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miércoles, 17 de agosto de 2022

EFEMÉRIDES MEXICANAS // Rafael Urista de Hoyos


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7 de Agosto de 1853

 “La Mesilla”. Los gringos nos volvieron a robar.

  El señor James Gadsen, nombrado ministro plenipotenciario de los Estados Unidos en México, llega hoy a la ciudad de México y cuando aún no terminaba de desempacar las maletas con que llegó a hacerse cargo de la Legación, ya ha hecho la primer visita al Presidente Santa Anna en Palacio Nacional, y sin preámbulos les dijo que Estados Unidos deseaba adquirir algunos territorios mexicanos, de ser posible por la vía de la compra. 

  Luego le mostró un mapa en el que se indicaba en líneas punteadas los territorios codiciados:  La línea número uno del mapa separaba de México la mitad de Tamaulipas, la totalidad de Coahuila y Nuevo León, fracciones de Chihuahua, Sonora y Durango, y la totalidad de la península de Baja California.  La línea número dos incorporaba al territorio angloamericano sólo un tercio de Tamaulipas, la mitad de Coahuila y Nuevo León y una fracción de Chihuahua y Sonora.  La línea número tres implicaba la cesión de la parte norte de Chihuahua y Sonora, más la totalidad de la Baja California.  En fin, la línea número cuatro reservaba para Estados Unidos sólo la parte norte de las tierras fronterizas de los Estados de Chihuahua y Sonora, o sea, el valle de La Mesilla.

  Santa Anna, de momento no supo que decir.  Las amplísimas facultades que se le habían concedido para gobernar al país tenían una sola limitación: conservar la integridad del territorio nacional.  Tenía pocos meses de haber tomado el poder y le resultaba inoportuno andar vendiendo territorios tan pronto.  Aunque por otra parte, recibió noticias de que el año 1853 iba a terminar con un déficit fiscal de varios millones de pesos.  Quien sabe si un día de tantos no necesitaría recurrir a Gadsen.  Por lo pronto se limitó a dar largas al asunto.

  Para seguir y terminar el asunto de La Mesilla es necesario y oportuno adelantarnos en el tiempo hasta el mes de diciembre de este mismo año 1853.  Estamos en el día 3 de diciembre y nuevas dificultades se suscitaron por entonces con el gobierno de los Estados Unidos, un individuo de apellido Lane y que era entonces gobernador de Nuevo México ocupó por su propia autoridad el territorio mexicano llamado La Mesilla, so pretexto de que quedaba dentro de los límites naturales del territorio que gobernaba; algo totalmente falso.

  México hizo reclamaciones contra aquel proceder, y entonces, Mr. Gadsen dijo a Santa Anna, cínicamente, que su país tenía que apoderarse da La Mesilla ya sea pagándola o por la viva fuerza.  Santa Anna, en vez de recurrir al arbitraje tal y como lo establecía el tratado de Guadalupe Hidalgo, en lo primero y único que pensó que no le caerían mal unos milloncitos de pesos o de dólares (en ese tiempo peso y dólar estaban parejos) para su provecho propio, y accedió a la venta. 

  Es cierto que México no estaba en condiciones de afrontar otra vez tan desigual guerra, habían pasado tan sólo cinco años del despojo por los miserables gringos de más de la mitad del entonces territorio nacional, pero como conforme al tratado de Guadalupe Hidalgo firmado por los dos países, las cuestiones entre ambas naciones debían sujetarse a arbitrajes, pudiendo evitarse así la vergüenza de vender aquella porción de territorio.  

  El dictador sentía por el ministro de los Estados Unidos, mr. James Gadsen, el odio secreto que le inspiraban los bribones más poderosos que él.  Por su cara rubicunda, sus ojillos azules sin brillo y su descomunal trasero, Gadsen se le figuraba un cerdo y por lo ventajoso un zopilote al acecho de presas desfallecientes para devorarlas.  Desde luego que ser un bribón no representaba para Santa Anna una falta mayor, obviamente, pero no reconocerse como tal, y al contrario, tratar de hacerse pasar como gente decente, era para el dictador el colmo de la desvergüenza.

  Este día, 3 de diciembre de 1853, se celebra el tratado de venta de La Mesilla por Santa Anna, en la cantidad de diez millones de dólares, aunque originalmente se había convenido en veinte millones, declarándose, además, libres los Estados Unidos de la clausula del tratado Guadalupe Hidalgo, que les imponía la obligación de detener las incursiones de los indios bárbaros en la frontera con México-

  Esta venta escandalosa, que sólo sirvió para enriquecer al mismo Santa Anna y sus favoritos, y para aumentar el despilfarro y la tiranía del gobierno, acabó por provocar un levantamiento popular contra la dictadura cuando los generales Juan Álvarez e Ignacio Comonfort, sublevados con el “Plan de Ayutla”, terminan derrocando definitivamente a Santa Anna y enviándolo también definitivamente al destierro; volvió veinte años mas tarde sólo para morir pobre y abandonado por todos.

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