4 de Octubre de 1824
La Constitución de 1824.
Después de
acaloradas discusiones sostenidas en el Congreso, entre federalistas y
centralistas, acaudillados los primeros por don Miguel Ramos Arizpe, verdadero
padre del federalismo, y los últimos por fray Servando Teresa de Mier, autor de
un discurso profético sobre los males que acarrearía al país este sistema (refiriéndose
al federalismo), se promulgó al fin la Constitución General de la República el
día de hoy.
Era el nuevo código político, copia imperfecta de la Constitución de los
Estados Unidos, con reminiscencias de la española del año 1812, y, en el fondo,
una transacción con el pasado, pues se mantenía el principio de intolerancia en
materia religiosa, y se conservaban los privilegios del clero y el ejército,
que tantos males habían de traer al país.
Se adoptaba el sistema republicano federal, dividiéndose la República en
diez y nueve Estados, soberanos e independientes en cuanto a su régimen
interior, y cuatro territorios dependientes del gobierno federal.
El poder que se consideraba emanado del pueblo, se dividía para su ejercicio
en: legislativo, ejecutivo y
judicial. El primero se depositaba en
dos cámaras: la de diputados y la de senadores, debiéndose elegirse
regularmente cada dos años. El ejecutivo
estaba encargado a un presidente y a un vicepresidente, que debían de durar en
su ejercicio cuatro años. El judicial se
confiaba a una suprema corte de justicia, a los tribunales de circuito y a los
jueces de distrito.
Posterior a la promulgación de la Constitución y de acuerdo a la misma,
se procede a elegir Presidente de la República por votos de las legislaturas de
los Estados, recayendo la elección en don Miguel Antonio Fernández Félix,
conocido en la historia con el nombre de Guadalupe Victoria, y la de
vicepresidente en el general don Nicolás Bravo, siendo este día, 10 de octubre
de 1824, en el que ambos toman posesión de sus respectivos cargos.
Los primeros países que reconocieron la independencia de México fueron
Inglaterra y los Estados Unidos. El
primero para aprovechar el comercio de las antiguas colonias españolas y
restablecer el equilibrio europeo, estorbando las pretensiones de la llamada
Santa Alianza, por lo que había reconocido a todos los países hispanoamericanos
que se independizaron de la metrópoli.
En cuanto a los Estados Unidos no sólo siguieron el camino de Inglaterra,
sino que su Presidente, James Monroe, hizo publicar la célebre doctrina de su
nombre declarando que los Estados Unidos considerarían peligroso para su propio
país, y como una manifestación de sentimientos hostiles, toda intervención de
los gobiernos europeos en los asuntos de los países americanos.
Los Estados Unidos, cuyas tendencias expansionistas ya se dejaban
traslucir, enviaron como ministro plenipotenciario ante el nuevo gobierno de
México, al funesto Joel R. Poinssett, que ya antes había estado en el país y en
la América del Sur, tenía instrucciones de su gobierno para comprar el
territorio de Texas y fomentar toda clase de revoluciones y revueltas en contra
el gobierno mexicano con el único objeto de anexionarse los territorios
norteños de la nación, además de introducir en la política mexicana a las
nefastas logias masónicas.
0 comentarios:
Publicar un comentario