28 de Septiembre de 1821
Primer día de la naciente nación.
El primer documento oficial emitido
por la Junta Provisional no podía ser otro que el Acta de Independencia, que se
redactó hoy durante el primer día de sesiones.
Omitiendo los primeros párrafos, dedicados a lisonjear inapropiadamente
a Iturbide, el resto del texto afirma que, constituyéndose del modo más conveniente para su felicidad, y
con representantes que puedan manifestar su voluntad y designios, conformados
en la autodenominada “Junta Suprema del Imperio”, esta nación se declara
“soberana e independiente de la antigua España y, al mismo tiempo, plantea la
voluntad de establecer mediante tratados una estrecha amistad con la ex madre
patria. También se entablarán relaciones con las demás potencias extranjeras,
todo esto de acuerdo con los lineamientos del Plan de Iguala y los Tratados de
Córdoba.
Así con fecha del día
28 se aprobó esta acta, rubricada por 35 de los miembros de la Junta, pues por
razones que no se dieron a conocer, faltaron las firmas de don Manuel Sánchez
Enciso, don José Domingo Rus y don Francisco Severo Maldonado.
Este día el México
independiente al fin comenzó a caminar su rumbo propio al reunirse los 38
miembros de la Junta Provisional Gubernativa. La selección de estos personajes
la realizó don Agustín de Iturbide desde las sesiones preparatorias de los días
21 y 23, cuando también se establecieron los puntos que siguió el protocolo de
la entrada del Ejército Trigarante a la ciudad de México y su presentación y
acceso a la Catedral Metropolitana.
Entre las funciones
de la Junta está el reconocimiento, el análisis y la liquidación de la deuda
pública. Los representantes nacionales fueron
elegidos conforme a los estipulado en los Tratados de Córdoba dejando a un lado
los lineamientos del Plan de Iguala, dado que pertenecen a los cuadros de
personas distinguidas de la nación, aunque no hayan tenido participación en la
lucha independentista; los famosos “fifis” de aquel entonces.
Mal vemos esto porque
se dejó a un lado al pueblo mexicano y su lucha, no hay miembros que
representen el perfil liberal que sostuvo los combates durante los largos años
de la lucha libertaria, ni los intereses de los pobladores campesinos e
indígenas. Ojalá que esta circunstancia
no sea un pesado lastre que impida el progreso de esta nuestra nueva nación.
En su carácter de
Presidente de la Junta Provisional Gubernativa, don Agustín de Iturbide encargó,
como primer acto de soberanía, al licenciado don Juan José Espinosa de los Monteros,
la redacción de un acta que fijase los títulos de existencia y dominio de la
nueva nación mexicana.
Como se verá el acta
de independencia de Iturbide distaba mucho de parecerse a aquellas que habían
dictado Hidalgo y Morelos, en estas se derramaban los conceptos políticos de
emancipación de los esclavos y de la nación; en el acta de Iturbide reinaba el
orgullo, la vanidad y la proclamación de los derechos como herederos que estos
hombres tomaban en México, como una especie de hipoteca, pensando que la pelea
de ellos y el triunfo de la causa, les da a los hijos y a los nietos el derecho
de una hipoteca a largo plazo sobre la nación.
Todo ello resalta, como en los programas de Iturbide, su vanidad y su
ambición que fueron las causas de su trágico fin.
Se verá también en el acta de independencia del imperio mexicano, la ausencia absoluta de los nombres de los verdaderos insurgentes; ni siquiera aparece el de don Vicente Guerrero, a quien Iturbide debe la consumación de la independencia apropiada por él. Este humilde luchador de la independencia quedó relegado en el olvido como todos sus demás compañeros. Iturbide había hecho la independencia para los españoles, para que estos tomaran los puestos principales del nuevo gobierno y para los mexicanos, verdaderos guerreros de la libertad, se les dio el olvido.
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