27 de Septiembre de 1821
Se termina la Guerra de Independencia.
Hoy es un gran día para la libertad y
la soberanía de los pueblos: después de once años de guerra para lograr la
independencia de España, hizo su entrada triunfal en la ciudad de México el
Ejército Trigarante conformado en febrero de este año, con lo que s inicia la
vida de una nueva nación.
Los sueños de los
primeros insurgentes se hacen realidad. Por fin triunfan los anhelos de
libertad y respeto a los derechos soberanos de una nueva nación. La entrada del
Ejército Trigarante, con casi diez y seis mil hombres presididos por don
Agustín de Iturbide, marca el cierre de la lucha armada. Se plantean las bases
de la paz de acuerdo con el establecimiento de las tres garantías: la Religión
Católica, la Independencia y la Unión de americanos y europeos. En ese sentido, el objetivo de este ejército
es salvaguardar primero lo estipulado en el Plan de Iguala y lo que se firmó
luego en Los Tratados de Córdoba.
La entrada triunfal
del Ejército Trigarante a la capital d la nueva nación fue un triunfo
apoteótico que no ha tenido igual en todas las entradas que nuestra historia
registra de ejércitos triunfantes por una causa u otra; esta era la victoria,
no de los insurgentes que se quedaron relegados en la obscuridad, sino que era
el triunfo de todos los antiguos realistas que se apoderaban del gobierno para
no soltarlo por largos años y que fue la razón de nuestras múltiples guerras
intestinas que nos dejaron pobreza material, espiritual y una completa
desorientación de nuestra nacionalidad, pues eran estos antiguos realistas que
habían aprendido a traicionarse desde que Iturbide los instigó, y sabida la
lección, esta fue empleada por todas las etapas de nuestra historia para que
uno al otro le quitara el poder a pretexto del progreso de leyes, o bien por la
mejoría del pueblo bajo que éste jamás recibió, pero que era la excusa lógica para
apoderarse del poder.
Hasta aquí la
descripción del Ejército Trigarante el 27 de septiembre de 1821 a las diez de
la mañana, con lo que se consumaba la independencia de México y tomaba la
nación el nombre de Imperio Mexicano, con los colores de su bandera verde,
blanco y rojo y el águila imperial, bajo una Junta de Gobierno, mientras se
nombraba a la Regencia para que más tarde ésta entregara el poder al emperador,
ya fuera de la Casa Real de España o uno que nombraran las Cortes del Imperio Mexicano,
lo que hizo un año después nombrando a Iturbide Emperador de México, con lo
cual se cumplía su anhelada ambición.
Había en aquel 27 de
septiembre de 1821 un ambiente de envidia, de rencores, contraria a la que se
proclamaba en el Plan de Iguala, y esto era por la discriminación que Iturbide
había hecho de los verdaderos caudillos de la independencia, como Bravo,
Guerrero, Rayón, Verduzco, Victoria, Quintana Roo y muchos otros como don Carlos
María de Bustamante, el cronista de la independencia, que ya se unía a los
primeros nuevos insurgentes en Tacubaya.
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