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lunes, 28 de noviembre de 2022

EFEMÉRIDES MEXICANAS // Rafael Urista de Hoyos


27
 de Noviembre de 1919                                                              

 General Felipe Ángeles

  Sucesos post-mortem.

    Es asesinado el general Felipe Ángeles con balas expansivas que destrozaron horriblemente su cuerpo.  Caído de costado, sobre el lado izquierdo, se dejaron ver las más impresionantes heridas.  Una de ellas hizo escapar parte de sus entrañas por el abdomen, lastimosamente hecho criba.  La sangre brotaba a borbotones, las convulsiones de su cuerpo y el ronco estertor que salía de su garganta exigieron el tiro de gracia al ajusticiado que se convirtió en una descarga completa.

  No sabemos quien fue ese monstruo de maldad que ordenó balas expansivas en el fusilamiento, aunque no se necesita ser un dechado de inteligencia para imaginárnoslo: el bestial Álvaro Obregón.

  La ambulancia recogió el cadáver para conducirlo al hospital militar de la ciudad de Chihuahua, seguido de inmenso cortejo de hombres, mujeres y niños.  Los defensores Gómez Luna y López Hermosa colocaron el cuerpo en decoroso féretro y lo trasladaron a la casa del señor Leonardo Revilla, amigo del general.  Después de velarlo, es sepultado por la tarde en el panteón municipal de la ciudad de Chihuahua, acompañado de una inmensa multitud formada por todas las clases sociales de Chihuahua.

  La misma mañana de la ejecución se recibió en la Suprema Corte de Justicia de la Nación del juez de distrito de Ciudad Juárez que informa que ayer (noviembre 25), al conocer la sentencia de muerte, los defensores del general Ángeles interpusieron el recurso de amparo; que inmediatamente se dio entrada a la demanda y desde luego ordenó a las autoridades militares suspender todo procedimiento.  El Presidente de la Corte contestó, muy convenientemente, que cuando esa respuesta llegó a Ciudad Juárez, ya el general Ángeles había dejado de existir.

  Lo dicho, la orden del asesinato ya estaba dada por el “jefe de la nación” Venustiano Carranza, lo que viene a comprobar que el fusilamiento del general Felipe Ángeles fue un auténtico asesinato, un verdadero linchamiento.  El linchamiento popular es una manifestación morbosa de la libertad democrática; el linchamiento oficial es la más cruel manifestación del despotismo de un poder autoritario, absoluto e irresponsable

  Los linchamientos oficiales en México toman ordinariamente la forma que el pueblo designa con el mote de “ley fuga”; pero en el caso del general Ángeles la autoridad quiso, por tratarse de un mexicano ilustre, dignificar el linchamiento con la farsa solemne de un procedimiento judicial.

  Carranza así lo dispuso y telegrafió a sus sicarios de Chihuahua estas pomposas e hipócritas palabras: “Cúmplase la ley (o sea, su ley) sin admitir influencias de ninguna especie, ni a favor ni en contra del reo” lo cual traducido a su verdadero significado quiere decir: asesínese a Ángeles, sin hacer caso de las leyes; y así se hizo.

  Cuando el general Francisco Villa estando en ese momento (diciembre 11) en la población de Múzquiz, Coahuila, se entera de que el general Ángeles ha sido víctima de la venganza de Carranza, no pudo contener las lágrimas, al tiempo que exclamaba: “le dije que no se anduviera con confiancitas”.

  Antes de morir y al despedirse el general Ángeles de uno de sus defensores, el licenciado Alberto López Hermosa, le pidió a éste un favor muy especial que consistía en que fuera a México, pidiera audiencia con el presidente y al tenerlo enfrente le dijera lo siguiente: que no le perdono el crimen que ha cometido conmigo, que no lo siento por mi, sino por mi mujer y mis hijos, que, por su capricho, van a quedar una viuda y unos huérfanos desamparados y que es el deseo de un muerto    que “Quien a hierro mata a hierro muere”.

  El licenciado López Hermosa en sus memorias relata que Carranza se enfureció tanto por ese recadito que lo mando fusilar, pero ya estando cerca del Paredón se dio cuenta el general Juan Barragán, que era su amigo, y enterado de la situación logró que Carranza cambiara su orden de fusilamiento por el destierro a los Estados Unidos.  Meses después y cuando Carranza fue asesinado, volvió a México a continuar con las actividades de su profesión.

  Seis meses después de la muerte de Felipe Ángeles se cumplía su sentencia:  Venustiano Carranza caía asesinado el 21 de mayo de 1920 en el pueblo de Tlaxcalantongo, en la sierra de Puebla, como consecuencia de la traición y golpe de estado de su “hijo” predilecto Álvaro Obregón al que hizo militar y políticamente lo formó y sacó del anonimato:  “El que a hierro mata, a hierro muere”.

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