SEXAGESIMO SEGUNDO VIRREY DE LA NUEVA ESPAÑA.
DON PEDRO
FRANCISCO NOVELLA = 1821 julio a septiembre.
Los oficiales
españoles que dieron el golpe de estado que derribó a Apodaca, colocaron en el
virreinato de México al mariscal Pedro Francisco Novella, quien, consiente del
origen espurio de su nombramiento, se hizo llamar “virrey provisional”.
A Novella sólo lo
obedecían cerca de ocho mil soldados de los cuerpos expedicionarios españoles,
pues el resto del antiguo ejército realista, más de cuarenta mil hombres,
desertó de sus banderas y se unió al ejército Trigarante, que poco a poco fue aproximándose
a la capital del virreinato y cercándola, a medida que las poblaciones vecinas
se ponían de su lado y aclamaban a Iturbide como libertador.
El mariscal Novella
supo que en Veracruz había desembarcado el teniente general Juan O”Donojú,
quien venía a ocupar el virreinato, pero supo también que O”Donojú había entablado
negociaciones con Iturbide y se avenía a reconocer la independencia. Conforme que Iturbide y O”Donojú avanzaban hacia
la ciudad de México, las tropas españolas se retiraban a la capital, y Novella
hizo un último esfuerzo por resistir.
Sus tropas presentaron
batalla a los Trigarantes en Atzcapotzalco, pero fueron derrotados por
completo, en ese que fue el último combate de la guerra de independencia. Novella aceptó tratar con Iturbide y con
O”Donojú y convino en entregar el mando.
Dejó así de usurpar el cargo de virrey que detentó del 5 de julio al 24
de septiembre de 1821.
DON JUAN O”DONOJÚ Y O”RIAN. Septiembre 24 a 27 de 1821.
Don Juan O”Donojú
llegó a México no con el encargo de virrey, suprimido por la Constitución de
Cádiz, sino con el nombramiento de Jefe Político Superior de la Nueva España. Sin embargo, para efectos prácticos, en virtud
del cortísimo tiempo que ejerció el poder---sólo tres días--- y la importancia
de su actuación en la “consumación” de la independencia de México, fue en realidad el
último virrey de México.
Nota aclarativa: Se
ha llamado consumación de la independencia erróneamente ya que la palabra
“consumación” significa “terminación” y en realidad lo que terminó, o sea lo
que se consumó, fue la guerra de independencia que dio paso a la “iniciación”
de la independencia.
Don Juan venía
bastante enfermo, puesto que había pasado largos años sufriendo los tormentos y
la insalubridad de la prisión a que lo condono el rey Fernando VII por ser un
liberal de los que se opusieron a su gobierno autoritario y absolutista;
Francisco Javier Mina fue uno de estos liberales.
El gobierno español,
y de acuerdo con la nueva Constitución de Cádiz, quiso premiar a O”Donojú,
quien además fue héroe en la guerra contra los franceses, concediéndole un
destino de distinción y honor: El virreinato de la Nueva España, pensando
además, que con su fama, buen carácter, inteligencia y férrea disciplina
militar, podía apaciguar los ánimos y someter a Iturbide. Sin embargo, nadie en España contaba con el
tremendo arrastre popular que la bandera Trigarante tenía en México ni con la
convicción generalizada de todo el pueblo, que deseaba ardientemente la
independencia.
En cuanto desembarcó
en el puerto de Veracruz, O”Donojú se interesó en conocer la situación y
comprendió que todo estaba perdido para España.
Manifestó su deseo de entrevistarse con el jefe del ejército de las tres
garantías e Iturbide aceptó la conferencia.
Se encontraron el 24 de agosto de 1821 y firmaron los Tratados de
Córdoba, lugar donde se dio la entrevista.
Los dos hombres se entendieron admirablemente y pactaron una
independencia pacífica, sin sangre y sin lágrimas, que aceptaría como monarca
del naciente imperio mexicano ---según la idea de Iturbide--- a su majestad
Fernando VII o alguno de sus hijos (sólo tuvo una hija).
Uno de los
compromisos de O”Donojú, fue entregar la ciudad de México a los trigarantes,
usando su autoridad para que las tropas españolas se rindieran. Después de la batalla de Atzcapotzalco y
conferenciar con el virrey provisional, Novella, O”Donojú entró en la capital
recibió el mando y quedó investido como jefe político superior de la Nueva
España.
Sólo ejerció el cargo
tres días, suficientes para disponer la salida de los cuerpos expedicionarios
que se embarcarían para España y preparar el gran recibimiento que el 27 de
septiembre se dio a Iturbide, quien al frente del ejército de las tres
garantías desfiló por las calles de la ciudad de México hasta el palacio
virreinal, en cuyo balcón central lo esperaba don Juan O”Donojú.
El último virrey de
México había cumplido su papel en la historia.
Al entregar el poder a Iturbide expresó su deseo de retirarse a la vida
privada y aceptó el país que había ayudado a independizar, puesto que no podía
volver a España, donde se le consideraba un traidor por haber firmado los Tratados
de Córdoba y reconocer la libertad del ---según Iturbide---naciente Imperio
Mexicano.
Sin embargo,
Iturbide, consiente de la autoridad moral de que gozaba O”Donojú entre los
mexicanos gracias a su limpia y generosa actitud, lo invitó a formar parte de
la Regencia del nuevo gobierno. don Juan
aceptó. pero sólo desempeñó su cargo por unos días. El terrible dolor de sus
muchas enfermedades lo atormentaba ---carecía de uñas en los pies y manos, pues
se las habían arrancado para
torturarlo--- y falleció exactamente a los once días de que México había
amanecido a la libertad.
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