8 de Agosto de 1879
General Emiliano Zapata
Semblanza
biográfica.
Nace este día en Anenecuilco,
Morelos, Emiliano Zapata, agrarista y general revolucionario. Hijo de una familia campesina, se ve
involucrado desde muy joven en la defensa de las tierras de las comunidades
indígenas contra los latifundistas. En
1909 es elegido presidente de la junta de Anenecuilco. Se mantiene en contacto con Ricardo flores
Magón y con el profesor magonista Otilio Montaño.
En mayo de 1910
recupera violentamente las tierras de Villa de Ayala y hace un reparto
agrario. Se solidariza con el movimiento
maderista esperanzado en la posibilidad de una reforma agraria. Al terminar la primera fase de la revolución
y decepcionado por la pasividad de Madero, promulga el “Plan de Ayala”
desconociendo al gobierno de don Francisco I. Madero y alzándose contra él, con
un programa social avanzado.
El agrarismo de
Zapata con su Ejército Libertador del Sur, no se limita solamente a las
proclamas; procede al reparto agrario en sus zonas de influencia. Siguiendo la máxima “La tierra es de quien la
trabaja”, y su emblemático grito de “Tierra y libertad”, Zapata y sus hombres
deshacen el intrincado laberinto de la propiedad de la tierra en el Estado de
Morelos para devolver a las comunidades indígenas sus tierras y dotar a los que
no la tienen de una parcela.
Desde abril de 1912,
Zapata empezó a poner en práctica el Plan de Ayala al restituir a los
campesinos de Ixcamilpa, Puebla, las tierras usurpadas por los hacendados
vecinos.
Desde entonces, fue
restituyendo tierras por la fuerza en distintos lugares ocupados por sus tropas,
pero no fue sino hasta el verano de 1914 cuando la situación militar de la
República le dio el dominio indisputado del sur y pudo entonces generalizar y
sistematizar la reforma agraria, así como formalizar las restituciones ya
realizadas, que dieron paso a la reconversión de muchas tierras cañeras a la
siembra de maíz, así como a la administración militar de los pocos ingenios
azucareros que continuaron funcionando.
En 1915 los
zapatistas fueron más radicales en la práctica del agrarismo que de lo que
habían propuesto en el Plan de Ayala.
Muestra de su nuevo radicalismo, resultado de la práctica
revolucionaria, fueron acciones como la distribución de muchas tierras de las
haciendas en función no sólo de los viejos títulos sino de las necesidades de
los pueblos, la expropiación sin indemnización de ingenios y destilerías de
“los enemigos de la Revolución” y su administración militar.
En marzo de ese año
(1915) funcionaban cuatro ingenios bajo la supervisión de los generales
Genovevo dela O, Amador Salazar, Emigdio Marmolejo y Lorenzo Vázquez. Los recursos obtenidos de esos ingenios se
destinaban a los gastos militares del Ejército Libertador del Sur y a la
atención de viudas y huérfanos de revolucionarios.
Sin embargo, el nivel
de vida y las relaciones sociales mejoraron notablemente gracias a la
abundancia de comida, a la ausencia de conflictos entre los pueblos y a la
inexistencia de los hacendados, quienes habían huido en masa.
Pancho Villa fue
derrotado en el Bajío entre abril y junio de 1915; la poderosa División del Norte fue echada de
Jalisco, de la Huasteca y del Noreste y los carrancistas ocuparon
definitivamente la ciudad de México.
Derrotado el villismo,
Carranza vuelca contra el ejército del sur todas sus fuerzas, y en 1916 el
general carrancista Pablo González toma Cuernavaca. Zapata al igual que Pancho Villa en el norte,
es obligado a organizar la guerra de guerrillas enfrentando a las fuerzas
federales sin dar una batalla frontal.
A partir de 1916, los
zapatistas vieron como se desmoronaba su breve dominio agrario, pero
resistieron de tal manera que los carrancistas entendieron a la postre que no
había victoria posible sin el asesinato del Jefe Zapata, el cual planearon con
traición y alevosía y con plena autorización de Venustiano Carranza para su
ejecución el 10 de abril de 1919.
Ese día el general
suriano es atraído a una trampa fraguada por el obscuro Pablo González y el
asesino Jesús Guajardo, quien simulando pasarse a las fuerzas rebeldes,
traiciona a Zapata asesinándolo en la hacienda de Chinameca
Venustiano Carranza, loco de felicidad, bendice y festeja la
asesina traición, premiando al asesino Guajardo con el grado inmediato superior
y con cincuenta mil pesos por su, según el torvo Carranza, “patriótica y
valiente acción” (palabras textuales).
El cadáver de Zapata
fue exhibido públicamente en Cuautla como una muestra de la bajeza del
carrancismo y de su jefe. Da clara idea
de su arraigo popular el que, a pesar de las indiscutibles evidencias, durante
muchos años los campesinos del Estado de Morelos sostuvieron que “Miliano”
(como le decían) aún se encontraba vivo;
Paz a su espíritu.
Fueron tristes los
días que siguieron al asesinato de Emiliano Zapata. El campesino soñador, que
por una sola vez en su vida entrecerró los ojos a la desconfianza innata que
fue su característica, y ello lo condujo a la muerte`.
Una semana después,
sobre la infamia cayó el sello aprobatorio presidencial -----¡desdichado error
de Carranza!-----, que decretó se entregasen al coronel Jesús M. Guajardo $
50,000.00 (cincuenta mil pesos) como gratificación.
Meses después,
Guajardo habría de caer bajo las balas de un pelotón de fusilamiento. La violencia es de doble acción y se
desenvuelve en cadena, como el pecado y como la blasfemia.
La silla de montar
del General Zapata, su camisa ensangrentada, su traje de charro, su sombrero
galoneado y las fotografías de su cadáver, fueron exhibidas en la capital. ¡Ni el circo romano fue tan cruel!
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