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domingo, 2 de julio de 2023

BOSQUEJO HISTÓRICO // Rafael Urista de Hoyos


TERCER PRESIDENTE DE MÉXICO

JOSÉ MARÍA BOCANEGRA- Diciembre 18 a 23 de 1829

  El único mérito, aunque fortuito, de Don José María Bocanegra, fue hallarse en el lugar adecuado en el momento adecuado.  Ministro de Relaciones Exteriores en el Gabinete del Presidente Guerrero y antes fue diputado constituyente en la promulgación de la Constitución de 1824, recibió el poder en forma de interinato de manos del Congreso cuando el presidente Guerrero se autorizó licencia para separarse del poder y asumir el mando del ejército que debía acabar con la rebelión de su vicepresidente Anastasio Bustamante.

  Ni siquiera tuvo tiempo de tomarle el gusto a la silla presidencial.  El séptimo día de su gobierno la guarnición de la ciudad de México se rebeló en favor de Bustamante y avanzó sobre el Palacio Nacional.  Luego de un simbólico intercambio de disparos, Don José María se rindió y renunció a la presidencia.

  La fama que José María Bocanegra no logró como fugaz presidente de la República, la alcanzó como historiador.  A él se debe uno de los libros clásicos para entender el siglo XIX: “Memorias para la historia de México independiente

 


CUARTO PRESIDENTE DE MÉXICO.

ANASTASIO BUSTAMANTE.

Vicepresidente en ejercicio de la presidencia:

                                  Enero 1º, 1830 – Agosto 13, 1832

Presidente Constitucional:

                                 Abril 19, 1837 – Marzo 18, 1839.

                                 Julio 18, 1839 – Sept. 22, 1841

El general Anastasio Bustamante es exaltado a la Presidencia de la República por el Congreso General, sin votaciones de los diputados y mucho menos sin elecciones de las legislaturas de los Estados.

  Era Anastasio Bustamante un antiguo realista que combatió duramente a los patriotas insurgentes, un individuo falto de convicciones políticas y aunque era de una gran probidad en materia de dinero, su ignorancia le hacía inclinarse ante los altos dignatarios de la iglesia y de los personajes conspicuos del partido conservador, lo que hizo que su administración fuera retrograda, sanguinaria y justamente odiada.  Sus directores y asesores entre los que se contaba en primer lugar Lucas Alamán, le hicieron iniciar una política de persecuciones contra todos los liberales a quienes encarcelaba sin motivo y aun llegaba a fusilar, pretendiendo restablecer algo semejante al gobierno colonial.

  Su primera administración fue la más fecunda.  Combatió la delincuencia con un método poco ortodoxo: la creación de una policía secreta que desde luego se excedió en sus funciones, pero logró su cometido.  Con la ayuda de su ministro Lucas Alamán, reorganizó la Hacienda pública y se estableció por vez primera en México un Banco, el de Avío, destinado a conceder créditos para maquinaria, materias primas y pagos de salarios.

  Su segundo periodo de gobierno se vio opacado por la “guerra de los pasteles” (1838), que obligó a Bustamante a aceptar las reclamaciones formuladas por el gobierno de Francia en favor de ciudadanos franceses perjudicados por las innumerables revueltas.

  En su último periodo Bustamante encontró un país sumido en la guerra civil y estuvo cerca de perder la vida cando los rebeldes cañonearon el Palacio Nacional.  Sin nada que hacer frente a las ambiciones militares, el presidente renunció para retirarse a vivir a San Miguel de Allende, dejando en el poder al general Melchor Múzquiz como presidente interino, mientras el Congreso designaba a la persona que debía terminar el periodo de gobierno que quedó inconcluso por la renuncia del presidente Anastasio Bustamante.

 


QUINTO PRESIDENTE DE MEXICO.

GENERAL MELCHOR MÚZQUIZ Y ARRIETA

Agosto 14 a Diciembre 24 de 1832.

  El general Melchor Múzquiz fue el primer gobernador del nuevo Estado que se constituyó con el nombre de “Estado de México” con capital en la ciudad de Toluca.  Durante su gobierno estalló un movimiento  contra el presidente Anastasio Bustamante liderado por el general Antonio López de Santa Anna y aquel decidió pedir licencia a su cargo de presidente para salir a combatir personalmente a los rebeldes.

