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domingo, 19 de junio de 2022

EFEMÉRIDES MEXICANAS // Rafael Urista de Hoyos


19
 de Junio 1867

Fusilamientos de Maximiliano, Miramòn y Mejìa.

  Hoy, a las siete y cinco de la mañana fueron fusilados el Emperador Archiduque de Austria Maximiliano de Habsburgo,y los generales Miguel Miramòn y Tomàs Mejìa, en el cerro de las Campanas de la ciudad de Querétaro.

  Con paso firme, los tres sentenciados se colocan frente a un tosco muro de adobe, levantado precipitadamente el día anterior `por la tropa del Batallòn de Coahuila.  A manera de despedida, Maximiliano da un fuerte abrazo a sus generales y pide a Miramòn que se coloque en medio: “General, un valiente debe ser admirado hasta por los monarcas”.  Después, dirigiéndose a los presentes, alza la voz y dice: “Voy a morir por una causa justa, la de la independencia y la libertad de México. Que mi sangre selle las desgracias de mi nueva patria.  ¡Viva México!”.

  Miramòn saca un papel de su chaleco y lee un discurso.  Rechaza quedar bajo el estigma de traidor: “protesto contra la acusación de traidor que se me ha lanzado al rostro. . .Muero inocente de este crimen”. Tomàs Mejìa permanece en silencio, pero es el único de los tres que mira directo a los ojos de los soldados del pelotón de ejecución.

  Son las siete y diez minutos de la mañana.  El eco de los disparos rebota en las esquinas de la ciudad.  A continuación todas las campanas de Querètaro repican al unìsono. Muchos soldados, emocionados, rompen la orden estricta de silencio y gritan: “¡Muera el Imperio!  ¡Viva la República!”.  Después de cinco años de una guerra cruenta, el drama de la invasión francesa ha concluido. El segundo Imperio pasó al terreno de la historia,

  El cadáver de Maximiliano fue pedido por el Baròn de Magnus y el doctor Bachs para conducirlo a Viena, pero el Presidente Juárez les advirtió que sólo mediante una petición oficial del gobierno austriaco podía ser entregado.

  El monarca consiguió que su cadáver sea embalsamado para su remisión a Europa.  La tarea fue encomendada al doctor Licea, quien por no disponer de los líquidos adecuados inyectò algunos substitutos que dejaron al cadáver en un estado horroroso.  Fue necesario conseguir otros médicos que colgaron el cuerpo por los pies varios días, hasta que se le salieron los lìquidos inadecuados y pudieron hacer un embalsamamiento correcto.  Para entonces el tal doctor Licea ya había realizado un brillante negocio: rasurò la barba y el cabello de Maximiliano, y los vendió metidos en unos relicarios que atesorarìan amorosamente como recuerdo varias generaciones de imperialistas queretanos.

  El general Leonardo Màrquez, desentendiéndose de la suerte de Maximiliano, siguió defendiendo la ciudad de México, sitiada por las fuerzas del general Porfirio Dìaz, despuès de la toma de Querètaro, ocultando la noticia de la muerte del emperador, publicando falsedades, y aún procurando la salida de los ministros extranjeros y defensores llamados por Maximiliano, ocurriendo al terror y a las mayores exacciones para hacerse de hombres y dinero; pero cuando vio que la defensa era imposible, huye, dejando la plaza a cargo del general Tavera, que se rindió a discreción, mandando izar la bandera blanca y formalizando la capitulación (rendición) incondicional.  Màrquez logró ocultarse en la misma capital y al cabo de algún tiempo logró huir a Cuba.

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