TERCER PRESIDENTE DE MÉXICO
JOSÉ MARÍA
BOCANEGRA- Diciembre 18 a 23 de 1829
El único mérito,
aunque fortuito, de Don José María Bocanegra, fue hallarse en el lugar adecuado
en el momento adecuado. Ministro de
Relaciones Exteriores en el Gabinete del Presidente Guerrero y antes fue
diputado constituyente en la promulgación de la Constitución de 1824, recibió
el poder en forma de interinato de manos del Congreso cuando el presidente
Guerrero se autorizó licencia para separarse del poder y asumir el mando del
ejército que debía acabar con la rebelión de su vicepresidente Anastasio
Bustamante.
Ni siquiera tuvo
tiempo de tomarle el gusto a la silla presidencial. El séptimo día de su gobierno la guarnición
de la ciudad de México se rebeló en favor de Bustamante y avanzó sobre el
Palacio Nacional. Luego de un simbólico
intercambio de disparos, Don José María se rindió y renunció a la presidencia.
La fama que José
María Bocanegra no logró como fugaz presidente de la República, la alcanzó como
historiador. A él se debe uno de los
libros clásicos para entender el siglo XIX: “Memorias para la historia de
México independiente
CUARTO PRESIDENTE DE MÉXICO.
ANASTASIO BUSTAMANTE.
Vicepresidente en ejercicio de la presidencia:
Enero 1º, 1830 – Agosto 13, 1832
Presidente Constitucional:
Abril 19, 1837
– Marzo 18, 1839.
Julio 18, 1839
– Sept. 22, 1841
El general Anastasio Bustamante es exaltado a la Presidencia
de la República por el Congreso General, sin votaciones de los diputados y
mucho menos sin elecciones de las legislaturas de los Estados.
Era Anastasio
Bustamante un antiguo realista que combatió duramente a los patriotas
insurgentes, un individuo falto de convicciones políticas y aunque era de una
gran probidad en materia de dinero, su ignorancia le hacía inclinarse ante los
altos dignatarios de la iglesia y de los personajes conspicuos del partido
conservador, lo que hizo que su administración fuera retrograda, sanguinaria y
justamente odiada. Sus directores y
asesores entre los que se contaba en primer lugar Lucas Alamán, le hicieron
iniciar una política de persecuciones contra todos los liberales a quienes
encarcelaba sin motivo y aun llegaba a fusilar, pretendiendo restablecer algo
semejante al gobierno colonial.
Su primera
administración fue la más fecunda.
Combatió la delincuencia con un método poco ortodoxo: la creación de una
policía secreta que desde luego se excedió en sus funciones, pero logró su
cometido. Con la ayuda de su ministro
Lucas Alamán, reorganizó la Hacienda pública y se estableció por vez primera en
México un Banco, el de Avío, destinado a conceder créditos para maquinaria,
materias primas y pagos de salarios.
Su segundo periodo de
gobierno se vio opacado por la “guerra de los pasteles” (1838), que obligó a
Bustamante a aceptar las reclamaciones formuladas por el gobierno de Francia en
favor de ciudadanos franceses perjudicados por las innumerables revueltas.
En su último periodo Bustamante
encontró un país sumido en la guerra civil y estuvo cerca de perder la vida
cando los rebeldes cañonearon el Palacio Nacional. Sin nada que hacer frente a las ambiciones
militares, el presidente renunció para retirarse a vivir a San Miguel de
Allende, dejando en el poder al general Melchor Múzquiz como presidente
interino, mientras el Congreso designaba a la persona que debía terminar el
periodo de gobierno que quedó inconcluso por la renuncia del presidente
Anastasio Bustamante.
QUINTO PRESIDENTE DE MEXICO.
GENERAL MELCHOR MÚZQUIZ Y ARRIETA
Agosto 14 a Diciembre 24 de 1832.
El general Melchor
Múzquiz fue el primer gobernador del nuevo Estado que se constituyó con el
nombre de “Estado de México” con capital en la ciudad de Toluca. Durante su gobierno estalló un movimiento contra el presidente Anastasio Bustamante
liderado por el general Antonio López de Santa Anna y aquel decidió pedir
licencia a su cargo de presidente para salir a combatir personalmente a los
rebeldes.
