17 de Agosto de 1853
“La Mesilla”. Los
gringos nos volvieron a robar.
El señor James Gadsen, nombrado
ministro plenipotenciario de los Estados Unidos en México, llega hoy a la
ciudad de México y cuando aún no terminaba de desempacar las maletas con que
llegó a hacerse cargo de la Legación, ya ha hecho la primer visita al Presidente
Santa Anna en Palacio Nacional, y sin preámbulos les dijo que Estados Unidos
deseaba adquirir algunos territorios mexicanos, de ser posible por la vía de la
compra.
Luego le mostró un
mapa en el que se indicaba en líneas punteadas los territorios codiciados: La línea número uno del mapa separaba de
México la mitad de Tamaulipas, la totalidad de Coahuila y Nuevo León,
fracciones de Chihuahua, Sonora y Durango, y la totalidad de la península de
Baja California. La línea número dos
incorporaba al territorio angloamericano sólo un tercio de Tamaulipas, la mitad
de Coahuila y Nuevo León y una fracción de Chihuahua y Sonora. La línea número tres implicaba la cesión de la
parte norte de Chihuahua y Sonora, más la totalidad de la Baja California. En fin, la línea número cuatro reservaba para
Estados Unidos sólo la parte norte de las tierras fronterizas de los Estados de
Chihuahua y Sonora, o sea, el valle de La Mesilla.
Santa Anna, de momento no supo que decir. Las amplísimas facultades que se le habían
concedido para gobernar al país tenían una sola limitación: conservar la
integridad del territorio nacional.
Tenía pocos meses de haber tomado el poder y le resultaba inoportuno
andar vendiendo territorios tan pronto.
Aunque por otra parte, recibió noticias de que el año 1853 iba a
terminar con un déficit fiscal de varios millones de pesos. Quien sabe si un día de tantos no necesitaría
recurrir a Gadsen. Por lo pronto se
limitó a dar largas al asunto.
Para seguir y
terminar el asunto de La Mesilla es necesario y oportuno adelantarnos en el
tiempo hasta el mes de diciembre de este mismo año 1853. Estamos en el día 3 de diciembre y nuevas
dificultades se suscitaron por entonces con el gobierno de los Estados Unidos,
un individuo de apellido Lane y que era entonces gobernador de Nuevo México
ocupó por su propia autoridad el territorio mexicano llamado La Mesilla, so
pretexto de que quedaba dentro de los límites naturales del territorio que
gobernaba; algo totalmente falso.
México hizo
reclamaciones contra aquel proceder, y entonces, Mr. Gadsen dijo a Santa Anna,
cínicamente, que su país tenía que apoderarse da La Mesilla ya sea pagándola o
por la viva fuerza. Santa Anna, en vez
de recurrir al arbitraje tal y como lo establecía el tratado de Guadalupe
Hidalgo, en lo primero y único que pensó que no le caerían mal unos milloncitos
de pesos o de dólares (en ese tiempo peso y dólar estaban parejos) para su
provecho propio, y accedió a la venta.
Es cierto que México
no estaba en condiciones de afrontar otra vez tan desigual guerra, habían
pasado tan sólo cinco años del despojo por los miserables gringos de más de la
mitad del entonces territorio nacional, pero como conforme al tratado de
Guadalupe Hidalgo firmado por los dos países, las cuestiones entre ambas
naciones debían sujetarse a arbitrajes, pudiendo evitarse así la vergüenza de
vender aquella porción de territorio.
El dictador sentía
por el ministro de los Estados Unidos, mr. James Gadsen, el odio secreto que le
inspiraban los bribones más poderosos que él.
Por su cara rubicunda, sus ojillos azules sin brillo y su descomunal
trasero, Gadsen se le figuraba un cerdo y por lo ventajoso un zopilote al
acecho de presas desfallecientes para devorarlas. Desde luego que ser un bribón no representaba
para Santa Anna una falta mayor, obviamente, pero no reconocerse como tal, y al
contrario, tratar de hacerse pasar como gente decente, era para el dictador el
colmo de la desvergüenza.
Este día, 3 de
diciembre de 1853, se celebra el tratado de venta de La Mesilla por Santa Anna,
en la cantidad de diez millones de dólares, aunque originalmente se había
convenido en veinte millones, declarándose, además, libres los Estados Unidos
de la clausula del tratado Guadalupe Hidalgo, que les imponía la obligación de
detener las incursiones de los indios bárbaros en la frontera con México-
Esta venta
escandalosa, que sólo sirvió para enriquecer al mismo Santa Anna y sus
favoritos, y para aumentar el despilfarro y la tiranía del gobierno, acabó por
provocar un levantamiento popular contra la dictadura cuando los generales Juan
Álvarez e Ignacio Comonfort, sublevados con el “Plan de Ayutla”, terminan
derrocando definitivamente a Santa Anna y enviándolo también definitivamente al
destierro; volvió veinte años mas tarde sólo para morir pobre y abandonado por
todos.
0 comentarios:
Publicar un comentario