16 de Septiembre de 1810
Iniciación de la Guerra de Independencia.
Don Ignacio Pérez y el capitán Juan
Aldama llegan hoy a las tres de la mañana a Dolores, Guanajuato, donde se
encontraban Hidalgo, Allende, Jiménez y demás conjurados de Querétaro, y les
comunican la noticia de que la conspiración ha sido denunciada.
Inmediatamente se comenzó
a discutir el partido que debiera tomarse ante la apremiante situación, hasta
que el cura don Miguel Hidalgo puso punto final diciendo: “¡Caballeros somos perdidos! ¡No hay más recurso que ir a coger gachupines!” palabras que fueron secundadas con entusiasmo
por todos los allí presentes.
Salieron
inmediatamente y se dirigieron a la cárcel a poner en libertad a los presos;
después al cuartel del Regimiento de la Reina, donde tomaron armas y
aprehendieron al subdelegado y a 17 españoles.
Amanecía ya y como
era domingo Hidalgo comenzó a llamar a misa, reuniéndose en poco tiempo en el
atrio de la iglesia un gran número de personas, no sólo del pueblo sino de los
ranchos y haciendas circunvecinas que, según costumbre, llegaban a oír misa. Arengó a la multitud explicándoles que había
que derribar el mal gobierno quitando del poder a los españoles que querían
entregarlo a los franceses; además de recordarles todos los agravios que habían
recibido de aquellos.
A las ocho de la
mañana Hidalgo tenía reunido un contingente de mas de trescientos hombres: un
piquete de soldados del regimiento de Allende y la demás gente del pueblo
armados con hondas, lanzas, palos y machetes.
Tales fueron los humildes principios de la Revolución de Independencia.
A las once de la
mañana salen del pueblo de Dolores los primeros insurgentes encabezados por
Hidalgo y Allende; se dirigen a San
Miguel el Grande y al pasar por el pueblo de Atotonilco, Hidalgo toma del
santuario un estandarte con la imagen de la Virgen de Guadalupe y mostrándola a
la muchedumbre la adopta como bandera del movimiento.
Al anochecer llegan a
San Miguel donde el coronel Conde de la Canal, comandante de la guarnición
militar, les entrega la plaza sin resistencia.
Para el día 19 pasan los
insurgentes por San Francisco Chamacuero y continuaron por San Juan de la Vega
y la haciende de Santa Rita, hasta llegar a Celaya la que tomaron sin
resistencia.
Aquí, por aclamación,
fue designado don Miguel Hidalgo y Costilla Capitán General, y a Allende,
Teniente General; se organizó la administración pública y se aprovechó para
hacerse de más elementos además de pertrechos, armas y municiones.
Se decide continuar
la marcha hacia la ciudad de Guanajuato, llegando el día 23 a Salamanca y
después a Irapuato donde recibieron numerosos grupos de insurgentes.
El día 28 de
septiembre se presentan los insurgentes en Guanajuato, y al pedirle al Intendente
Juan Antonio Riaño la rendición de la plaza éste se niega a entregar la ciudad
y viendo la actitud hostil del pueblo se fortifica en la fortaleza “Alhóndiga
de Granaditas”, trasladando víveres, municiones, armas y todos los caudales que
ascendían a varios millones de pesos.
La lucha se inicia y
los defensores tuvieron que abandonar las azoteas por la lluvia de proyectiles
y piedras, muriendo valerosamente en las primeras acciones el Intendente Sr.
Riaño. Finalmente, los insurgentes toman
la Ahóndiga y, según la tradición, gracias a la intervención valerosa de Juan
José de los Reyes Martínez, llamado “El Pípila”, que se las ingenió para llegar
a las puertas de la Alhóndiga y prenderles fuego.
La muchedumbre entró a la fortaleza sin ningún control
matando sin piedad a todos los que allí se encontraban, incluyendo mujeres y
niños, para después entregarse al pillaje y al saqueo más desenfrenado. El capitán Allende y sus dragones tuvieron
que hacer uso de sus sables para detener el vandalismo, aunque no lo lograron
por completo.
Hidalgo tuvo que
publicar un decreto muy severo, condenando a la pena de muerte a quienes
siguieran robando y matando.
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