4 de Junio de 1906
Ecos de la huelga de Cananea.
Reanùdanse los trabajos en Cananea. La mayoría de los huelguistas han huido a las
montañas ante la persecución emprendida por las tropas federales. En telegrama secreto con fecha de hoy,
enviado al vicepresidente don Ramòn Corral, el gobernador Izàbal confiesa que
entraron yanquis armados a territorio mexicano, pero bajo sus inmediatas
órdenes y por breves momentos; aunque en
realidad los yanquis entraron sin autorización expresa, armados, bajo las
órdenes de su comandante y con instrucciones de cazar a los huelguistas durante
todo el día 2 de junio.
En la ciudad de México
los sucesos en Cananea son el platillo de todos los días y se desaprueba que el
gobierno haya permitido el paso de soldados angloamericanos a intervenir en un
conflicto netamente nacional. Los
periódicos de oposición, en editoriales llenos de indignación, reprochaban al
gobierno que tolerara la inmigración de gringos que sólo venían a quitar el
trabajo a nuestros obreros y a llenarlos de oprobio, y sugerìan que por primera
vez se hiciera una reglamentación del trabajo en la República Mexicana. También se dijo que los sucesos de Cananea
constituìan el primer chispazo de la Revoluciòn. Como las autoridades mexicanas han desmentido
que entraran tropas yanquis para dominar la situación, “El Paso Herald” publica
hoy fotografías de yanquis armados, en ese lugar (Cananea).
Telegrafìa en clave
el vicepresidente don Ramòn Corral al gobernador Rafael Izàbal que le remita un
mensaje diciendo todo lo contrario a lo que realmente sucedió en el asunto del
paso de yanquis armados a territorio nacional, para desmentir así a los periódicos.
Por su parte escribe
Izàbal a Corral que él y el general Luis E, Torres creen conveniente fusilar a
la luz del día a Manuel M. Dièguez, natural de Jalisco y socialista decidido; a
Esteban Baca Calderòn, natural de Tepic, bastante ilustrado e inteligente, que
buscò trabajo como minero con el único fin de relacionarse con el pueblo y
sublevarlo; y a Josè Marìa Ibarra, comerciante en pequeño, natural de El Fuerte,
Sinaloa; afirma que estaban de acuerdo con los Flores Magòn.
Sin embargo, contesta
Corral a Izàbal que unos fusilamientos causarìan grandes escándalos y que es
mejor que el juez aplique a esos individuos todo el rigor de la ley para
mandarlos después a San Juan de Ulùa y procurando que no “salgan vivos de allí”.
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