Cuando en agosto de
1832 se concedía licencia al presidente Bustamante para separarse temporalmente
del poder, el Congreso General procedió a la elección de un Presidente
interino, como estaba previsto en el artículo 97 de la Constitución Federal de
1824, a recomendación del mismo Bustamante y sin muchas dificultades, consiguió
que esa elección recayera en Melchor Múzquiz, quien en la votación que se
efectuó en la Cámara el 7 de agosto triunfo sobre sus competidores Nicolás
Bravo y Juan Ignacio Godoy.
La legislatura del
Estado de México, al enterarse de aquella distinción dio permiso al general
Múzquiz para separarse del cargo de gobernador, designando en su lugar al
teniente Manuel Muria
El general Melchor
Múzquiz fue el primer presidente que cobró impuestos por puertas y
ventanas. Ocupó el poder mientras
Bustamante salía a combatir a los rebeldes comandados por el general Antonio
López de Santa Anna que con su plan de Zavaleta exigía el poder para Manuel
Gómez Pedraza.
La obsesión del
general Múzquiz era la honestidad: aborrecía la corrupción y el desfalco de los
caudales públicos. Exageraba tanto en
sus previsiones, que le gustaba concentrar el producto de los impuestos en una
sola habitación que fue necesario apuntalar para que no se derrumbara por el
peso de las monedas (todavía no existía el papel moneda). No gastaba un solo peso, quería entregar
cuentas perfectas y que no quedara duda de su integridad.
Cuando distrajo su
atención de los asuntos administrativos para tomar cartas en las cuestiones
políticas, acabó su gobierno. Santa Anna,
Bustamante y Gómez Pedraza se pusieron de acuerdo en los “Convenios de
Zavaleta” para que el tercero fuera el nuevo Presidente y ni siquiera se
tomaron la molestia de notificarle la decisión al general Múzquiz. Éste, al enterarse, se retiró muy molesto del
Palacio Nacional y se fue a su casa.
Se retiraba el
general Múzquiz de la presidencia en medio de confusiones y sobresaltos, se le
dio de baja en el ejército el 23 de febrero de 1833 de acuerdo con el punto dos
de los Convenios de Zavaleta, el presidente Gómez Pedraza dio orden que se le
confinara en Padilla, Tamaulipas, pero se revocó esta disposición y al
siguiente año fue restituido por el presidente Santa Anna en su empleo con
fecha 18 de julio de 1834, en virtud de que el gobierno estaba persuadido de
los méritos y servicios que había prestado a la patria, habiendo sido indebida
su destitución.
Con aquel
reconocimiento e integración Múzquiz fue dado a reconocer a las tropas como
general del ejército. En ese tiempo
estuvo asignado como estante en cuartel hasta el 30 de marzo de 1835. En febrero de 1842 se le ascendió a general
de división y presidente de la sala de ordenanza de la Suprema Corte Marcial y
agregado al 11º Regimiento de Infantería.
Ya para esas fechas
venía padeciendo una enfermedad crónica y a pesar de eso no solicitó licencia,
tal vez debido a la irregularidad con que se le cubría su salario, el que
demoraba a veces hasta seis meses.
Finalmente el 14 de diciembre de 1844, el general Melchor Múzquiz
entregó la vida a quien se la dio.
Falleció en su casa ubicada en la antigua calle del Esclavo, hoy
República de Chile esquina con Donceles en la más completa pobreza. Fue inhumado en el cementerio de Santa Paula
aledaño a la Villa de Guadalupe en aquel entonces un suburbio muy alejado de la
capital, por desgracia y descuido de los gobiernos de la ciudad de México sus
restos se perdieron por la modernidad y la sobre población de la ciudad que se
encargó de borrar todo vestigio de aquel cementerio de Santa Paula.
El general Melchor
Múzquiz de Arrieta nació un 6 de abril de 1788 en lo que entonces se conocía
como Valle de Santa Rosa y fue bautizado en la parroquia de Santa Rosa de Lima.
El general Melchor Múzquiz de Arrieta consagró toda su vida a servir a su patria, su limpia carrera como oficial insurgente y luego del Ejército Trigarante, su procedimiento republicano como diputado al Primer Congreso Constitucional, como gobernador del Estado de México en cinco ocasiones, estableciendo las bases de la administración pública como Presidente de la República en tiempos de anarquía y como ciudadano ejemplar, le dan títulos para la admiración nacional.
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