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lunes, 18 de julio de 2022

EFEMÉRIDES MEXICANAS // Rafael Urista de Hoyos


18
 de Julio de 1872

Muerte de Don Benito Juárez

  Este día a las 11 y 30 minutos de la noche fallece el Presidente de la República Licenciado Don Benito Juárez, víctima de una afección cardiaca.

  El Ministro de Relaciones, don José María Lafragua, da la noticia a la Comisión Permanente del Congreso de la Unión quien llama por ministerio de ley al Presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Licenciado Sebastián Lerdo de Tejada, para que se haga cargo del Poder Ejecutivo de la Nación substituyendo al Presidente Constitucional.

  Su muerte fue de todos sentida, aún de muchos de sus enemigos, arrebatando a éstos las armas de las manos.  Sin embargo, el testamento reveló que Juárez no dejo de beneficiarse con la corrupción, pue sus bienes y los que dejó a nombre de su esposa Margarita alcanzaban un valor de $ 151, 233. 81 de aquellos pesos, equivalentes a varios millones de dólares actuales, mientras que cinco años antes de que ocurriera su muerte, cuando se desplomó el imperio, estaba en la miseria.  Había desempeñado la Presidencia durante catorce años y medio, mientras que el dictador Santa Anna no llegó ni a seis.

  En su faceta familiar, no podemos asegurar que haya honrado mucho a sus orígenes indígenas y nacionalistas, pues casó a toda su prole con blancos, aunque para lograrlo le fue necesario ser exageradamente nepotista:  El cubano Pedro Santacilia cobraba sueldo como secretario presidencial y fue electo diputado por distritos en los que jamás puso un pie; El español Delfín Sánchez Ramos casó con Félicitas Juárez y como premio se convirtió en el principal proveedor del Ministerio de Guerra, asociado con su hermano José quien se casaría con María de Jesús Juárez. El español Pedro Contreras Elizalde tomó por esposa a Margarita Juárez, y además de conseguir una diputación obtuvo un alto empleo en una Comisión encargada de reorganizar la Instrucción Pública. Soledad casó con el poeta Ignacio Luchichi, de ascendencia italiana; Josefa se unió a Eduardo Dublán, oaxaqueño de ascendencia francesa, y Benito, el único hombre de la familia, famoso por sus tonterías pero a quien nunca le faltó el dinero, casó con la francés María Klerian.

  Detalle curioso: todas las muchachas Juárez se casaron por la iglesia católica, aunque en ceremonias familiarmente íntimas, para evitar las críticas de los rabiosos jacobinos.  Juárez era laicista no antirreligioso y nunca renegó de sus creencias católicas, y si se unió a una secta masónica fue sólo para políticamente tenerlos a su lado, pues después de su supuesta iniciación, ya nunca jamás se acercó a la doctrina masónica.  Finalmente, sus leyes contra el clero no fueron impulsadas por un celo anticlerical sino para quitarle a la iglesia la preeminencia que ésta tenía y que la convertían en un poder público, y con el cual prácticamente esclavizaba al pueblo común y corriente.

  Don Benito Juárez es, sin duda, uno de los hombres más prominentes de México.  Indígena de raza pura zapoteca, nace en medio de la mayor miseria.  A los doce años aún no conoce la lengua castellana; pero, recogido por un eclesiástico a quien sirve como criado, aprende a leer y escribir, y luego pasa por el seminario y el Colegio del Estado de Oaxaca, donde hace una brillante carrera de abogado, desempeñando después varios cargos públicos de importancia, y afiliándose al partido liberal puro.

  Perseguido algunas veces por sus ideas, prisionero y desterrado, siempre se manifiesta fiel a su credo político y en su tiempo fue el mejor gobernador que ha tenido Oaxaca.  Hombre de capacidad mediana, pero de voluntad férrea, que le hace mantenerse firme e inquebrantable en sus propósitos, en medio de las mayores adversidades; tiene la cualidad de saber rodearse de hábiles y prestigiados ministros, a quienes debió, así como a su pureza de costumbres, gran parte de su éxito.  Su defecto capital es su amor al poder, al que todo lo sacrifica, creando una dictadura, aunque con tendencias democráticas, a la que sólo la muerte puso fin.

  Pronto empezaron a oírse críticas para el desaparecido y elogios muy grandes para el nuevo presidente, don Sebastián Lerdo de Tejada. Se cumplía aquello de : “El rey ha muerto; viva el rey”.

  Como don Benito ya no podía defenderse por sí mismo, muchos le dijeron cosas. Cuando alguien sacó a colación aquello de “Benemérito de las Américas”, título que “obligatoriamente” le damos ahora, no faltó quien aclarara que el decreto del Congreso de Colombia, de donde partió aquel calificativo, decía nada más que “. . .dicho ciudadano (Juárez) ha merecido el bien de la América”.  Con esa base alguien lo llamó “Benemérito de la América”, y luego se hizo plural el nombramiento y pasó Juárez  a ser “Benemérito de las Américas”, como si hubiera varias.

  No paró ahí la cosa.  De momento nadie pudo averiguar a ciencia cierta en que papel, carta, discurso, proclama o manifiesto había dicho Juárez aquello de “El respeto al derecho ajeno es la paz”, ya que lo cierto es que el verdadero creador de dicha frase es el congresista francés Horacio Constant, autor de la famosa novela “Adolfo” e ideólogo de la Revolución francesa, quien la incluyó en algún discurso parlamentario y quien murió en el año 1830.  Quien sabe quien leyó la frasecita, le gustó y se la endilgó a Juárez.  Yo creo que Constant jamás pensó que su frase sería tan reproducida; lo de “entre los individuos como entre las naciones”, seguramente es obra de algún político lambiscón de los que es tan pródiga la historia política mexicana.

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