8 de Mayo de 1911
Triunfa la
Revolución Maderista.
Francisco Villa y Pascual Orozco, recién ascendidos a Coronel y General
Brigadier respectivamente, viendo que el Señor Madero ha decidido no atacar a
Ciudad Juárez y continuar con sus tropas al sur del país, ya que teme que
algunos disparos lleguen al lado angloamericano y causen problemas con los
Estados Unidos, acuerdan iniciar el ataque por su cuenta. Y ante el hecho
consumado, Madero no tiene más remedio que ordenar el ataque en forma.
Después de dos días de combate Ciudad Juárez es ocupada por las fuerzas
combinadas de Villa y Orozco, rindiéndose el general Juan J. Navarro con su
Estado Mayor y 400 soldados, despuéss de que ayer uno de los más bravos
defensores, el coronel Manuel Tamborrel, murió en el combate.
Procede Madero a formar un Gabinete, con el doctor (amigo de Porfirio
Díaz) Francisco Vázquez Gómez como
Consejero de Relaciones Exteriores; Gustavo Madero, de Hacienda; Venustiano
Carranza , de Guerra (esto último es insólito ya que antes que Carranza, que ni
siquiera era militar ni revolucionario, había personajes más adecuados para esa
conserjería, además de causar malestar entre los elementos verdaderamente
revolucionarios); licenciado José María Pino Suárez, de Justicia e Instrucción
Pública; licenciado Federico González Garza, de Gobernación e ingeniero Manuel
Bonilla, de Gobernación.
La designación de Venustiano Carranza, como se menciona antes, provoca
disgusto entre las tropas rebeldes, pues además de recién llegado, todos saben
que es un senador porfirista protegido del general Bernardo Reyes, lacayo de
Díaz y acérrimo enemigo de la revolución.
Finalmente, y despuès de cinco días de la toma de Cd. Juárez, Pascual
Orozco, engañando a Pancho Villa e inducido por los emisarios de paz
porfiristas Toribio Esquivel Obregón y Oscar Braniff, trata de aprehender al
señor Madero y su Gabinete cuando
celebraban Consejo. Pancho Villa, al darse cuenta del engaño de Orozco, pues
éste le dijo que solamente le pedirían a Madero les entregara al general
Navarro para fusilarlo, ya que éste fusiló a todos los prisioneros que antes
cayeron en su poder, pidió perdón y propuso a Madero que lo fusilara a él y a
Orozco. Orozco por su parte, al verse
descubierto y ver que las tropas vitoreaban al señor Madero, se retractó
arrepentido poniéndose a la disposición del jefe de la Revolución; finalmente,
con su magnanimidad acostumbrada, Madero los perdona.
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