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domingo, 14 de agosto de 2022

EFEMÉRIDES MEXICANAS // Rafael Urista de Hoyos


14
 de Agosto de 1923

Secuela de la emboscada a Pancho Villa.

Comentarios periodísticos

  Nadie cree una palabra de las muchas que emite Jesús Salas Barraza para tratar de demostrar que él fue el director del asesinato de Pancho Villa.  Hoy uno de los comentaristas de uno de los diarios más serios de la capital, pregunta: “ ¿Pero Salas Barraza en verdad mató al guerrillero de Durango? Porque la simple confesión, ni jurídica ni moralmente convence, y el mismo empeño del presunto reo en declararse culpable lo hace sospechoso.  .  . Ese  desplante, esa osadía que cínicamente quiere ser heróica;  esa especie de vanidad que palpita en las declaraciones del diputado Salas Barraza, hace sospechar estas dos cosas: Que él no tuvo nada que ver en el asesinato de Villa y que al declararse, presuntuosamente, culpable, está seguro de ser absuelto y que inclusive espera una muy jugosa gratificación por la mascarada. . .¿Se trata de un hombre de paja?  ¿Es que el delito político del que habla timidamente el diputado Gandarilla si existió, y se trata de encubrir detrás de la jactanciosa petulancia del auto llamado asesino salas?”

  Lo cierto es que se ha confirmado que en los cuartos siete y nueve de la calle Gabino Barreda, de Parral, dizque atacaron “frente a frente”, seguros de la impunidad oficial ----la guarnición de la plaza, casual e inexplicablemente, había salido a los llanos de Mauritania a realizar maniobras, y el cuerpo de policía, también casual e inexplicablemente, fue acuartelado para unas supuestas academias de capacitación--- y protegidos por los muros de los cuartos, Melitón Lozoya, Librado Martínez, Román Guerra, José Sáenz Pardo, José Guerra, José Barraza y Ruperto Vara, pertrechados (¿frente a frente?) con rifles Winchester calibre 35, con balas expansivas, mientras que afuera Juan López Sáenz Pardo dio la señal de que el automóvil se acercaba y que Villa venía al volante.

  Solamente logró evadirse el coronel Ramón Contreras que batiéndose en retirada desapareció debajo de un puente cercano.  Sin embargo, los asesinos tuvieron un muerto, Román Guerra, que cayo abatido por los disparos del coronel Ramón Contreras en su retirada.  Finalmente el coronel Contreras logró sobrevivir aunque perdió un brazo debido a sus heridas.

  Aparte de Obregón y Calles que organizaron el crimen a la sombra, actuó como autor intelectual inmediato el comerciante parraleño y masón grado 33 Gabriel Chávez, con la complicidad de Jesús Herrera, hermano de los generales Maclovio y Luis Herrera;  Eduardo Rico, propietario de los almacenes “Las fábricas de Francia”;  Guillermo Gallardo Portillo, dueño de los cuartos de los emboscados y Jesús Corral Valles, quien facilitó el corral para los caballos de los asesinos.

  Pero está plenamente comprobado que fue Melitón Lozoya quien organizó la partida en la hacienda “La Cochinera” y encabezó al grupo.  Salas Barraza sólo fue un cómplice encubridor y nunca estuvo en el grupo de los asesinos emboscados, aunque él ahora asegura que sí e incluso que dirigió la agresión.

  Francisco Villa recibió doce balas en el cuerpo y dos en la cabeza.  Murió en la única forma en que no  habría deseado morir.  Siempre creyó que su muerte ocurriría en el campo de batalla.

  El jefe de la guarnición de parral, general J. Félix Lara, que se hizo “ojo de hormiga” con sus soldados durante el tiroteo, confirmó años después al periodista y poeta Justino M. Palomares que la trama de la muerte de Villa había sido dirigida “desde arriba”.  Nunca se persiguió a los matadores del caudillo, cuyo nombre de guerra fulge grabado en letras de oro en el recinto de la Representación Nacional.

  Así murió el más desconcertante de los revolucionarios mexicanos, que dio a la etapa de violencia de la Revolución un brillo estratégico y victorioso.  Pereció a fuego y balas y entre el humo de la pólvora, como había vivido.

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