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sábado, 15 de octubre de 2022

EFEMÉRIDES MEXICANAS // Rafael Urista de Hoyos


15
 de Octubre de 1923

Del anecdotario humorístico: dos casos.

1º Don Nicolás Zúñiga y Miranda

  En vísperas de las elecciones presidenciales salta a la palestra el licenciado don Nicolás Zúñiga y Miranda; el eterno candidato presidencial.  Don Nicolás, desde la época porfirista, se postulaba candidato presidencial independiente y después se declaraba “Presidente Legítimo” denunciando un fraude electoral en su contra; igual que un farsante contemporáneo nuestro que cayó en esa ridícula postura varias veces. En esta ocasión le disputaba la presidencia a los dos candidatos oficiales: Don Adolfo de la Huerta y Plutarco Elías Calles.

  Don Nicolás se decide una vez más a la lucha política después de invocar el espíritu nada menos que de su tocayo el Zar Nicolás II, quien le confirmó que la salvación del pueblo mexicano estaba en manos del perseverante candidato “Nicolás de América” como él se autocalificaba.  No conforme con esto, el licenciado Zúñiga y Miranda invocó a Don Benito Juárez, más compenetrado de nuestras necesidades.  Don Benito le dio una respuesta semejante, y, ya armado caballero, don Nicolás procedió a formular su programa de gobierno y aunque ustedes no lo crean lo dio a la publicidad.

  En la primera parte de esta plataforma política se declara que desde el día de la toma de posesión del ahora candidato, el kilo de carne costará 50 centavos; el maíz y el frijol a razón de 20 centavos el cuartillo; el chorizo a 50 centavos la vara y la lecha será gratuita y obligatoria para todo el mundo.  El pulque será propiedad nacional y se distribuirá una botella diariamente por persona.

  Cesarán las odiosas contribuciones; nadie pagará un solo centavo de impuestos; se abolirán los juzgados; los delincuentes serán juzgados por un jurado de ancianos; se disolverá el ejército, pero niños, mujeres y viejos, en caso de guerra con el extranjero, tendrán que alistarse al parejo con todos los adultos hombres hasta completarse seis millones de plazas.  No cabe duda, don Nicolás se mueve en medio de la obscuridad de la locura; al igual que nuestro actual presidente  “líder supremo” y “alteza serenísima” (perdón por el anacronismo).

 

  ¿Pancho Villa, colombiano?

Acoge un diario metropolitano de la mañana de hoy (octubre 15 de 1924) la descabellada especie de que el general Francisco Villa era colombiano, porque en Bogotá un señor Eleazár Ángel López, esposo de una tal Lucrecia Arango, reclama su herencia.

  Se basa el reclamante en que Pancho Villa nació en un lugar de Colombia llamado Chinchina, del departamento de Caldas, y se llamaba Octaviano Arango.  Contrajo matrimonio con Rosa Tavera y de esa unión nació Lucrecia.  Por llevar una vida delictiva, Arango estuvo prófugo de Colombia siete años, durante los cuales murió su esposa y su hija quedó al cuidado de sus abuelos José María Arango y Domitila Uribe. Los Uribe son de la misma familia de Rafael Uribe, líder supremo del Partido Liberal Colombiano en dos guerras civiles a fines del siglo pasado y principios del actual.

  Todo lo anterior es una absurda invención de una mente calenturienta, como hay muchas aún en las altas esferas políticas de nuestro país.  Veteranos de nuestra Revolución, entre ellos don Rodolfo Azueta, que militó a las órdenes del general Villa y que ahora patrocina a la señora doña Luz Corral viuda de Villa; don Aquilino Emilio Rama, diputado por Mapimí; licenciado Ramiro Castillo Nájera, también diputado duranguense; el licenciado Emilio Gandarilla, representante del Distrito Nombre de Dios, Durango., y todos los vecinos de Durango, atestiguan que Villa nació en el rancho La Coyotada, Distrito San Juan del Río, Durango, el 5 de junio de 1878, hijo de Agustín Arango y Micaela Arámbula. Ese rancho de La Coyotada, cuna de Pancho Villa, fue un pequeño núcleo de no más de diez casitas, cerca del poblado de Río Grande.

  El general Azueta afirma que todos los vecinos viejos del Distrito de San Juan del Río conocieron a Villa desde que era niño, y que todavía hoy, en la Hacienda de Canutillo, se encuentra un anciano al que llaman el “el tata” que lo llevó en sus brazos.  A su vez, el licenciado Gandarilla expresa: “yo visité la casa de su nacimiento y me consta que todos los vecinos del lugar se sienten orgullosos de ser paisanos del gran “Centauro del Norte”.


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