1º de Enero de 1820
Rebelión constitucionalista en
España
Preludio de la independencia
latinoamericana
El año
abre con una rebelión dirigida en Las Cabezas de San Juan (provincia española)
por el comandante Rafael del Riego, quien exige al rey la restitución de la
Constitución de Cádiz de 1812. La
sublevación se inicia con la captura del general Félix María Calleja, quien
preparaba una expedición para controlar los territorios españoles de América.
El descontento del pueblo en torno del
gobierno absolutista del rey Fernando VII estalló finalmente. Si bien durante
la guerra de independencia española contra la invasión francesa de Napoleón
Bonaparte se había enarbolado la Constitución y las Cortes de Cádiz como la voz
de los patriotas, su regreso al poder (de Fernando VII) representó la
contrariedad por la vuelta al absolutismo, al derogar la Constitución en mayo
de 1914.
Pero desde hace algunos meses, se sabe que
algunos grupos liberales se reunían en forma secreta para pedir la restitución
de aquella norma. En uno de ellos estaba
el comandante Rafael del Riego quien se encontraba al mando del Batallón de
Asturias y se preparaba, bajo las órdenes del general Félix María Calleja, para
una expedición contra las sublevaciones de las colonias de América. El general Calleja, quien fuera virrey de la
Nueva España, organizaba por órdenes del rey Fernando VII este ejército de
veinte mil hombres contra los intentos independentistas y mandó trasladar este
enorme ejército a la provincia de Las Cabezas de San Juan.
El golpe de Don Rafael Del Riego se produce
este día primero de enero, cuando éste arengó a su División a unírsele por la
restitución de la Constitución de Cádiz con las siguientes palabras: “Es de precisión para que España se salve que
el rey nuestro señor jure la ley constitucional de 1812, afirmación legítima y
civil de los derechos y deberes de los españoles. ¡Viva la Constitución!”.
El comandante Del Riego tuvo buena respuesta
por parte de sus soldados y partió rumbo a Arcos de la Frontera, donde se
encontraba el general Calleja, a quien tomó por sorpresa y capturó. También hizo prisioneros a los generales,
Blanco, Salvador y Fourás. En ese lugar
se le unieron los batallones de Arcos y Sevilla.
La gravedad de la situación estriba en que
además de tratarse de una sublevación contra el absolutismo del rey Fernando
VII, a quien piden jurar la Constitución de Cádiz de 1812, también en la
práctica se disolvió la división del ejército que se iba a enviar para
recuperar el control de las colonias españolas en América.
En medio de fuertes disputas palaciegas por
el descredito del absolutismo, la consigna del restablecimiento de la
Constitución de 1812 se empalmo con el descontento del pueblo peninsular contra
Fernando VII y se transmitió a las tropas reales que estaban a punto de
embarcarse a América.
Hay acantonados cerca de veinte mil soldados
para llevarlos al Río de la Plata, en condiciones deplorables, en naves
insalubres y medio podridas que no garantizan la travesía y sin seguridad de
fondos para el pago de las campañas militares; acaudillando el descontento, Del
Riego partió de Las Cabezas de San Juan rumbo al cuartel general establecido en
Arcos.
Al mismo tiempo, el general Antonio de
Quiroga, quien se evadió de la prisión de Alcalá de los Gazules, se puso en
marcha al mando de los batallones España y La Corona y se hizo fuerte en la
isla de León, pues no pudo tomar Cádiz, donde se le sumaron siete de los
batallones que partiría a América; restableció la Constitución en Jerez y el
Puerto de Santa María y se apoderó de la artillería de La Carraca. Se le sumo el batallón de Las Canarias y varios
oficiales. Al contar con esas fuerzas,
enviaron 1600 hombres al comandante Del Riego para recorrer el país y extender
la Revolución.
En abril 12 la Gaceta de Madrid publicó que
Fernando VII juró la Constitución de Cádiz y anunció que convocara a elecciones
de Cortes. Así mismo, llego la noticia
de que en La Habana también se proclamó la Constitución. Para los independentistas y para los
españoles liberales son acontecimientos positivos porque esperan que también se
jure en la Nueva España, y que ayude a conseguir la consumación de la tan
ansiada independencia.
En abril 15 de 1820 se ordenó que los
decretos de las Cortes Generales Extraordinarias y Ordinarias que se dirigieron
a todos los ministros y gobernantes de las provincias de ultramar quedaran
establecidos. Así que los decretos aprobados por las Cortes de Cádiz en 1812,
que habían sido revocados a su regreso de la prisión de Bayona, Francia, fueron
restaurados por el rey Fernando VII.
Contrario al júbilo de los insurgentes, esta
el descontento de los conservadores, el exvirrey y hoy Jefe Político y el
clero, así como de ricos comerciantes contrabandistas para quienes no es una
noticia favorable porque saben de antemano que esto beneficia al movimiento de
independencia y libertad, lo que limitará, y aún extinguirá, el poder que hoy
ellos ejercen.
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