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domingo, 28 de mayo de 2023

BOSQUEJO HISTÓRICO // Rafael Urista de Hoyos


SEXAGESIMO SEGUNDO VIRREY DE LA NUEVA ESPAÑA.

DON PEDRO FRANCISCO NOVELLA = 1821 julio a septiembre.

  Los oficiales españoles que dieron el golpe de estado que derribó a Apodaca, colocaron en el virreinato de México al mariscal Pedro Francisco Novella, quien, consiente del origen espurio de su nombramiento, se hizo llamar “virrey provisional”.

  A Novella sólo lo obedecían cerca de ocho mil soldados de los cuerpos expedicionarios españoles, pues el resto del antiguo ejército realista, más de cuarenta mil hombres, desertó de sus banderas y se unió al ejército Trigarante, que poco a poco fue aproximándose a la capital del virreinato y cercándola, a medida que las poblaciones vecinas se ponían de su lado y aclamaban a Iturbide como libertador.

  El mariscal Novella supo que en Veracruz había desembarcado el teniente general Juan O”Donojú, quien venía a ocupar el virreinato, pero supo también que O”Donojú había entablado negociaciones con Iturbide y se avenía a reconocer la independencia.  Conforme que Iturbide y O”Donojú avanzaban hacia la ciudad de México, las tropas españolas se retiraban a la capital, y Novella hizo un último esfuerzo por resistir.

  Sus tropas presentaron batalla a los Trigarantes en Atzcapotzalco, pero fueron derrotados por completo, en ese que fue el último combate de la guerra de independencia.  Novella aceptó tratar con Iturbide y con O”Donojú y convino en entregar el mando.  Dejó así de usurpar el cargo de virrey que detentó del 5 de julio al 24 de septiembre de 1821.

 SEXAGESIMO TERCER (Y ÚLTIMO) VIRREY DE LA NUEVA ESPAÑA.

DON JUAN O”DONOJÚ Y O”RIAN. Septiembre 24 a 27 de 1821.



  Don Juan O”Donojú llegó a México no con el encargo de virrey, suprimido por la Constitución de Cádiz, sino con el nombramiento de Jefe Político Superior de la Nueva España.  Sin embargo, para efectos prácticos, en virtud del cortísimo tiempo que ejerció el poder---sólo tres días--- y la importancia de su actuación en la “consumación” de la  independencia de México, fue en realidad el último virrey de México.  

  Nota aclarativa: Se ha llamado consumación de la independencia erróneamente ya que la palabra “consumación” significa “terminación” y en realidad lo que terminó, o sea lo que se consumó, fue la guerra de independencia que dio paso a la “iniciación” de la independencia.

  Don Juan venía bastante enfermo, puesto que había pasado largos años sufriendo los tormentos y la insalubridad de la prisión a que lo condono el rey Fernando VII por ser un liberal de los que se opusieron a su gobierno autoritario y absolutista; Francisco Javier Mina fue uno de estos liberales.

  El gobierno español, y de acuerdo con la nueva Constitución de Cádiz, quiso premiar a O”Donojú, quien además fue héroe en la guerra contra los franceses, concediéndole un destino de distinción y honor: El virreinato de la Nueva España, pensando además, que con su fama, buen carácter, inteligencia y férrea disciplina militar, podía apaciguar los ánimos y someter a Iturbide.  Sin embargo, nadie en España contaba con el tremendo arrastre popular que la bandera Trigarante tenía en México ni con la convicción generalizada de todo el pueblo, que deseaba ardientemente la independencia.

  En cuanto desembarcó en el puerto de Veracruz, O”Donojú se interesó en conocer la situación y comprendió que todo estaba perdido para España.  Manifestó su deseo de entrevistarse con el jefe del ejército de las tres garantías e Iturbide aceptó la conferencia.  Se encontraron el 24 de agosto de 1821 y firmaron los Tratados de Córdoba, lugar donde se dio la entrevista.  Los dos hombres se entendieron admirablemente y pactaron una independencia pacífica, sin sangre y sin lágrimas, que aceptaría como monarca del naciente imperio mexicano ---según la idea de Iturbide--- a su majestad Fernando VII o alguno de sus hijos (sólo tuvo una hija).

  Uno de los compromisos de O”Donojú, fue entregar la ciudad de México a los trigarantes, usando su autoridad para que las tropas españolas se rindieran.  Después de la batalla de Atzcapotzalco y conferenciar con el virrey provisional, Novella, O”Donojú entró en la capital recibió el mando y quedó investido como jefe político superior de la Nueva España.

  Sólo ejerció el cargo tres días, suficientes para disponer la salida de los cuerpos expedicionarios que se embarcarían para España y preparar el gran recibimiento que el 27 de septiembre se dio a Iturbide, quien al frente del ejército de las tres garantías desfiló por las calles de la ciudad de México hasta el palacio virreinal, en cuyo balcón central lo esperaba don Juan O”Donojú.

  El último virrey de México había cumplido su papel en la historia.  Al entregar el poder a Iturbide expresó su deseo de retirarse a la vida privada y aceptó el país que había ayudado a independizar, puesto que no podía volver a España, donde se le consideraba un traidor por haber firmado los Tratados de Córdoba y reconocer la libertad del ---según Iturbide---naciente Imperio Mexicano.

  Sin embargo, Iturbide, consiente de la autoridad moral de que gozaba O”Donojú entre los mexicanos gracias a su limpia y generosa actitud, lo invitó a formar parte de la Regencia del nuevo gobierno.  don Juan aceptó. pero sólo desempeñó su cargo por unos días. El terrible dolor de sus muchas enfermedades lo atormentaba ---carecía de uñas en los pies y manos, pues se  las habían arrancado para torturarlo--- y falleció exactamente a los once días de que México había amanecido a la libertad.

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