todas las mujeres que
encontraban.
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