31 de Octubre de 1821
¿Independencia Verdadera?
Después de once
años de guerra y la pérdida de incontables y valiosas vidas, resulta irónico
que el personaje que concluye el proceso de independencia sea el jefe realista
que combatió con mas saña y crueldad a los patriotas insurgentes: Agustín de
Iturbide.
Éste contó con el apoyo de las altas esferas del poder político,
económico y religioso de la Nueva España y algún otro de España como el propio
rey Fernando VII. ¿Será posible que no
sólo estuvieran enterados de los pasos del proceso de separación, sino que
también participaran activamente fingiendo en sus actividades cotidianas?
Desde 1820 las reuniones en la iglesia de La Profesa, en las que
participaron doña María Ignacia “la gûera” Rodríguez, junto con personajes como
Agustín de Iturbide (uno de sus amantes), y otras destacadas personalidades
como don Matías de Monteagudo, don José Bermúdez Zozaya, obispo de Puebla;
Antonio Martínez y Robles, el oidor e inquisidor Tirado, el también inquisidor Miguel
de Bataller, entre otros muchos, e incluso algunos de ellos promotores de la deposición
del virrey Iturrigaray en 1808, condujeron a la conspiración donde se fraguó la
consumación de la independencia.
Este final podría tratarse de un teatro bien armado por los realistas
que buscaban imponer un criollo no insurgente y fiel al virrey, con el objeto
de rebelarse a la Constitución española, pues resulta sospechoso que el rey
Fernando VII haya enviado una carta al exvirrey Apodaca en la que le pide que
sea “astuto para conseguir la independencia”.
Si a esto le incorporamos todos los hechos de “suerte” con los que
corrió Agustín de Iturbide, como ser designado para llevar dinero a Acapulco
para que se quedara con él, tendremos un panorama que bien podría dar respuesta
a nuestra sospecha.
Iturbide enarboló tres valores: “la Religión”, que implicaría mantener
el fuero, propiedades y privilegios del clero ya abolidos en la Península; “la
Independencia”, que deja el comercio en manos de españoles y criollos mexicanos,
sin el control de los monopolios de la Constitución de Cádiz, y, por último,
“la Unión”, que podría limar asperezas entre los naturales de estas tierras; ¿funcionarían
de veras las tres garantías?
Por lo pronto, Iturbide supo rodearse de personajes clave y logró la
“conversión” de varios jefes realistas por la independencia, quienes,
extrañamente, cambiaron de la noche a la mañana de ideología. ¿Existiría una promesa de beneficiarios en su
gobierno a cambio del apoyo?
Como sea, este final tiene poco que ver (en realidad nada) con los
ideales de soberanía e igualdad social que enarbolaron don Miguel Hidalgo y don
José María Morelos, y sí mucho de ansias de poder. Este fin, amable lector, en usted está
finalmente la interpretación de lo ocurrido y la historia juzgará con base a
que cimientos se construye nuestra nación.
Como se verá, el acta de independencia de la nueva nación, fue elaborada
personalmente por Iturbide y distaba mucho de parecerse a aquellas que habían
dictado Hidalgo y Morelos, en éstas se derramaban los conceptos políticos de
emancipación de los esclavos y de la nación; en el acta de Iturbide reinaba el
orgullo, la vanidad y la proclamación de los derechos como herederos que estos
hombres tomaban en México, como una especie de hipoteca, pensando que la pelea
de ellos y el triunfo de la causa, les da a los hijos y a los nietos el derecho
de una hipoteca a largo plazo sobre la nación. Todo ello resalta, como en todas
las proclamas de Iturbide, su vanidad y su ambición que finalmente fueron la
causa de su trágico fin.
Se verá también en el acta de independencia del Imperio mexicano, la
ausencia absoluta de los nombres de los verdaderos insurgentes; ni siquiera
aparece el de don Vicente Guerrero, a quien Iturbide debe la consumación de la
independencia apropiada por él.
Éste humilde luchador de la independencia quedó relegado en el olvido
como todos sus demás compañeros.
Iturbide había hecho la independencia para los españoles, para que estos
tomaran los puestos principales del nuevo gobierno y para los mexicanos,
verdaderos guerreros de la libertad, se les dio el olvido.
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