22 de Enero de 1866
Maximiliano se
queda solo
Los franceses se retiran.
El emperador
de Francia Napoleón III, al planear la aventura mexicana, que según él debía
dar el predominio de la raza latina en América, había tenido en cuenta que los
Estados Unidos se debatían en la guerra de secesión de los Estados del sur, que
tenía por origen la libertad de los esclavos; y suponía que, abstraídos
nuestros vecinos en aquella lucha que requería toda su atención y todos sus
recursos, no estorbarían la política invasora de Francia en México, pero, una
vez terminada la guerra, las cosas tenían que cambiar.
El pasado
diciembre el señor William H. Seward, secretario de Estado del presidente
Abraham Lincoln, contestando las pretensiones de Napoleón III, de que el
gobierno estadounidense reconociera al de Maximiliano, envía una nota diplomática
en los siguientes términos: “La
verdadera razón del descontento de los Estados Unidos consiste en que el
ejército francés, al invadir México, ataca a un gobierno republicano,
profundamente simpático a los Estados Unidos, y elegido por la nación, y reemplazarlo
por una monarquía que, mientras exista, será considerada como una amenaza a
nuestras propias instituciones republicanas”, y se pide luego la retirada de
las tropas francesas de nuestro país.
El mariscal
Aquiles Bazaine mandó publicar en Francia la noticia de que la pacificación en
México se había concluido, y manifestó intenciones de iniciar cuanto antes la
repatriación de la segunda brigada de su ejército. Maximiliano reprochó al mariscal su actitud
triunfalista, lo cual sólo serviría para azuzar al público francés que, harto
ya del elevado costo en dinero y sangre que arrojaba la aventura mexicana,
estaba exigiendo a sus legisladores que suspendieran el subsidio al ejército
expedicionario y promovieran el retorno de las tropas.
Además del acoso
de la opinión pública, en el ánimo de Napoleón III obraba el temor de que
Prusia, cuyo poderoso ejército había sido incrementado y reorganizado por el
canciller de hierro alemán, Otto Von Bismarck, iniciara en un plazo no muy
largo la guerra contra sus enemigos tradicionales, como Francia (en efecto,
en1870 los franceses fueron aplastados por los prusianos (alemanes) en la
batalla de Sedan.
Por añadidura,
del suave apremio con que, en los días en que terminaba la guerra civil
estadounidense, Mr. Seward, Secretario de Estado de Lincoln, había comenzado a
solicitar el retiro de las tropas francesas de México, hacia fines de 1865,
cuando Estados Unidos ya estaba recuperándose de los estragos bélicos
tajantemente exigió fijar fecha precisa para la evacuación, era poco probable
que los Estados Unidos mandara a su ejército a expulsar de México a los
franceses, pero le sería fácil proporcionar a los republicanos cantidades
importantes de armas y municiones, además de oficiales, para que los invasores
se viesen forzados a regresar a su patria.
Acosado así en
tres frentes, Napoleón III anunció en el Parlamento que, cumplida su “generosa”
misión civilizadora en México, las tropas francesas serían repatriadas en el
plazo más breve. Así las cosas, en carta
fechada a Maximiliano este día (22 de enero de 1866), aparte de anunciarle la
terrible noticia del retiro de las tropas, explicó que la repatriación se
llevaría a cabo en etapas sucesivas, para evitar que se perturbara la paz
pública y se pusiera en peligro el imperio (el de Maximiliano).
Al final sólo
quedaría al servicio del emperador la Legión Extranjera con ocho mil
hombres. Maximiliano reprochó a Napoleón
en una carta su poca mad. . .(censurado) seriedad. Como respuesta se le dijo que el primero en
violar los convenios había sido él, por no pagar las sumas que adeudaba al
gobierno francés, y porque no se vislumbraban probabilidades de que en un plazo
razonable llegase a estar en condiciones de solventar sus compromisos.
Napoleón III
aprovechó la coyuntura (oportunidad) para dar por terminado el Convenio de
Miramar, arrojando toda la responsabilidad a la patética personalidad de
Maximiliano y así presentar ante Europa como una retirada digna y decorosa, lo
que en realidad había sido un rotundo fracaso su capricho monárquico en México.
El Imperio de
Maximiliano sin la ayuda de Francia, era insostenible, ya que se había
descuidado la organización de un ejército nacional; y a Napoleón III no le convenía en manera
alguna comprometerse en una guerra con los Estados Unidos y menos cuando en
Europa era inminente la confrontación con Prusia.
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