24 de Agosto de 1821
Los Tratados de Córdoba
Llega la Independencia
El mes pasado llegó a México en
substitución del ex virrey don Juan Ruiz
de Apodaca y como Jefe Político Superior y Capitán General de la Nueva España
el Teniente General don Juan O”Donojú nombrado nuevo Jefe de Gobierno de la
Colonia.
Don Juan O”Donojú es
Teniente General del ejército español y se desempeñó como ministro de guerra
del gobierno de la Regencia de José Bonaparte durante la intervención
francesa. Ocupa un alto puesto en la
francmasonería y fue elegido en la Península la Constitución de la Nueva
España, la mas importante de las colonias en América y mantenerla dentro del
dominio de la Corona española.
Sea una cosa u otra
lo cierto es que O”Donojú no venía a México con el deseo de establecer la
independencia del país, ni aún estaba en condiciones de apoyarla cuando llegó a
Veracruz. Bien pronto salió de las dudas
que le habían impuesto los ricos comerciantes españoles del puerto, y se
cercioró de la cruda realidad de la situación del país que venía a gobernar, o
sea que en verdad lo único que tenían en
su poder las fuerzas realistas eran tres plazas en toda la Nueva España:
Acapulco, Veracruz y México y las tres amagadas por las fuerzas insurgentes o
mejor dicho, por el ejército de las tres garantías que ya estaba a punto de
tomarlas en su poder.
Días después
trascendió que don Juan envió dos cartas al brigadier Agustín de Iturbide en
donde le manifiesta que ha tomado el cargo no consolidando la dependencia
colonial, ni incurriendo en las funestísimas debilidades de sus antecesores,
sino rectificando las ideas, calmando las pasiones exaltadas y poniendo a los
numerosos pueblos en estado de conseguir con más seguridad y sin sacrificios
horribles lo que con tanto ardor han deseado.
Finalmente, le
propone conciliar con él las medidas necesarias para celebrar el tratado que
tanto ha anhelado el libertador y que dicho tratado sea aprobado por el rey y
las Cortes de España.
Este día, 24 de
Agosto de 1821, tuvo lugar una entrevista entre el brigadier Agustín de
Iturbide y el nuevo Jefe Político Superior de la Nueva España, en Córdoba,
provincia de Veracruz. Han firmado un Tratado
que es la confirmación del Plan de Iguala, es decir, y con pocas palabras: se
reconoce la independencia.
El nuevo país surgido
del tratado se llamará Imperio Mexicano y será una monarquía constitucional
moderada. Se menciona también al rey
Fernando VII y sus hermanos, don Carlos y don Francisco de Paula, pero se omite
el nombre del Archiduque Carlos, hijo de Fernando, y, al no admitir a los
infantes de España (los hermanos del rey), las Cortes mexicanas podrán elegir
al monarca del imperio, sin que necesariamente el trono recaiga en una casa
reinante; muchos interpretan esto como que Iturbide puede aspirar al trono.
El Tratado precisa la
función de la Junta Provisional de Gobierno, que debe ostentar el Poder
Legislativo hasta la instalación de las Cortes.
La Junta debe nombrar una Regencia compuesta de tres individuos ---uno
de ellos debe ser O”Donojú y dos escogidos por Iturbide--- para hacerse cargo
el Poder Ejecutivo. Aseguran que
O”Donojú no tiene facultad para celebrar este acuerdo, pero al ser inevitable
la independencia, quiere asegurarse un lugar en el gobierno del nuevo
país. Finalmente Don Juan se ofrece a
emplear su autoridad para que las tropas aún virreinales y que son españolas,
verifiquen su salida sin efusión de sangre y por una capitulación honrosa.
En armonía con lo
planteado en el “Plan de Iguala” para lograr la separación de la Corona
española, se firman hoy “Los Tratados de Córdoba”, los cuales cobran
importancia, no sólo por reconocer la independencia de México, sino porque
sientan las bases para la conformación de una nación y pretender incluir tanto
a las autoridades virreinales como los intereses independentistas.
En el tratado también
se menciona que el nuevo emperador debe establecer su corte en la ciudad de
México, la cual será la capital del nuevo imperio. A su vez tiene que conformarse una Junta
Provisional Gubernativa, y el mismo O”Donojú formará parte de ella por
cuestiones prácticas de la administración del Estado. Además se elegirá un presidente de la misma y
una regencia compuesta por tres hombres, quienes de manera conjunta gobernarán
en nombre del monarca, en tanto se entrega el cetro del imperio.
La Iglesia Católica,
encabezada por el obispo don Pedro José de Fonte, se alineó con don Agustín de
Iturbide y muestra su apoyo al Ejército Trigarante, ya que no tiene opción de
recurrir a la Corona española, al haber sido rebasada por los “Tratados de
Córdoba”.
En los últimos días de agosto se adhirieron a la independencia las poblaciones de la costa del Golfo hasta Coatzacoalcos; Llorente en la costa norte de Veracruz, y el mariscal de campo don Alejo García Conde en Chihuahua. El sanguinario español general José de la Cruz, después de robar mucho en Durango, capituló cobardemente ante las tropas de Negrete y emigró a España. Todo, pues, quedaba expedito para la entrada triunfal del Ejército Trigarante a la capital.
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