17 de Abril 1695
Muere en la ciudad de México Juana de Asbaje Ramírez que pasó a la
historia con el nombre religioso de Sor Juana Inès de la Cruz.
Nació el 12 de noviembre de 1651 en la Hacienda de San Miguel Nepantla,
jurisdicción de Chimalhuacán de Chalco (hoy Tlalnepantla) en el actual Estado
de México. Fue hija del capitán Pedro Manuel de Asbaje y de Doña Isabel Ramírez
de Castilla.
Desde muy niña se hizo notable por su prodigioso talento de retener y
comprender cuanto leía. Cuando llegó a
la capital de la Nueva España, llevaba una reputación de grandes dotes intelectuales.
Fue designada dama de honor de la virreina Marquesa de Mancera. En la Corte,
por su belleza física y su talento, recibió las mejores consideraciones y
atenciones.
Se d cree que por algún desengaño de esta mujer tan sensible, o por no
ser de su agrado los esplendores de la Corte, la hizo tomar los hábitos
religiosos, el 24 de febrero de 1668 en el Convento de San Jerónimo.
Su celebridad literario siguió en ascenso y se multiplicaba en el
desempeño de su cargo religioso.
Veintisiete año vivió Sor Juana Inés de la Cruz encerrada en el claustro
donde era su vocación, cuando pudo ser una dama que brillara en los salones de
la Corte y con luz propio ocupara en el mundo de las letras un sitio de honor y
de provecho.
17 de Abril 1775
Las colonias británicas de América del Norte (la zona costera del Este
norteamericano) se rebelan contra la Corona inglesa debido al monopolio
comercial e impositivo al que fueron sometidas las trece colonias inglesas de
Norteamérica.
Hoy en Lexington y Concord, Kentucky, las tropas patriotas lograron
derrotar a las tropas realistas, iniciándose así el movimiento de insurrección
que 8 años más tarde (1783) daría la independencia de lo que ahora son los
Estados Unidos de Norteamérica.
17 de Abril 1845
Después de la aprobación del Congreso norteamericano de la agregación de
Texas a sus territorios, el gobierno angloamericano pretendió que sus límites
(los de Texas) llegaban hasta el Río Bravo del Norte, siendo así que los
verdaderos linderos de dicho territorio jamás habían pasado del Río Nueces;
cien kilómetros al norte del Río Bravo.
De aquì se originò una larga controversia de mala fe por parte de los
angloamericanos que por lo pronto mandaron tropas hasta la ribera del Río Bravo
invadiendo así territorio netamente mexicano, y obrando con la mayor perfidia,
fingían que era México el que invadía sus supuestas posesiones, haciéndolo así
pasar como agresor.
Lo que se quería realmente, era provocar la guerra, por lo que estaban
grandemente interesados los Estados del sur de la Unión, a fin de adquirir
nuevos territorios, que pudieran convertirse en Estados en que dominara la
esclavitud, para preservar su dominio en el gobierno angloamericano.
El Presidente de los Estados Unidos, James Knox Polk, dándose cuenta de
la oposición que encontraba de parte de sus gobernados en cuanto a una posible
guerra contra México, procurò dar el carácter de medidas defensivas a sus
primeras disposiciones militares.
Después, obtenida la declaración de guerra contra los mexicanos e iniciándose la misma, aparentò no desear más que la posesión “pacífica” del territorio agregado: el de Texas, y cuando por fin ocupó la ciudad de México finalizando la guerra de conquista, hizo comprender a sus paisanos que no podían obtener otra indemnización de los gastos de la guerra y la sangre estadounidense derramada en ella, ya que la situación de México era de un total empobrecimiento, y que la única alternativa consistía en la cesión de suficiente territorio mexicano que cubriera los costos sufragados por el gobierno y el pueblo norteamericano en la contienda; logrando así el inconfesable propósito perseguido desde un principio y dándose así el caso de una acción de rapiña de un país poderoso sobre uno débil que no tiene precedente en la historia de la humanidad.
17 de Abril 1847
Después de la capitulación de las
fuerzas mexicanas en el puerto de Veracruz y la ocupación del mismo por la
tropa del general Winfield Scott, se permite a la guarnición después de rendir
sus armas, saliera con todos los honores de la guerra quedando los
angloamericanos posesionados de aquel heroico puerto.
El general Santa Anna no sólo reprobó aquella capitulación, sino que
puso presos a los generales que la firmaron, y se atrevió asentar en sus
memorias que el general Morales se rindió “sin probar combate”, cuando Scott en
un manifiesto publicado en Jalapa tiempo después, dijo que el comportamiento de
la guarnición en la valiente defensa que hizo en Veracruz había sido heroica y
que había resistido mas allá de lo que había esperado con una decisión
admirable. Sin embargo, Santa Anna, diciendo que iba a lavar la defensa de
Veracruz, salió de México y se dirigió a Jalapa a ponerse al frente del
ejército, dejando como Presidente Interino de la República al general don Pedro
María Anaya, quien toma posesión del cargo este mismo día.
Eligiò para resistir a los invasores la meseta de Cerro Gordo, a seis
leguas de Jalapa, la que hizo fortificar, contra la opinión de sus subalternos,
que la estimaban mal elegida, tanto por la carencia de agua, como porque siendo
el terreno fangoso y cubierto de bosque, imposibilitaba la maniobra de la
caballería, al igual que por la facilidad con que podía ser flanqueada la
posición, dado que la dominan los cerros del Telégrafo y la Atalaya, que no
estaban fortificados. Pero a pesar de todas esas observaciones Santa Anna, con
nueve mil hombres y cuarenta piezas de artillería, se obstinó en esperar allí a
los invasores que se encontraban a tres leguas de distancia en Plan del Río; La mano traicionera de Santa Anna, al igual
que en La Angostura, se hacia sentir nuevamente pensando en las “Treinta
monedas” que valía su traición.
Este día se presentan los invasores practicando un reconocimiento en el
Cerro del Telégrafo, donde fueron sorprendidas por una fuerza mexicana teniendo
que retirarse con algunas pérdidas. Pero al día siguiente Scott, al frente de
ocho mil quinientos hombres, inició la batalla flanqueando el cerro ya citado,
el que, aunque fue defendido con mucho valor, quedó en su poder al fin, sin que
la caballería mexicana pudiera operar, por lo que, atacada también la línea de
fortificaciones, antes de las diez de la mañana se consumó por completo la
derrota de las fuerzas mexicanas, las que perdieron más de mil doscientos hombres
entre muertos y heridos, y tres mil prisioneros. Los yanquis tuvieron bajas de cuatrocientos
treinta hombres entre muertos y heridos.
¡Así lavó Santa Anna lo que el llamaba la deshonra de Veracruz!
Pero él, contento, estaba haciendo muy buen trabajo para los miserables gringos.
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