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lunes, 8 de agosto de 2022

EFEMÉRIDES MEXICANAS // Rafael Urista de Hoyos


8
 de Agosto de 1879

   General Emiliano Zapata

    Semblanza biográfica.

  Nace este día en Anenecuilco, Morelos, Emiliano Zapata, agrarista y general revolucionario.  Hijo de una familia campesina, se ve involucrado desde muy joven en la defensa de las tierras de las comunidades indígenas contra los latifundistas.  En 1909 es elegido presidente de la junta de Anenecuilco.  Se mantiene en contacto con Ricardo flores Magón y con el profesor magonista Otilio Montaño.

  En mayo de 1910 recupera violentamente las tierras de Villa de Ayala y hace un reparto agrario.  Se solidariza con el movimiento maderista esperanzado en la posibilidad de una reforma agraria.  Al terminar la primera fase de la revolución y decepcionado por la pasividad de Madero, promulga el “Plan de Ayala” desconociendo al gobierno de don Francisco I. Madero y alzándose contra él, con un programa social avanzado.

  El agrarismo de Zapata con su Ejército Libertador del Sur, no se limita solamente a las proclamas; procede al reparto agrario en sus zonas de influencia.  Siguiendo la máxima “La tierra es de quien la trabaja”, y su emblemático grito de “Tierra y libertad”, Zapata y sus hombres deshacen el intrincado laberinto de la propiedad de la tierra en el Estado de Morelos para devolver a las comunidades indígenas sus tierras y dotar a los que no la tienen de una parcela.

  Desde abril de 1912, Zapata empezó a poner en práctica el Plan de Ayala al restituir a los campesinos de Ixcamilpa, Puebla, las tierras usurpadas por los hacendados vecinos. 

  Desde entonces, fue restituyendo tierras por la fuerza en distintos lugares ocupados por sus tropas, pero no fue sino hasta el verano de 1914 cuando la situación militar de la República le dio el dominio indisputado del sur y pudo entonces generalizar y sistematizar la reforma agraria, así como formalizar las restituciones ya realizadas, que dieron paso a la reconversión de muchas tierras cañeras a la siembra de maíz, así como a la administración militar de los pocos ingenios azucareros que continuaron funcionando.

  En 1915 los zapatistas fueron más radicales en la práctica del agrarismo que de lo que habían propuesto en el Plan de Ayala.  Muestra de su nuevo radicalismo, resultado de la práctica revolucionaria, fueron acciones como la distribución de muchas tierras de las haciendas en función no sólo de los viejos títulos sino de las necesidades de los pueblos, la expropiación sin indemnización de ingenios y destilerías de “los enemigos de la Revolución” y su administración militar.

  En marzo de ese año (1915) funcionaban cuatro ingenios bajo la supervisión de los generales Genovevo dela O, Amador Salazar, Emigdio Marmolejo y Lorenzo Vázquez.  Los recursos obtenidos de esos ingenios se destinaban a los gastos militares del Ejército Libertador del Sur y a la atención de viudas y huérfanos de revolucionarios.

 Cuando llegó la época de la siembra, por primera vez en muchos años todos los campos de Morelos fueron sembrados, pero no con la caña y el arroz de los hacendados, sino con el maíz y el frijol de los pueblos.  Zapata trataba de convencerlos de que también sembraran caña para los ingenios, pero sólo logró que lo hicieran pero en muy pequeña escala.

  Sin embargo, el nivel de vida y las relaciones sociales mejoraron notablemente gracias a la abundancia de comida, a la ausencia de conflictos entre los pueblos y a la inexistencia de los hacendados, quienes habían huido en masa.

  Pancho Villa fue derrotado en el Bajío entre abril y junio de 1915;  la poderosa División del Norte fue echada de Jalisco, de la Huasteca y del Noreste y los carrancistas ocuparon definitivamente la ciudad de México.

 Derrotado el villismo, Carranza vuelca contra el ejército del sur todas sus fuerzas, y en 1916 el general carrancista Pablo González toma Cuernavaca.  Zapata al igual que Pancho Villa en el norte, es obligado a organizar la guerra de guerrillas enfrentando a las fuerzas federales sin dar una batalla frontal.

  A partir de 1916, los zapatistas vieron como se desmoronaba su breve dominio agrario, pero resistieron de tal manera que los carrancistas entendieron a la postre que no había victoria posible sin el asesinato del Jefe Zapata, el cual planearon con traición y alevosía y con plena autorización de Venustiano Carranza para su ejecución el 10 de abril de 1919.

  Ese día el general suriano es atraído a una trampa fraguada por el obscuro Pablo González y el asesino Jesús Guajardo, quien simulando pasarse a las fuerzas rebeldes, traiciona a Zapata asesinándolo en la hacienda de Chinameca

Venustiano Carranza, loco de felicidad, bendice y festeja la asesina traición, premiando al asesino Guajardo con el grado inmediato superior y con cincuenta mil pesos por su, según el torvo Carranza, “patriótica y valiente acción” (palabras textuales).

 El cadáver de Zapata fue exhibido públicamente en Cuautla como una muestra de la bajeza del carrancismo y de su jefe.  Da clara idea de su arraigo popular el que, a pesar de las indiscutibles evidencias, durante muchos años los campesinos del Estado de Morelos sostuvieron que “Miliano” (como le decían) aún se encontraba vivo;  Paz a su espíritu.

  Fueron tristes los días que siguieron al asesinato de Emiliano Zapata. El campesino soñador, que por una sola vez en su vida entrecerró los ojos a la desconfianza innata que fue su característica, y ello lo condujo a la muerte`.

  Una semana después, sobre la infamia cayó el sello aprobatorio presidencial -----¡desdichado error de Carranza!-----, que decretó se entregasen al coronel Jesús M. Guajardo $ 50,000.00 (cincuenta mil pesos) como gratificación.

  Meses después, Guajardo habría de caer bajo las balas de un pelotón de fusilamiento.  La violencia es de doble acción y se desenvuelve en cadena, como el pecado y como la blasfemia.

  La silla de montar del General Zapata, su camisa ensangrentada, su traje de charro, su sombrero galoneado y las fotografías de su cadáver, fueron exhibidas en la capital.  ¡Ni el circo romano fue tan cruel!

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