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miércoles, 20 de abril de 2022

EFEMÉRIDES MEXICANAS // Rafael Urista de Hoyos


20 de Abril
1916

  Cae prisionero el valiente general villista Pablo López, hermano del también villista Martín López, en una cueva del cerro de La Silla, a treinta kilómetros de la ciudad de Chihuahua. Había sido herido de las dos piernas en el asalto a Columbus y fue conducido por sus compañeros a su pueblo natal Satevó donde le hicieron las primeras curaciones, para después irse a ocultar al rancho El Almagre en la misma sierra de La Silla.

 No faltó un judas que le informara al general carrancista Benjamín Garza donde se encontraba oculto y sin pérdida de tiempo éste mandó a los coroneles Francisco del Arco y Salustro Lima con numerosas fuerzas para cercar la comarca.

  El general Pablo López se enteró oportunamente y antes de la llegada de los carrancistas abandonó su refugio del rancho del Almagre y con dos de sus hombres se internó en lo más abrupto de la sierra. Sus ayudantes se turnaban para bajar al pueblo en busca de alimentos y medicinas y, como siempre, no faltó otro judas que los entregara al general Garza quien los torturó (práctica distintiva de todos los carrancistas) hasta dejarlos casi sin vida paro sin lograr que delataran a su jefe.

  En vista de eso los carrancistas se dedicaron a explorar toda la región cañada por cañada, llamándole al general López pidiéndole que se entregara. Así pasaron dos días hasta que al amanecer del tercero (abril 20) oyeron una voz: “¡Si son gringos no me rindo, si son mexicanos me entrego!” En medio de una enramada tupida, arrastrándose con el máuser en la mano derecha y con mucho esfuerzo salió del matorral.

  Hacía tres días que no probaba bocado, barbón y con el pelo crecido, al ver a sus atacantes y comprobar que eran mexicanos les dijo “¡Aquí estoy, soy Pablo López!” Inmediatamente se lo llevaron para Chihuahua y lo internaron en el hospital militar.

  Adelantándonos en el tiempo llegaremos al 5 de junio de 1916 por la mañana en que Pablo López sale de la penitenciaría de Chihuahua rumbo a la muerte ocurrida en los patios de la misma.

  Es un lunes y serían las 10:30 de la mañana y ya se había reunido una multitud inmensa, para ver su fusilamiento. Se fumó un puro. Su última voluntad fue beber un vaso de agua mineral.

  Se dirigió a la multitud descubriendo entre ella una cara al mismo tiempo que gritaba: “¡Saquen a ese gringo de aquí, yo no voy a morir enfrente de un perro!”

 Tenía 27 años. El dirigió las órdenes clásicas del pelotón de fusilamiento: Con voz firme y fuerte gritò “¡Preparen, apunten, fuego!”. Del público salieron gritos dirigidos a los soldados que lo mataron: “¡Ahora cómanselo, perros!”

  El gringo retirado del público era Marion Lechter, el cónsul estadounidense de Chihuahua, que venía a certificar personalmente que efectivamente fuera fusilado y muerto.

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