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sábado, 7 de enero de 2023

EFEMÉRIDES MEXICANAS // Rafael Urista de Hoyos


7
 de Enero de 1907

Las Huelga de Rio Blanco

Masacre de trabajadores

  Los trabajadores de Río Blanco, Santa Rosa y Nogales, Veracruz, se declararon en huelga solicitando un razonable aumento de salarios; mejoramiento en sus condiciones de trabajo, y especialmente la abolición de las odiosas tiendas de raya.

  Los trabajadores se agruparon en el “Círculo de obreros libres” y fue nombrado arbitro en el conflicto el Presidente de la República, el que, en un laudo ominosos, falló en contra de la huelga y a favor de las empresas y yendo todavía más allá, proscribía todas las huelgas.

  Al conocer el arbitrario laudo presidencial, los trabajadores convocan hoy por la noche a una magna asamblea en el teatro Gorostiza de Orizaba donde desconocen a sus líderes por ser parciales a las empresas, y desconociendo el laudo presidencial se lanzan a la huelga.  Así más de tres mil trabajadores recorren las calles de Orizaba en dirección a la zona de Río Blanco, para tomar venganza en las personas y propiedades de los dueños propietarios extranjeros de las empresas y tiendas de raya y entregándose después a los más desenfrenados actos de represalia.

  El Jefe Político de Orizaba, señor Francisco Ruiz, pidió ayuda a Veracruz y México siendo enviado con órdenes enérgicas de la Secretaría de Guerra y del propio Presidente Díaz, el temible y sanguinario pistolero general Rosalino Martínez con tropas del 4º batallón, así como de Veracruz y Jalapa el general Joaquín Mass y el coronel Felipe Mier con el 13º batallón.

  La represión fue brutal y sangrienta donde las tropas masacraron a las masas huelguistas quienes, después de una resistencia desesperada, tuvieron que refugiarse en los cerros de Santa Catarina y San Cristóbal, escondiéndose entre cuevas y barrancas.  La mano de hierro del feroz asesino general Rosalino Martínez, se conoció de pronto con toda su pavorosa fuerza.

  Hubo escenas dantescas, patéticas y conmovedoras.  El teniente Gabriel Arroyo, al mando de un grupo de rurales, recibió órdenes de hacer fuego, pero se negó con énfasis a disparar contra aquella multitud compuesta por mujeres y niños en su mayor parte; a la mañana siguiente éste oficial y sus rurales fueron fusilados por desobediencia. 

  En menos de tres días se ejecutó a mas de doscientos trabajadores, los que, atados, desfallecidos y sangrantes, y sin someterlos siquiera a un interrogatorio sumarísimo, eran fusilados de diez en diez.  Tres días después, los propietarios de las fábricas de Río Blanco, Santa Rosa y Nogales, Reynaud, Mitchel y otros, todos extranjeros, ofrecieron un banquete en Santa Rosa al sanguinario asesino Rosalino Martínez por su “eficiencia militar”.

  El día 9 de mayo, los obreros, humillados y vencidos, fueron volviendo a las fábricas, con excepción de los trabajadores de Río Blanco.  El asesino Martínez murió tiempo después y fue enterrado con todos los honores militares.

  “La armonía entre los intereses de la clase obrera y los de los industriales constituye actualmente un problema delicado que por desgracia explotan algunas personas mal intencionadas; pero el gobierno está pendiente de la situación y sí, contra todas las previsiones y contra todos los antecedentes de la clase obrera mexicana, llegasen a producirse nuevos disturbios, el Ejecutivo continúa dispuesto a hacer respetar los derechos de todos y mantener el orden público”.

  Con estas palabras concluyó Porfirio Díaz su informe presidencial acerca de los acontecimientos sucedidos en Río Blanco, Veracruz, el 7 de enero de 1907.  Aquellas personas “mal intencionadas” a las que se refería el dictador, fueron miles de trabajadores que se lanzaron a la lucha heroica para acabar con la explotación de que eran víctimas.

  En ese entonces perdieron la batalla, de modo que el tutelaje de Díaz siguió pesando sobre sus hombros.  Durante los treinta años del porfiriato se dio un fuerte impulso a la industria manufacturera en México.  Esto, al costo de que muchos hijos del pueblo fueran explotados en las fábricas, las cuales estaban fundamentalmente en manos de extranjeros.

  Los trabajadores cumplían jornadas de doce y catorce horas diarias, en las realizaban gigantescas cargas de trabajo, en condiciones insalubres.  No obstante, al mismo tiempo, la concentración de miles de trabajadores bajo un mismo techo permitió que estos se organizaran en la lucha por sus reivindicaciones de clase.

Aquel enero de 1907 el país supo de la huelga de Río Blanco, así como había sabido ya de la reciente masacre perpetrada por la dictadura contra los mineros de Cananea; Pero de este suceso no sólo quedó la memoria de una derrota momentánea en la historia.

  En estos mismos lugares continuó la agitación de los hermanos Flores Magón y del Partido Liberal Mexicano, así como la conspiración revolucionaria, a pesar de la presencia permanente de la represión y a pesar también de que muchos obreros de Río Blanco habían sido enviados a los campos de trabajo de Yucatán y Quintana Roo.

  Las huelgas de Río Blanco y Cananea, aunque fueron sofocadas en ese mismo momento, sirvieron al pueblo para constatar, una vez más, que no podía esperar nada del gobierno porfirista y, por lo tanto, que tenía que encontrar una salida en la rebelión.

  Durante los tres años siguientes, sucedieron varias conspiraciones hostigamiento de las guerrillas del Partido Liberal Mexicano y de otros grupos políticos, fundamentalmente en el norte del país.  Las cárceles se llenaron de obreros, campesinos y seres valerosos, pero la efervescencia no pudo ser contenida:  esta culminaría con el proceso revolucionario de 1910.

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