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sábado, 20 de agosto de 2022

EFEMÉRIDES MEXICANAS // Rafael Urista de Hoyos


20
 de Agosto de 1847

Sigue la invasión Angloamericana

Batallas de Padierna y Churubusco

  Santa Anna, para ganar tiempo, entró en correspondencia secreta con el enemigo, aprovechando la llegada de un plenipotenciario al campamento de Winfield Scott, el general en jefe yanqui, haciéndole propuestas vergonzosas y recibiendo dinero de los invasores.  Así pudo detener a Scott hasta hasta los primeros días del mes siguiente (agosto), en que, habiendo recibido el jefe yanqui gran cantidad de refuerzos en hombres y material de guerra, marchó sobre la capital de la República, con once mil hombres y cuarenta cañones.

  El general Valencia nombrado jefe de los restos del Ejército del Norte, algo más de cuatro mil hombres,  con doce cañones; y como el plan de Santa Anna era netamente defensivo, le había prevenido que se limitara a observar detenidamente al enemigo, atacándole solamente por la retaguardia en caso de que embistiera contra alguna de las posiciones de la línea de defensa.

  Pero a pesar de estas órdenes terminantes, Valencia se obstinó a situarse en las Lomas de Padierna para disputar el paso al invasor que se encontraba en Tlalpan, y éste se presentó en aquella posición mal escogida por Valencia este día (agosto 19) a las dos de la tarde, logrando situar sus tropas al frente y a la retaguardia de los mexicanos, haciéndoles grandes daños; aunque estos, sobreponiéndose, logran desalojara al enemigo del rancho de San Jerónimo al finalizar el día, por lo que se creían victoriosos, pero en realidad habían quedado en pésimas circunstancias, si se tiene en cuenta el movimiento envolvente iniciado y bien ejecutado por los angloamericanos.  Santa Anna, que con una división había presenciado la batalla, no quiso prestar auxilio a Valencia, retirándose a San Ángel y ordenándole abandonar aquelle posición y seguirle, lo que no obedeció.

  Los invasores durante la noche aumentaron sus fuerzas, continuaron el movimiento envolvente, y, al amanecer de éste día (agosto 20), atacaron por la retaguardia, derrotando por completo a las fuerzas de Valencia que fueron cogidas entre dos fuegos, haciéndole muchos muertos y heridos.  La mayor parte de la división quedó prisionera, y se perdió toda la artillería en menos de una hora.

  La derrota de Padierna hizo que Santa Anna ordenara se retiraran las tropas que había en San Ángel y en la hacienda de San Antonio, replegándose al perímetro de la ciudad, debiéndose hacerse la mayor resistencia a los invasores en el Convento y Puente de Churubusco, para proteger dicha retirada. 

  Batiéronse allí heroicamente los batallones de la Guardia Nacional “Independencia” y “Bravos”, siendo reforzados por piquetes de otros cuerpos y logrando rechazar a las fuerzas enemigas, fuertes en unos tres mil hombres, cuantas veces intentaron el asalto, rindiéndose sólo por falta de parque, aunque sin capitular.

  El convento estuvo al mando del general Manuel Rincón, y entre los más distinguidos defensores de aquel punto, que n total no pasaban de mil y tanto hombres, se contaron el general don Pedro María Anaya ---autor de la famosa frase: “si hubiera parque no estaría usted aquí---, quien a pesar de haber recibido serias quemaduras al incendiarse la pólvora, continuó batiéndose; el notable escritor y diplomático don Manuel Eduardo Gorostiza, el jefe de la artillería Juan B. Argûelles, mayor José Hidalgo, capitanes: Luis Martínez C., Eligio Villamar, José María Revilla, y Juan Aguilar López; tenientes: Mariano Álvarez, José de la Cuesta, Luis Arizmendi, Manuel Estrada, Francisco Hernández, Mariano Espinoza, Francisco Peñuñuri y otros más. Todos ellos fueron hechos prisioneros y los vencedores los trataron con las mayores consideraciones reconociéndoles su heroísmo y valor.

  Con la derrota de Padierna y la toma de Churubusco, unidas a las escaramuzas de las haciendas de Portales y San Antonio, ocurridas este mismo día (agosto 20), perdieron los mexicanos su primera línea defensiva por lado sur de la ciudad; pero el ejército invasor yanqui sufrió pérdidas de consideración que no pudo evitar, pues sus bajas, entre muertos y heridos, no fueron menos de mil quinientos hombres.

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