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domingo, 22 de enero de 2023

EFEMÉRIDES MEXICANAS // Rafael Urista de Hoyos


22
 de Enero de 1866

 Maximiliano se queda solo

Los franceses se retiran.

  El emperador de Francia Napoleón III, al planear la aventura mexicana, que según él debía dar el predominio de la raza latina en América, había tenido en cuenta que los Estados Unidos se debatían en la guerra de secesión de los Estados del sur, que tenía por origen la libertad de los esclavos; y suponía que, abstraídos nuestros vecinos en aquella lucha que requería toda su atención y todos sus recursos, no estorbarían la política invasora de Francia en México, pero, una vez terminada la guerra, las cosas tenían que cambiar.

  El pasado diciembre el señor William H. Seward, secretario de Estado del presidente Abraham Lincoln, contestando las pretensiones de Napoleón III, de que el gobierno estadounidense reconociera al de Maximiliano, envía una nota diplomática en los siguientes términos:  “La verdadera razón del descontento de los Estados Unidos consiste en que el ejército francés, al invadir México, ataca a un gobierno republicano, profundamente simpático a los Estados Unidos, y elegido por la nación, y reemplazarlo por una monarquía que, mientras exista, será considerada como una amenaza a nuestras propias instituciones republicanas”, y se pide luego la retirada de las tropas francesas de nuestro país.

  El mariscal Aquiles Bazaine mandó publicar en Francia la noticia de que la pacificación en México se había concluido, y manifestó intenciones de iniciar cuanto antes la repatriación de la segunda brigada de su ejército.  Maximiliano reprochó al mariscal su actitud triunfalista, lo cual sólo serviría para azuzar al público francés que, harto ya del elevado costo en dinero y sangre que arrojaba la aventura mexicana, estaba exigiendo a sus legisladores que suspendieran el subsidio al ejército expedicionario y promovieran el retorno de las tropas.

  Además del acoso de la opinión pública, en el ánimo de Napoleón III obraba el temor de que Prusia, cuyo poderoso ejército había sido incrementado y reorganizado por el canciller de hierro alemán, Otto Von Bismarck, iniciara en un plazo no muy largo la guerra contra sus enemigos tradicionales, como Francia (en efecto, en1870 los franceses fueron aplastados por los prusianos (alemanes) en la batalla de Sedan.

  Por añadidura, del suave apremio con que, en los días en que terminaba la guerra civil estadounidense, Mr. Seward, Secretario de Estado de Lincoln, había comenzado a solicitar el retiro de las tropas francesas de México, hacia fines de 1865, cuando Estados Unidos ya estaba recuperándose de los estragos bélicos tajantemente exigió fijar fecha precisa para la evacuación, era poco probable que los Estados Unidos mandara a su ejército a expulsar de México a los franceses, pero le sería fácil proporcionar a los republicanos cantidades importantes de armas y municiones, además de oficiales, para que los invasores se viesen forzados a regresar a su patria.

  Acosado así en tres frentes, Napoleón III anunció en el Parlamento que, cumplida su “generosa” misión civilizadora en México, las tropas francesas serían repatriadas en el plazo más breve.  Así las cosas, en carta fechada a Maximiliano este día (22 de enero de 1866), aparte de anunciarle la terrible noticia del retiro de las tropas, explicó que la repatriación se llevaría a cabo en etapas sucesivas, para evitar que se perturbara la paz pública y se pusiera en peligro el imperio (el de Maximiliano).

  Al final sólo quedaría al servicio del emperador la Legión Extranjera con ocho mil hombres.  Maximiliano reprochó a Napoleón en una carta su poca mad. . .(censurado) seriedad.  Como respuesta se le dijo que el primero en violar los convenios había sido él, por no pagar las sumas que adeudaba al gobierno francés, y porque no se vislumbraban probabilidades de que en un plazo razonable llegase a estar en condiciones de solventar sus compromisos.

  Napoleón III aprovechó la coyuntura (oportunidad) para dar por terminado el Convenio de Miramar, arrojando toda la responsabilidad a la patética personalidad de Maximiliano y así presentar ante Europa como una retirada digna y decorosa, lo que en realidad había sido un rotundo fracaso su capricho monárquico en México.

  El Imperio de Maximiliano sin la ayuda de Francia, era insostenible, ya que se había descuidado la organización de un ejército nacional;  y a Napoleón III no le convenía en manera alguna comprometerse en una guerra con los Estados Unidos y menos cuando en Europa era inminente la confrontación con Prusia.

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