16 de Octubre de 1912
Sublevación del sobrino de su tío: Félix Díaz.
Hoy en la
madrugada se subleva contra el Presidente Madero el general Félix Díaz en el
puerto de Veracruz, secundado por el coronel José Díaz Ordaz, y lanza un
manifiesto invitando al pueblo y a las fuerzas armadas a secundar el levantamiento. El Comodoro Manuel Azueta, jefe de la armada,
se ha negado a rebelarse y a substituido a los comandantes de los barcos
comprometidos.
El gobierno
encomienda al general Joaquín Beltrán se concentre en Orizaba y ordena que se
pongan en marcha hacia Veracruz diversos destacamentos en el istmo de
Tehuantepec, en Jalapa, en Tehuacán, Perote y Tierra Blanca, con los jefes: general
Zozaya, general Celso Vega, general Ocaranza, general Agustín Valdez, coronel
Adolfo Jiménez Castro, y los voluntarios de Xico y las tropas irregulares del
general Tapia. El general Félix Díaz
esperaba que el ejército y el país entero secundaran el movimiento y se
concretó encerrarse en el Puerto sin hacer ningún movimiento ofensivo.
A las seis de
la mañana del 23 de octubre las tropas federales se lanzan al asalto del puerto,
no encontrando la resistencia que esperaban.
El cretino Félix Díaz todavía confiaba en la defección del enemigo, a
pesar de que hace 72 horas envió al general Beltrán una carta invitándolo a
unirse, a lo cual contestó desde Tejería el general Beltrán que para él, antes
que todo, estaba el cumplimiento de su deber.
El cónsul
yanqui en el puerto comunicó terminantemente al general Beltrán que el
comandante del crucero yanqui “Desmoines”, anclado en la bahía, advertía de que
en caso de que las balas de los combatientes hicieran blanco en ciudadanos
estadounidenses, procedería al desembarco de marinos. El general Beltrán, en vez de suspender el
ataque, contestó rápidamente, y echándose toda la responsabilidad, prosiguió la
ofensiva.
El general
Zozaya entró por el rumbo del panteón; el general Celso Vega por el hospital militar
y las calles 5 de mayo e independencia; por el norte el general Adolfo Jiménez
Castro; las tropas irregulares del general Tapia entran por el parque Vázquez;
por el Este el general Agustín Valdez y la artillería del general Gustavo Mass
bombardea desde los médanos a los rebeldes.
Poco después
de iniciado el ataque se notó que la plaza estaba mal defendida. Poca fue la resistencia; algunos tiroteos por
las calles del puerto por donde el ejército federal continuó hasta llegar al
portal de Diligencias, en donde les hicieron fuego desde la Parroquia, pero los
jefes Valdez, Ocaranza y Jiménez se dirigieron a la jefatura de policía donde
encontraron a Félix Díaz que se entregó sin ofrecer ninguna resistencia; lo
declararon preso en el Palacio Municipal y aprendieron poco después a todos los
que habían secundado la rebelión felicista.
El coronel Díaz Ordaz, segundo en el mando rebelde, que de momento logró
escapar, fue aprehendido poco después en Boca del Río
Días después
el licenciado Francisco M. Olaguíbel y el ingeniero y diputado Ignacio Muñoz
lograron que un tal juez apellidado Nagore ampare a Félix Díaz, que esta siendo
juzgado en un Consejo de Guerra extraordinario en Veracruz, de acuerdo con la
ordenanza del ejército. Dos
manifestaciones, una encabezada por el nicaragûense maderista Solón Argûello,
recorre las calles pidiendo la cabeza de Félix Díaz.
Como el
procedimiento de amparo a favor de Félix Díaz por el momento no surte efecto ya
que el reo no ha sido sentenciado, se rune el Consejo de Guerra extraordinario
para juzgar a Díaz y demás complicados por el delito de rebelión, integrándose
de la siguiente forma: Presidente, general Rafael Dávila; vocales, general
Gustavo Mass, general Celso Vega, coronel Francisco Figueroa y Capitán de navío
Carlos Trujillo; Agente del Ministerio Público, licenciado Ramón N. Frausto y
juez instructor Eduardo Baquiro. Félix
Díaz nombró defensores a los señores licenciados: Ignacio Gutiérrez Zamora,
Esteban Maqueo Castellanos, Francisco M. de Olaguíbel, Rodolfo Reyes y diputado
Ignacio Muñoz.
A las tres de
la mañana de hoy, octubre 27, fueron sentenciados a la pena de muerte Félix
Díaz y dos jefes que lo acompañaron en el cuartelazo. Pero la justicia federal y el buen corazón
del Presidente Madero, los salva del patíbulo.
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