12 de Julio de 1794
53º Virrey de la Nueva
España. (1794 – 1798)
Don Miguel de la Grúa Talamanca y Branciforte
En contraste con el
segundo Conde de Revillagigedo, este nuevo virrey de la Nueva España fue
corrupto, ladrón, malvado y lambiscón ( el prototipo real de un actual político
mexicano), puesto que su conducta como gobernante demostraba que sólo había
venido a México a enriquecerse y, de paso, a destruir el admirable sistema
administrativo creado por su antecesor: el segundo Conde de Revillagigedo.
Branciforte fue un eslabón más en la cadena de degradación y corrupción de la
Corona española que empezaba con la familia real; lo dicho, un vulgar emulo en
retrospectiva de nuestra actual administración presidencial (2019 – 2024).
Este virrey estaba
casado con doña María Antonia Godoy, hermana del Primer Ministro y válido del
rey Carlos IV, don Manuel Godoy, y como
tenía la protección del ministro real y favorito de la reina María luisa de
parma, llegó a la Nueva España a corromper la benéfica administración de su
antecesor, a tal grado que se le formó Juicio de Residencia, mismo que fue anulado
por su protector el Primer Ministro que por añadidura era de la misma calaña que él.
Al estallar la guerra
entre España y Francia, la cual culminó con el Tratado de Basilea que le valió
el fastuoso y apócrifo título de “Príncipe de la Paz” al presuntuoso Primer
Ministro Manuel Godoy, cuñado del virrey, que valiéndose de ese privilegio éste
vendía los grados militares del ejército de la Nueva España con lo que obtuvo
fantásticas ganancias; hubo otra manera de obtener grandes sumas de dinero y
fue la de mandar secuestrar todos los fondos de los franceses de Luisiana como
si fueran los actuales “fideicomisos”.
Para adular al
monarca español, mandó al célebre escultor Manuel Tolsá ejecutar la estatua
ecuestre de Carlos IV, de indiscutible Mérito
artísticon y donde aparece el rey ataviado como César romano. Durante
este virreinato dio principio la decadencia de la Nueva España.
Cansado, según él, de
gobernar y “harto de vivir en México”, el Marqués de Branciforte pidió su
relevo y su cuñado se lo concedió. Se
despidió de la Nueva España saqueando la Casa de Moneda, con el pretexto de
mostrar al Monarca las nuevas monedas acuñadas con el efigie real.
En la ciudad de
Orizaba, ya de salida o más bien de huida de la Colonia, entregó el bastón de
mando al nuevo virrey: Don Miguel José de Azanza.
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