  Cuando en agosto de 1832 se concedía licencia al presidente Bustamante para separarse temporalmente del poder, el Congreso General procedió a la elección de un Presidente interino, como estaba previsto en el artículo 97 de la Constitución Federal de 1824, a recomendación del mismo Bustamante y sin muchas dificultades, consiguió que esa elección recayera en Melchor Múzquiz, quien en la votación que se efectuó en la Cámara el 7 de agosto triunfo sobre sus competidores Nicolás Bravo y Juan Ignacio Godoy.

  La legislatura del Estado de México, al enterarse de aquella distinción dio permiso al general Múzquiz para separarse del cargo de gobernador, designando en su lugar al teniente Manuel Muria

 El general Melchor Múzquiz fue el primer presidente que cobró impuestos por puertas y ventanas.  Ocupó el poder mientras Bustamante salía a combatir a los rebeldes comandados por el general Antonio López de Santa Anna que con su plan de Zavaleta exigía el poder para Manuel Gómez Pedraza.

  La obsesión del general Múzquiz era la honestidad: aborrecía la corrupción y el desfalco de los caudales públicos.  Exageraba tanto en sus previsiones, que le gustaba concentrar el producto de los impuestos en una sola habitación que fue necesario apuntalar para que no se derrumbara por el peso de las monedas (todavía no existía el papel moneda).  No gastaba un solo peso, quería entregar cuentas perfectas y que no quedara duda de su integridad.

  Cuando distrajo su atención de los asuntos administrativos para tomar cartas en las cuestiones políticas, acabó su gobierno.  Santa Anna, Bustamante y Gómez Pedraza se pusieron de acuerdo en los “Convenios de Zavaleta” para que el tercero fuera el nuevo Presidente y ni siquiera se tomaron la molestia de notificarle la decisión al general Múzquiz.  Éste, al enterarse, se retiró muy molesto del Palacio Nacional y se fue a su casa.

  Se retiraba el general Múzquiz de la presidencia en medio de confusiones y sobresaltos, se le dio de baja en el ejército el 23 de febrero de 1833 de acuerdo con el punto dos de los Convenios de Zavaleta, el presidente Gómez Pedraza dio orden que se le confinara en Padilla, Tamaulipas, pero se revocó esta disposición y al siguiente año fue restituido por el presidente Santa Anna en su empleo con fecha 18 de julio de 1834, en virtud de que el gobierno estaba persuadido de los méritos y servicios que había prestado a la patria, habiendo sido indebida su destitución.

  Con aquel reconocimiento e integración Múzquiz fue dado a reconocer a las tropas como general del ejército.  En ese tiempo estuvo asignado como estante en cuartel hasta el 30 de marzo de 1835.  En febrero de 1842 se le ascendió a general de división y presidente de la sala de ordenanza de la Suprema Corte Marcial y agregado al 11º Regimiento de Infantería.

  Ya para esas fechas venía padeciendo una enfermedad crónica y a pesar de eso no solicitó licencia, tal vez debido a la irregularidad con que se le cubría su salario, el que demoraba a veces hasta seis meses.  Finalmente el 14 de diciembre de 1844, el general Melchor Múzquiz entregó la vida a quien se la dio.  Falleció en su casa ubicada en la antigua calle del Esclavo, hoy República de Chile esquina con Donceles en la más completa pobreza.  Fue inhumado en el cementerio de Santa Paula aledaño a la Villa de Guadalupe en aquel entonces un suburbio muy alejado de la capital, por desgracia y descuido de los gobiernos de la ciudad de México sus restos se perdieron por la modernidad y la sobre población de la ciudad que se encargó de borrar todo vestigio de aquel cementerio de Santa Paula.

  El general Melchor Múzquiz de Arrieta nació un 6 de abril de 1788 en lo que entonces se conocía como Valle de Santa Rosa y fue bautizado en la parroquia de Santa Rosa de Lima.

  El general Melchor Múzquiz de Arrieta consagró toda su vida a servir a su patria, su limpia carrera como oficial insurgente y luego del Ejército Trigarante, su procedimiento republicano como diputado al Primer Congreso Constitucional, como gobernador del Estado de México en cinco ocasiones, estableciendo las bases de la administración pública como Presidente de la República en tiempos de anarquía y como ciudadano ejemplar, le dan títulos para la admiración nacional.

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