28 de Noviembre de 1867
El cadáver de Maximiliano regresa a su patria.
Hoy, por fin, se entregan los restos
mortales del Archiduque Maximiliano de Habsburgo, al ser presentada la petición
oficial por el canciller del Imperio de Austria-Hungría, en nombre del
Emperador Francisco José, hermano de Maximiliano. El cadáver se embarcó en aquella misma fragata
en que Maximiliano viniera lleno de ilusiones a gobernar al país, y que ahora
se había convertido en su capilla ardiente.
Anteriormente, el día
26 de agosto, se presentó en Veracruz la fragata de guerra austriaca “La Novara”,
la misma que había traído a Maximiliano, al mando del Almirante Tegettoff,
quien venía a pedir el cadáver del difunto emperador, en nombre de la familia
de éste; pero como no traía ninguna credencial, el gobierno de la República se
negó a hacer la entrega en tanto no mediara una petición por escrito del
gobierno austriaco, o de la familia del Archiduque.
El ex monarca
consiguió que su cadáver fuera embalsamado para su remisión a Europa en
petición hecha antes de morir no después (brillante aclaración). La tarea fue
encomendada al doctor Licea, quien por no disponer de líquidos adecuados
inyectó algunos substitutos que dejaron el cadáver en un estado horroroso.
Fue necesario
conseguir otros médicos que colgaron el cuerpo por los pies varios días, hasta
que se le salieran los líquidos inadecuados y pudieran hacer un embalsamamiento
correcto. Para entonces el tal doctor
Licea ya había realizado un brillante negocio: rasuró la barba y el cabello de
Maximiliano, y los vendió metidos en unos relicarios que atesorarían
amorosamente como recuerdo varias generaciones de imperialistas queretanos.
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