27 de Septiembre de 1859
Tratados Mon-Almonte y Mc. Lane-Ocampo
La exaltación de las pasiones a
consecuencia de la guerra (La Guerra de Reforma liberales contra
conservadores), habían llegado a tal punto, que uno y otro partido, con tal de
ver aniquilados a sus enemigos, a quienes odiaban profundamente, no vacilaban
en solicitar la ayuda del extranjero.
Así los
conservadores, celebraron un tratado con España en París el 27 de septiembre de
1859,, por conducto de su ministro plenipotenciario, el general don Juan
Nepomuceno Almonte, con el de la reina Isabel II, don Alejandro Mon, por el que
se hacían concesiones indecorosas de daños y perjuicios a las familias de los súbditos
españoles a consecuencia de la guerra en México, sólo con el fin de reanudar
las relaciones con España, a fin de solicitar su ayuda para establecer un
protectorado español; ya se vislumbraba la idea de traer un dignatario europeo
que gobernara a los mexicanos.
Por su parte el
gobierno de Juárez, después de declarar traidores a Miramón y Almonte, no
retrocedía ante la celebración por su parte de otro tratado, ahora con los
Estados Unidos el 1º de diciembre del mismo año de 1859, por el ministro plenipotenciario
enviado por los Estados Unidos, Robert Mc-Lane; y el ministro de Relaciones
Exteriores del gobierno liberal, Melchor Ocampo.
Por virtud de ese
abyecto documento el gobierno de Juárez
cedía al de Estados Unidos el derecho de paso, a perpetuidad, por el
istmo de Tehuantepec, eso era lo mismo que enajenar esa parte de territorio
nacional; cedía también el mismo derecho de paso, también a perpetuamente, desde
Camargo, Matamoros o cualquier otro
punto sobre el Río Bravo, hasta Mazatlán, pasando por Monterrey, y de Nogales
hasta Guaymas, pasando por Magdalena y Hermosillo.
Obviamente otorgar
ese derecho de paso equivaldría a entregar los territorios comprendidos entre
esos puntos, pues nunca nadie podría ya impedir a los angloamericanos el paso
por ahí. Además de eso, México se
comprometía ---¡el colmo del entreguismo y la ignominia! ---a aportar tropas
para proteger el tranquilo paso por los yanquis por las rutas acordadas. No obstante lo cual los yanquis se reservaban
el derecho de introducir tropas a territorio mexicano para la protección de sus
intereses.
Como es natural
suponer, uno y otro partido se tacharon de traidores a la patria; pero afortunadamente
dichos tratados no llegaron a tener efecto.
El primero, porque por el triunfo de la causa liberal quedó
anulado; y el segundo, por haberlo
reprobado el Senado de la Unión Americana; por ese entonces ya se iniciaba la
guerra civil estadounidense entre el norte industrial antiesclavista y el sur
agrícola y esclavista.
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