28 de Julio de 1920
Pacto de unificación
El General Villa y el general Martínez, después de profundas
y cordiales discusiones, y dando ambos generales muestras franca amistad y
mutua confianza, llegaron pronto a un acuerdo que, sancionado y aprobado por el
Presidente De la Huerta, quedó formulado en un documento cuyas clausulas son
las siguientes:
En la ciudad de Sabinas, Coahuila, siendo las once de
la mañana del día 28 de julio de 1920 los que suscribimos, generales Francisco
Villa y Eugenio Martínez, hacemos constar:
Que después de
haber celebrado amplias conferencias a fin de consolidar la paz en los Estados
Unidos Mexicanos hemos llegado a un acuerdo cordial y satisfactorio,
aceptándose por el primero, en nombre propio y en el de sus fuerzas, las bases
que le propuso el Ejecutivo de la Unión, por conducto del segundo, que a
continuación se expresan:
PRIMERA . – El General Villa depone las armas para
retirarse a la vida privada.
SEGUNDA, - El Ejecutivo de la Unión cederá en
propiedad y con los requisitos legales al señor General Villa, la Hacienda de
Canutillo, ubicada en el Estado de Durango, haciendo entrega de los títulos
traslativos de dominio. En dicha hacienda deberá tener su residencia el General
Villa.
TERCERA . – En el mencionado lugar tendrá el señor
General Villa una escolta, formada por cincuenta hombres de su confianza, que
él mismo designará, y que dependerán de la Secretaría de Guerra y Marina,
pagándosele los haberes correspondientes.
Dicha escolta no podrá ser removida, ni podrá distraerse de su único
objeto que es el de cuidar le seguridad del referido general.
CUARTA . – A las demás personas que forman actualmente
parte de las fuerzas del General Villa, entendiéndose tanto los presentes es
esta plaza, como los que en distintos lugares se encuentran cumpliendo
comisiones que les ha conferido el General Villa, se les dará por el gobierno
un año de haberes, según el grado que ostenten a la fecha. Además se les darán tierras en propiedad, en
el lugar que indiquen los interesados, para que en ellas se dediquen a
trabajar.
QUINTA . – A las personas que deseen continuar en la
carrera de las armas se les incorporará en el Ejército Nacional.
El señor
General Villa protesta, bajo su palabra de honor, no tomar las armas en contra
del gobierno constituido, ni en contra de sus compatriotas. Por su parte el
señor general Martínez protesta en la misma forma, velar con lealtad porque las
bases anteriores sean puntualmente cumplidas y porque el señor General Villa y
las personas que han constituido sus fuerzas gocen en general de garantías efectivas.
Para
constancia se levanta la presente, firmando ambos de conformidad, a fin de que
quede garantizado el cumplimiento de lo estipulado.
NOTA: Los señores generales, jefes, oficiales y tropa
que pertenecen a las fuerzas que comanda el señor General Villa, son como
sigue: Un general de división, siete
brigadieres, veintitrés coroneles, veinticinco teniente coroneles, treinta y
tres mayores, cincuenta y dos capitanes primeros, treinta y tres capitanes
segundos, treinta y cuatro tenientes, cuarenta y un subtenientes, treinta y un
sargentos primeros, treinta y tres sargentos segundos, catorce cabos y cuatrocientos
ochenta soldados.
Firman: GENERAL
DE DIVISIÓN FRANISCO VILLA
GENERAL DE DIVISIÓN EUGENIO MARTÍNEZ
La Hacienda de Canutillo fue comprada por el gobierno
a las señoritas Jurado en algo más de quinientos mil pesos. El gobierno expidió escrituras a nombre del
General Villa, firmando el acta notarial el entonces Procurador de Justicia,
licenciado Eduardo Neri, en nombre del gobierno.
A pesar de
todo el gobierno ha resultado beneficiado política y económicamente, pues en la
campaña contra Villa el gobierno gastaba millones de pesos y el gobierno de
Carranza perdió más de cuarenta y dos mil hombres.
Es pertinente puntualizar que Villa, fiel a su gallarda y tenaz actitud, nunca se rindió. Ahora pactaba con el gobierno y en un principio se resistía a aceptar la Hacienda de Canutillo que se le ofrecía, porque dijo: “El pueblo mexicano creerá que yo tengo grandes ambiciones y que dejo las armas por una hacienda”, agregando enseguida que él se iría a vivir a su ranchito cerca de Santa Isabel, que aunque pequeño, allí quería vivir. Pero el gobierno, que quería tenerlo bien asegurado en la Hacienda de Canutillo, insistió para que la aceptara y donde, dijo, le podía dar seguridad personal. Como el General Villa, por cuyas manos pasaron gran cantidad de millones de pesos, no había atesorado nada, el gobierno le dio un año de haberes, con que iniciar la empresa agrícola con la que él siempre había soñado.
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