20 de Agosto de 1940
Asesinato de León Trotsky
Agoniza el ex comisario de la guerra
ruso, León Trotsky, en su residencia de Coyoacán, donde un sujeto al servicio
del dictador ruso José Stalin lo agredió con premeditación, alevosía, ventaja y
traición, armado de un “piolet” de alpinista.
Había logrado inspirar gran confianza a Trotsky de quien se decía
admirador.
Hoy, a las cinco de
la tarde, se le presentó a pedirle su opinión sobre un artículo, se dirigieron
al despacho y allí lo agredió; le
fracturó la bóveda craneana, hirió las meninges y le penetró la masa encefálica. Bizarramente se defendió Trotsky hasta que
acudieron sus secretarios y guardias.
Empezaron a golpear al felón con intención de matarlo, pero Trotsky aún
con fuerza les gritó que no lo mataran para conocer el origen del atentado.
Ambulantes de la Cruz
Verde recogieron a Trotsky y lo condujeron al puesto central de socorros. Antes de ser intervenido Trotsky pudo decir:
“era un miembro de la G.P.U. . . luché contra él, hagan el favor de comunicarlo
a nuestros amigos. Estoy seguro de la
victoria de la IV Internacional
¡Adelante!”. Trotsky llamó Jackson al asesino, y los periódicos lo
nombran Jacques Mornard, y algunos Frank Jackson.
La verdad es que se
trata de un sujeto natural de España, de 28 años de edad y bautizado como Ramón
Mercader del Río. Uso infinidad de seudónimos
durante su militancia en el comunismo staliniano, entre ellos, además de los ya
designados, los de Vander Dresches, Bablish y Salvador Torkof. Se habla de que el crimen fue instigado por
la madre del asesino, la conocida revolucionaria comunista española Caridad
Eustasia del Río Hernández que se cree residía en París bajo un nombre
supuesto, y que nació en Santiago de Cuba, de padres españoles y casó con un
comunista de apellido Mercader.
Ramón Mercader, el
asesino, vivió mucho tiempo en España y peleó en la guerra civil española, al
lado de los comunistas republicanos. El
12 de junio de 1935 fue arrestado en España por haber tomado parte en una
reunión clandestina en la que se trataba de organizar un comité de la juventud
comunista.
Después del triunfo
del generalísimo Francisco Franco, mercader y su esposa, al igual que su madre
Caridad Eustasia, desembarcaron en Veracruz el 4 de noviembre de 1936, del
vapor “Durango” como refugiados españoles.
Ramón Mercader se abrió las puertas de la residencia Trotsky, cultivando
la amistad de la joven angloamericana, secretaria de Trotsky, Silvia Agellof,
que lo encontró fino de modales, culto, pulcro y distinguido y quien lo
presentó con el líder ruso.
Hoy en la tarde Ramón
Mercader llegó a la casita de Coyoacán donde residía León Trotsky con su esposa. Tarde lluviosa por lo que a nadie extrañó que
el visitante llevara al brazo un impermeable.
Se le franqueó la entrada como de costumbre y desde luego ascendió las
escaleras y penetró en el despacho del líder.
Se consuma la traición y el crimen.
El asesino llevaba unas cuartillas
donde había hecho la traducción que iba a consultar al creador del Ejército
Rojo. Cuando éste se inclinó sobre el
escritorio para leer el escrito, Mercader, que era alto, fuerte y aún joven, le
asestó en el cráneo un fuerte golpe con un piolet que usan los alpinistas para
sostenerse en los ascensos difíciles. Es
decir, un arma terrible, fuerte y pesada, que termina en punta de acero por uno
de sus extremos, en tanto que en el otro muestra la apariencia de un martillo.
Un solo golpe habría
de ser suficiente. El asesino lo sabía,
pero no contó, sin embargo, con la entereza y energía que a sus 64 años de edad
Trotsky aún mantenía, lo que le dio fuerzas para todavía luchar contra su
enemigo mientras lanzaba gritos a sus guardias.
Sin mucha tardanza
llegó el jefe de la policía del Distrito federal, general Juan Manuel Núñez (ya
entonces presidente del glorioso equipo de futbol “ATLANTE”); el jefe del
servicio secreto Simón Estrada y varios comandantes y agentes. La casita de Coyoacán se llenó de uniformes,
de armas y de gendarmes.
Trotsky fue
trasladado a un puesto de emergencia, donde se le apreció la gravedad de la
lesión y de inmediato se le llevó al hospital de la Cruz Verde Dr. Rubén
Leñero. Allí bajo la dirección del Dr.
Gustavo Baz, se le practicó una operación en el cráneo. Pero la herida era sumamente grave y León
Trotsky finalmente dejó de existir.
A las 35 horas y
minutos de haber sido golpeado murió el líder rojo de la URSS; así terminó su
vida el hombre que organizó un formidable ejército en su país, el que marcó un
rumbo ideológico al gigantesco movimiento del comunismo internacional y que
perdió en la batalla política contra el pétreo asesino José Stalin, burócrata insensible,
frio y deshumanizado.
Cuando a las cinco y
media de la tarde del día siguiente (21 de agosto) león Trotsky parecía
tranquilo, al cuidado de varios médicos, entre otros el Dr. Gustavo Baz,
repentinamente sufrió un síncope. Se le
aplicó una inyección de adrenalina al corazón, pero al levantarse un parpado al
herido, no hubo reacción pupilar.
Natalia Sedova,
esposa de Trotsky, sufrió un desmayo.
Minutos mas tarde, ya repuesta, indicó a los amigos de Trotsky se
pusieran de hinojos para rezar en su idioma.
El cadáver quedó mas tarde depositado en la capilla dorada de una
agencia funeraria. Un abogado, Albert
Goldman, llegado de Nueva York, trajo el testamento de Trotsky en el que había
una disposición en el sentido de que su cadáver fura incinerado; Además de
Mercader, está detenida Sylvia Agellof, su amante y parece que su cómplice,
pues todos suponen que es una comedia lo que ella y él representan.
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